El interés por conducir ha bajado de forma llamativa entre la juventud, y sin distinción de sexos. Tanto ellas como ellos prefieren gastar su dinero en otras cosas y pedir un taxi o un VTC, o usar un coche compartido cuando lo necesitan.
Y es que, en el año 2008, había en España 1,25 millones de conductores de 20 a 25 años, mientras que en 2021 esa cifra había descendido hasta los 876.000.
Transporte público
Por un lado, la proliferación de alternativas de movilidad hace menos necesario contar con un vehículo propio.
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Las redes de transporte público son cada vez más tupidas en las grandes ciudades (autobús, metro, tranvía…).
A esto se suma la disponibilidad de taxis y vehículos de turismo con conductor (VTC), así como la oferta de coches de alquiler por minutos, las bicicletas propias o de alquiler y los patinetes eléctricos.
Hipotecas y alquileres imposibles
El alto precio de la vivienda, ya sea en propiedad, ya sea en alquiler, imposibilita que los jóvenes se puedan independizar y optar a la compra de un vehículo.
Muchos de los jóvenes de hoy en día viven de alquiler y, además, compartiendo piso, por lo que es muy difícil ahorrar lo suficiente para la adquisición de un coche y no ya para comprarlo, sino para mantenerlo. Porque, sin moverlo, pagar el seguro, las revisiones o los impuestos se suman a una gasolina que sigue teniendo un precio muy elevado.
Zonas de acceso limitado y aparcamiento restringido
Muchos ayuntamientos llevan décadas impulsando formas de movilidad alternativas, así como desincentivando el uso del coche a través de zonas de aparcamiento regulado y áreas libres de emisiones.
Sobre todo en las grandes ciudades, cada vez es más difícil moverse con cierta libertad con un vehículo. Y mucho más si el coche tiene ya una edad, justo los que pueden resultar más accesibles a los jóvenes por su menor precio.
Costes
El coche en propiedad o renting conlleva, por su parte, varios costes (cuota del préstamo o del arrendamiento, combustible, reparaciones, inspección técnica de vehículos…).
Además, por supuesto, de tener que buscar un aparcamiento para el vehículo que, en muchos casos, también supone un coste añadido.
Factores físicos y psicológicos
Los jóvenes cada vez tienen menos ganas de enfrentarse a las pruebas para sacarse el carnet de conducir y prefieren utilizar su tiempo en prepararse otras materias, sobre todo relacionadas con redes sociales, digitalización o inteligencia artificial.
Además, el miedo a conducir o a sufrir accidentes también está presente entre los jóvenes de hoy en día, así como la preocupación por el medio ambiente, que ha ido creciendo entre las personas de menor edad.
Todos estos factores económicos y sociales, unidos a un posible cambio cultural a la hora de establecer sus prioridades en materia de movilidad, llevan a los jóvenes a mostrar una menor predisposición a contar con un coche a su nombre de la que tuvieron las generaciones que les precedieron hace 20 o 30 años.
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