Los trucos que nunca hay que usar para ahorrar combustible 

Acostumbrarse a conducir bien de una forma eficiente puede ahorrar al conductor una buena cantidad de euros anuales a la hora de repostar. Pero entre las prácticas que se utilizan de forma habitual para conseguirlo hay algunas que están totalmente desaconsejadas, por su ineficacia y porque también perjudican a la seguridad del vehículo.  

Y estos errores se suelen cometer en todos los vehículos de mecánica tradicional, ya que son igualmente perniciosos en el caso de motores de gasolina como en los diésel.

Por tanto, habrá que evitar estos trucos contraproducentes que, a pesar de estar desaconsejados, algunos automovilistas siguen utilizando con no pocos riesgos para su bolsillo y su propia integridad. 

Errores al ahorrar combustible

El más frecuente de estos desatinos, que se han hecho habituales entre muchos conductores a lo largo de los años, es la falsa creencia de que para ahorrar en carburante hay que inflar los neumáticos con mucha presión.  

Nada más lejos de la realidad, porque, aunque el gasto puede reducirse de forma imperceptible durante algunos kilómetros, a la larga entraña un gasto mayor. La banda de rodadura de la cubierta se desgastará de forma anormal y obligará a reponer antes de lo previsto los neumáticos dañados con un coste bastante superior a lo ahorrado.  

Y eso sin contar con el peligro que entraña la pérdida de adherencia que sufren al rodar con una sobrepresión que además puede agravarse aún más al dilatarse el aire a causa del calor generado por la fricción con el asfalto.  

La presión del neumático siempre tiene que verificarse con regularidad (se aconseja cada dos semanas), con los neumáticos fríos y respetando siempre la presión recomendada por el fabricante del vehículo. Un valor inadecuado, ya sea por defecto como por exceso, afectará negativamente a la seguridad del vehículo y provocará un mayor desgaste del propio neumático.   

El peligro de quedarse sin frenos

Otro gran error es dejar el motor en punto muerto durante las bajadas. Una práctica que, además de poder ser motivo de sanción, compromete la estabilidad del vehículo y puede dejar inservible el sistema de frenos por sobrecalentamiento.

Además, en los motores modernos con inyección de combustible, el motor al ralentí suele gastar más que trabajando en retención sin necesidad de presionar el pedal de acelerador. 

Y el riesgo es aún mayor si se corta el encendido, ya que con el motor parado también dejarán de funcionar los sistemas de servoasistencia hidráulica, que controlan tanto los frenos como la dirección.   

Mejor con el aire puesto

Por último, también es práctica corriente apagar algunos dispositivos eléctricos del coche con el objeto de ahorrar combustible. Si bien es cierto que, por ejemplo, el sistema de alumbrado consume aproximadamente un 2% del combustible, las desventajas de no ver o no ser visto en la carretera aumentan muy significativamente el riesgo de sufrir un accidente y, a la postre, salir mucho más caro frente a este exiguo ahorro.  

Tampoco prescindir del aire acondicionado será una buena idea, porque la temperatura excesiva en el interior del coche obligará tarde o temprano a abrir las ventanillas en marcha, algo que modifica por completo la aerodinámica del vehículo e incrementa de forma muy importante el consumo del motor.