Tiene 943 CV, acelera de 0 a 300 km/h en 15 segundos y costará un millón de euros sin impuestos, alrededor de 1.35 millones en España. Pero nada más ver la luz, ya está prácticamente agotado: solo se fabricarán 499 unidades y la demanda (700 reservas) supera ampliamente la oferta. Así es la apabullante tarjeta de presentación de LaFerrari, con dos mayúsculas, el primer superdeportivo híbrido de la marca italiana y a la vez su último buque insignia, el heredero del Enzo, anterior escaparate tecnológico del fabricante de Maranello.
LaFerrari ha conquistado Ginebra desde el instante en que hizo su aparición en la muestra. Y ha convertido en actores secundarios a las demás estrellas del certamen. La puesta en escena de su estreno suizo ha reunido toda la iconografía que hace de esta marca algo especial y único. El decorado en rojo Ferrari, por supuesto; la gran pantalla gigante con los nombres de los proveedores estratégicos; una nube de medios de comunicación que invadían todos los stands de los alrededores… Y por encima del mar de cabezas y cámaras, la figura impecable de su presidente, Luca Cordero de Montezemolo, subido al estrado intentando hacerse oir en un inglés con marcado acento italiano que refleja a la perfección el espíritu actual de la compañía: plenamente internacionalizada, pero con el inconfundible sabor transalpino que la ha convertido en el mas prestigioso embajador de la marca Italia. Entre frase y frase, como subrayando las palabras del hombre que recibió la compañía en la UVI en 1991 y la ha transformado en una máquina de ganar dinero e icono global del prestigio -es la marca mas potente del mundo según un reciente estudio de Brand Finance, por delante de Coca Cola, Google o Hermes- las imágenes y el rugido inconfundible de los 12 cilindros de LaFerrari rodando en un circuito y atronando el Palexpo del Salón de Ginebra. Uno de los fabricantes más minoritarios estaba provocando la mayor concentración de medios de la muestra.
Y es que LaFerrari, es especial, y como su nombre quiere dar a entender, refleja el alma de la marca en mayúsculas, todos los valores de Ferrari en versión superlativa: “Hemos llamado LaFerrari a este modelo porque es la máxima expresión de lo que define nuestra compañía: la excelencia. Excelencia en innovación tecnológica, en prestaciones, en estilo visionario y en facilidad de conducción”, aseguraba Montezemolo con pasión desde su atril. Los números le dan la razón. El nuevo buque insignia de la marca del Cavallino combina un motor 6.2 V12 de 800 CV y un módulo eléctrico que la marca denomina HY-KERS -derivado del utilizado en la Fórmula 1- que incluye un electromotor y unas baterías, y suma otros 143 CV más por si eran pocos. Este cóctel híbrido de 943 CV acoplado a un cambio de siete marchas con accionamiento casi instantáneo, impulsa a LaFerrari como un misil: acelera de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos, llega a 200 km/h en menos de siete y alcanza los 300 km/h en 15 segundos para superar los 350 km/h. Pero a la vez, este sistema está pensado para que en un futuro próximo, los Ferrari puedan circular algunos kilómetros en modo eléctrico sin contaminar y presentar así una tarjeta de visita maquilladamente responsable en términos ambientales. Además, según la marca, ésta solución tecnológica exalta los valores fundamentales de la compañía: ”Representa la combinación perfecta entre máximas prestaciones y bajas emisiones”. La realidad es que emite 330 g/km de CO2, una cifra tres veces superior a la de los utilitarios convencionales más eficientes de apenas 80 CV, pero sorprendentemente eficaz para un superdeportivo de casi 1.000 CV.
Aunque LaFerrari está pensado para disfrutarlo en los circuitos, refleja a la perfección dos de las máximas que anunció Montezemolo nada más asumir el mando de la compañía italiana en 1991 y que han sido claves en el éxito actual: fabricar menos unidades de las que demanda el mercado para realzar aún más su exclusividad –solo se producirán 499 y las reservas, un total de 700, superan ya esta cifra- y ofrecer una conducción al alcance de cualquier cliente que tenga suficiente dinero para comprarlo, como volvía a recordar hace unos meses en una entrevista concedida a El País. Así, los sofisticados componentes electrónicos de este purasangre logran interpretar la capacidad y la técnica del conductor analizando los movimientos del volante y el acelerador. Y regulan la entrega de potencia y la estabilidad para que lo pueda disfrutar sin poner en grandes riesgos su seguridad.
Pero LaFerrari viene a demostrar también, que al final, la tecnología híbrida, nacida para hacer más compatibles el automóvil y el medio ambiente, se está convirtiendo en la tabla de salvación que sacará del peligro de extinción a los grandes dinosaurios de la industria del motor.
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