Quién era Chevrolet y cuál es el misterio de su logotipo

Louis Chevrolet vino al mundo en la ciudad suiza de Chaud-de-Fonds pocos días antes de que concluyese 1878. De padre relojero, fue el primero de los tres hijos que tendría el matrimonio. La familia emigró a la vecina Francia y una vez allí, para ayudar a la economía familiar, Louis comenzó a trabajar desde muy joven en un taller de bicicletas. 

Pocos años después, un hecho fortuito cambiaría su destino para siempre. El joven Chevrolet ya poseía entre sus vecinos una buena fama como mecánico y un día fue requerido para ayudar a uno de los primeros viajeros motorizados que recorrieron Europa.   

Dio la casualidad de que se trataba de un miembro de la poderosa familia Vanderbilt, una de las más acaudaladas de Estados Unidos, que realizaba un viaje de turismo por el Viejo Continente a bordo de su triciclo motorizado.

El relevante viajero quedó tan impresionado por las habilidades mecánicas del joven suizo que le instó a trasladarse a EE UU, donde le prometió que tendría el trabajo asegurado. 

Louis tomó buena nota del ofrecimiento. Pero primero se desplazó a París, donde completó su formación mecánica trabajando en la fábrica Darracq. Allí aprendió los secretos de los por entonces revolucionarios motores de explosión. Y, de pasó, aprovechó para ahorrar el dinero suficiente que le permitiera comprar el billete para viajar a América.

Piloto de pruebas

Desembarcó en Canadá en 1900, y al principio se empleó simultáneamente como chófer privado y mecánico. Pero pronto intuyó que la industria automovilística a gran escala se estaba gestando en EE UU, adonde se dirigió sin dudarlo seguido tiempo después por sus queridos hermanos. 

Después de trabajar como chófer y empleado en la filial estadounidense del fabricante galo De Dion-Bouton en Brooklin, se casó en 1905 con Suzannne, un matrimonio que en los años posteriores engendraría dos hijos: Charles y Alfred.  

Entonces, fue contratado como piloto de pruebas por Fiat. El fuerte carisma de Louis Cherolet y su gran espíritu competitivo, que ya había demostrado como ciclista profesional en Europa, hicieron que la marca italiana le confiara un coche de competición para disputar una carrera en el hipódromo Morris de Nueva York. Y la ganó sin dificultad, imponiéndose además a un tal Henry Ford. 

Consagrado desde entonces como un excelente y temerario piloto, abandonó la Fiat y siguió asombrando con sus hazañas, como el récord de la milla que pulverizó en 1906 con un Darracq V8 a la extraordinaria velocidad de 191,5 km/h.

Unas gestas que no pasaron desapercibidas para William Crapo Durant, cofundador de General Motors, que lo contrató en 1909 para dirigir la escudería de competición Buick. 

Creación de Chevrolet 

Al año siguiente, y financiado por el propio Durant, Chevrolet también se implicó en el desarrollo de un turismo bautizado como Classic Six. Un modelo que dio origen el 3 de noviembre de 1911 a la creación de la Chevrolet Motor Company de Michigan. 

Sin embargo, pronto surgieron fuertes discrepancias entre ambos socios que finiquitaron la sociedad al poco tiempo. Mientras que Durant quería orientar la compañía para producir en masa coches asequibles que pudieran rivalizar con los Ford, Chevrolet tenía una idea más europea sobre el asunto y su pretensión era fabricar coches más lujosos, potentes y caros. 

Una circunstancia que en 1913 llevó al temperamental Chevrolet a abandonar la empresa que llevaba su propio nombre. Fascinado desde siempre por la competición, creó entonces la Frontenac Motor Company, dedicada a preparar coches para disputar las 500 Millas de Indianápolis. Tomó su nombre del castillo de Frontenac, un imponente edificio que domina la ciudad de Quebec y que a su llegada a Canadá le había impresionado por su majestuosidad.

Centrada en la mundialmente famosa carrera de resistencia, la nueva compañía pronto cobró una gran fama entre los equipos de competición gracias a su avanzada construcción en aluminio e importantes innovaciones como un diferencial trasero autoblocante.

Se completó así una etapa de éxitos que culminaría en 1920 con el celebrado triunfo de Gaston, el hermano mayor de Louis, al volante de un Frontenac.

Motor de aviación

Sin embargo, la crisis de los años 30 y una sucesión de desgracias acabaron con las ilusiones de Chevrolet, que en ese momento incluso se disponía a dar el salto a la industria aeronáutica tras desarrollar un motor de avión llamado Chevrolair.

Un incendio en la casa de su hermano terminó de dar al traste con aquellos planes, destruyendo la mayoría de los documentos de la compañía entre los que se encontraban los planos de los proyectos.

Arruinado, a los 55 años Louis se vio obligado a retomar su primer trabajo de mecánico. Y por una cruel paradoja del destino, lo tuvo que hacer en la propia fábrica Chevrolet que él mismo había creado. 

El fallecimiento de uno de sus hijos y un grave deterioro de su salud, debido en parte a los numerosos accidentes que había sufrido en carrera (pasó tres años en cama recuperándose del más grave), aceleraron su muerte en plena Segunda Guerra Mundial.

Siguiendo sus deseos, fue enterrado junto a su hermano Gaston (que había fallecido en la carrera californiana de Beverly Hills) y de su hijo Charles en el cementerio de Holy Cross, muy cerca del famoso circuito de Indianápolis donde una efigie todavía le recuerda con veneración. 

Mientras tanto, William C. Durant había seguido con sus planes de plantar cara al Ford T, para lo que desarrolló el Chevrolet 490 (costaba 490 dólares) y, en 1916, adquirió la compañía General Motors.

Pero en las décadas posteriores, la marca también destacaría en otras categorías muy diferentes como la de los turismos familiares polivalentes que se anticiparon a los actuales SUV (Suburban), pick-ups de éxito (El Camino, Silverado), lujosas berlinas que adornaron la edad de oro de Hollywood (Bel Air) y espectaculares muscle cars que con el tiempo terminaron también dando buena parte de la razón a Louis Chevrolet y su apuesta por la exclusividad (Corvette, Camaro). 

Sin embargo, Chevrolet no olvidó la competición que desde la fundación de la marca estuvo presente en su ADN y que le brindó la gloria en las competiciones más prestigiosas a un lado ya a otro del Atlántico, como por ejemplo las 24 Horas de Le Mans.  

La enigmática cruz del logotipo

La inconfundible cruz achatada de Chevrolet es un logotipo que ha cambiado muy poco en lo esencial a lo largo de los años. Y su verdadero origen sigue estando envuelto de misterio desde la desaparición de su creador, William C. Durant.

Existen varias teorías sobre ello. La más extendida, y que en alguna ocasión confirmó el propio Durant, es que este se inspiró en unos motivos del papel pintado que recubría las paredes de su hotel de París mientras estuvo alojado durante uno de sus viajes en 1908. 

El presente de Chevrolet

La marca Chevrolet sigue perteneciendo al gigante GM y dejó de venderse como tal en el mercado español en 2015. Actualmente, su central de Detroit está entregada al proceso generalizado de electrificación, una transformación donde fue pionera en  2010 con el Volt.

Este modelo, también conocido en Europa como Opel Ampera, es un turismo con mecánica eléctrica de autonomía extendida y que ya va por su tercera evolución convertido en un coche 100% eléctrico.

Y la última noticia al respecto es que uno de los modelos más icónicos de Chevrolet, el inconfundible cupé deportivo Camaro, va a abandonar este mismo año su mecánica tradicional para ser sustituido en 2024 por una nueva generación 100% eléctrica.