El inesperado peligro de los coches eléctricos

Un estudio alerta sobre el riesgo en los aparcamientos más antiguos, que podrían colapsar por el mayor peso de los modelos con batería.

La estructura de un aparcamiento se puede resentir si hay mucho vehículo eléctrico aparcado.

Una escalada que no cesa. La llegada al mercado de los coches eléctricos puros se ha visto acompañada por un progresivo aumento del peso de los vehículos. Cada vez más grandes y con baterías de mayor capacidad, los nuevos automóviles no emiten gases contaminantes, pero pagan un alto precio frente a la báscula.

Una tara en constante progresión que afecta a su dinamismo, haciéndolos más torpes, pero también a su eficiencia, al necesitar más potencia y por ello consumir mayor cantidad de energía. 

Por si el problema fuera poco, ahora ha venido a sumarse otro inesperado inconveniente derivado precisamente de esta característica común de los coches eléctricos. Según un reciente estudio británico, esta importante ganancia de peso podría poner en peligro las propias infraestructuras de aparcamiento. 

Diseñados en los años setenta

El análisis ha sido elaborado por la Asociación Británica de Aparcamientos (BPA por sus iniciales en inglés), y en él se plantea cómo podría afectar a las estructuras de los aparcamientos el peso de los coches, a medida que el parque actual vaya siendo sustituido por los modelos a batería. 

En el informe, la BPA alerta de que un coche electrificado pesa unos 227 kilos más que uno tradicional con mecánica de gasolina o diésel. Una sobrecarga que, sumando la masa de todos los vehículos aparcados en los aparcamientos de varios pisos existentes en el Reino Unido, podría llegar a poner en peligro su resistencia estructural. 

Para llegar a tales conclusiones, la asociación de aparcamientos ha tomado como referencia un Ford Cortina, el modelo más popular en aquel país durante los años setenta, década en la que fueron construidos la mayoría de los actuales parkings británicos.  

Más eléctricos, SUV y mejor equipados

El Cortina, una berlina media próxima al Ford Escort, pesaba 960 kilos, una cifra muy lejana a la de un eléctrico moderno popular de tamaño medio, como puede ser el Tesla Model 3, que marca en la báscula prácticamente el doble: 1.819 kilos.

Una diferencia considerable que sin duda habrá que tener en cuenta al recalcular la capacidad de los 6.000 aparcamientos de varios pisos, ya sean aéreos o subterráneos, diseñados en el reino Unido durante la época del Ford Cortina y sus congéneres. 

Por si fuera poco, al aumento de peso provocado por la electrificación se ha sumado también la moda. La mayoría de los compradores de coches familiares ya no se conforman con berlinas de tamaño más compacto como aquellos Cortina o Escort.

Hoy en día prefieren modelos de carrocería elevada, del tipo SUV, más grandes y con un peso cada vez más elevado, debido no solamente a su mecánica electrificada, sino también por una presencia cada vez mayor de equipos de seguridad, entretenimiento y ayudas a la conducción. 

Al respecto, Chris Whapples, ingeniero de estructuras y miembro de la BPA, ha declarado: “A la vista del importante peso de los coches de reciente fabricación, hay que preguntarse si las normas vigentes en la construcción de aparcamientos son las adecuadas.

Y aunque al respecto todavía no se ha registrado ningún incidente, insta a los propietarios de las instalaciones más antiguas a comprobar su resistencia como precaución frente a la mayor carga que ya están soportando y que, ante la progresiva llegada de más coches eléctricos, no va a dejar de incrementarse.

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