Si hay algún país en el mundo respetuoso con las tradiciones, ese es el Reino Unido. Y esa pasión por su legado histórico y el patrimonio nacional se hace extensivo a los automóviles.
Isabel II de Inglaterra falleció a los 96 años el pasado jueves en su residencia escocesa de Balmoral. De inmediato, comenzaron las exequias reales siguiendo el más estricto protocolo, marcado por una larguísima tradición. Incluyendo el traslado del féretro regio hasta Edimburgo (Escocia), antes de que fuera trasladado por un avión de la Royal Air Force hasta Londres para ser velado en el Palacio de Westminster.
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Pero, para algunos británicos, la salida del cortejo desde Balmoral ha marcado una nota discordante en los actos de homenaje. Según apuntaban numerosos comentarios volcados en las redes sociales, la observancia de las más arraigadas tradiciones obligaba al uso de un coche fúnebre de marca nacional.
Y es que el cuerpo de la reina viajó hasta el aeropuerto de la capital escocesa en un Mercedes de fabricación alemana, en lugar de hacerlo en una limusina británica. Basado en un Clase E Estate, el vehículo mortuorio ha sido transformado para estos fines alargando su carrocería más de un metro y creciendo en altura hasta casi los dos.
Marcas británicas
Sobre un chasis reforzado y completamente acristalado, el gran espacio posterior es capaz de albergar grandes y pesados ataúdes como el de la difunta reina, que fue fabricado en su día con roble inglés y revestido de plomo para garantizar su hermetismo. La carrocería sobredimensionada, de seis metros de largo, permite también conservar las plazas traseras para poder alojar al personal de la comitiva.
Sin embargo, numerosos internautas han reprobado la elección de un vehículo tan solemne de procedencia extranjera. Al contrario, habrían preferido para trasladar los restos de la soberana en un coche fúnebre de alguna marca británica de prestigio, como Rolls-Royce, Bentley o Jaguar. Incluso sabiendo que actualmente todas ellas pertenecen a grupos industriales extranjeros y concretamente alemanes en los dos primeros casos (BMW y Volkswagen) o indio en el tercero (Tata Motors).
Pero las quejas iniciales escuchadas en el último adiós a la reina no cayeron en saco roto. A su llegada al aeropuerto de Londres, el féretro ya fue recogido por un Jaguar XF transformado en coche fúnebre por el especialista local Wilcox Limousines. De este modo, todo volvió a la normalidad british, salguardándose el respeto estético a la tradición más arraigada.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.