Cuando en 2013 se presentó la primera generación del BMW Serie 2, pronto se le etiquetó, junto con el Serie 1, como uno de los modelos de acceso a la gama del fabricante alemán. Aunque en parte lo fuera, su enfoque era de primer nivel y claramente deportivo. Estos rasgos todavía quedan más patentes en su segunda generación, que acaba de estrenarse.
En cualquiera de sus versiones y acabados, este BMW es un modelo que, aunque con equilibrio, sitúa lo pasional por encima de lo racional. Y la marca ha potenciado su deportividad en todo lo que ha sido posible.
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Es plenamente utilizable en el día a día, sí, pero ha sido desarrollado para aportar un plus de diversión y sensaciones a quien se ponga al volante, sin importar que se trate incluso de la mecánica de acceso.
Este es un punto importante y queda reflejado en su gama. Al contrario que su predecesor, no dispone de una alternativa diésel 218d, así que la variante más asequible es el gasolina 220i, que cuesta 43.150 euros. La única opción de gasóleo, el 220d, parte de 47.500 euros.
La decisión, tomada desde la matriz, afecta especialmente al mercado español, donde más del 40% de las ventas del modelo correspondían a dicho diésel de acceso. La marca sostiene, aun así, que el modelo terminará de consolidar esa identidad deportiva, ya que un 25% de los Serie 2 de primera generación vendidos en España fueron BMW M2, y que el gasolina que se sitúa un escalón por debajo también rinde bien a nivel comercial.
Lavado de cara y mayores dimensiones
Cuando fue presentado en verano de 2021, uno de los aspectos más polémicos fue su frontal, con un conjunto que no terminó de convencer a todo el mundo. Visto al natural, tiene mucha presencia y parece un coche de segmentos mayores.
A esto contribuye también el hecho de que ha crecido en todas sus cotas (solo reduce su altura en cuatro milímetros respecto al modelo saliente. Además, el hecho de llevar los faros más hacia los extremos refuerza la mayor planta, derivada del aumento del ancho de vías (52 milímetros delante y 31 milímetros detrás).
A pesar de su tamaño, su línea es realmente estilizada y los detalles de diseño M hacen el conjunto sea muy deportivo y entre por los ojos.
Calidad interior y sensación deportiva
En una era de digitalización extrema, BMW ha sabido encontrar el equilibrio entre avanzar tecnológicamente y mantener un puesto de conducción tradicional. Los controles analógicos tienen mucha presencia y da la sensación de que todo está donde tiene que estar. El BMW Serie 2 es un ejemplo más de esta filosofía.
Las unidades de la prueba montaban el BMW Live Cockpit Professional, que combina un cuadro de instrumentos de 12,3 pulgadas con una pantalla central de 10,25. Aquel es completamente configurable y, en combinación con el Head Up Display, ayuda a que no haya que apartar la vista de la carretera prácticamente para nada.
La sensación de calidad es la esperable de un BMW, con buenos materiales y superficies blandas, acabados notables y un conjunto bastante elegante y sobrio. Con el paquete M Sport, saca a relucir su lado más deportivo con detalles como los asientos, que recogen el cuerpo incluso en los cambios de dirección más acusados. Opcionalmente pueden remplazarse por unos con el reposacabezas integrado.
En cuanto a detalles prácticos, el maletero cubica 390 litros y ha rebajado la altura de su boca de carga en 35 milímetros para hacerlo más accesible. Los asientos traseros se puede abatir en proporción 40:20:40.
Cuatro motores, solo una opción ECO
El enfoque deportivo del BMW Serie 2 queda patente de nuevo en la elección de su gama de motores, formada por cuatro bloques, tres de ellos gasolina y solo un diésel. Este es el único que cuenta con tecnología microhíbrida de 48V y, por tanto, con etiqueta ECO de la DGT.
Es la variante 220d, con un propulsor tetracilíndrico de 190 CV y aceleración de 0 a 100 km/h en 6,9 segundos. No es la variante de acceso a la gama, título que corresponde al 220i, con 184 CV y que necesita 7,5 segundos para completar el sprint. Por encima está el 230i (desde 46.650 euros), con 245 CV y que acelera de 0 a 100 km/h en 5,5 segundos.
El tope de gama es el M240i xDrive (desde 69.900 euros), único que monta un motor de seis cilindros, de 374 CV, y que disfruta de un sistema de tracción integral, pues todos los demás son tracción trasera. Alcanza los 100 km/h desde parado en 4,3 segundos. Lo que sí es común a toda la oferta es la caja de cambios automática Steptronic de ocho velocidades.
A los mandos del BMW Serie 2 Coupé 220i
Al volante de la versión de acceso del modelo, el 220i, se aprecia que el nuevo Serie 2 busca (y es capaz de ofrecer) sensaciones de conducción en todas y cada una las opciones de su gama.
Emplea el motor menos potente de la oferta, con 184 CV y 300 Nm, pero también es el que menos pesa de todas las variantes (1.565 kilos). Por tanto, su propuesta es la de un deportivo de tracción trasera relativamente ligero, lo que se traduce en un vehículo muy ágil en zona de curvas, que es su hábitat natural.
Pero antes de llegar a ello, la conducción del día a día. En recorrido por autopista, la mecánica de casi 200 CV demostró que va sobrada para circular a velocidad de crucero. De hecho, permite ir a punta de gas para mantenerse dentro de las velocidades legales. Y la caja de cambios automática (en este caso la versión Sport) engrana marchas altas de manera rápida para contener el consumo (6,3 – 6,8 l/100 km según la homologación).
Un coche cómodo
En el modo de conducción Comfort, el Serie 2 es un vehículo cómodo, pero se nota el enfoque de su puesta a punto. Aunque están filtradas y no resultan molestas, se perciben todas las irregularidades del terreno.
Pero es al salir a carreteras secundarias donde se puede experimentar el verdadero carácter del BMW Serie 2 Coupé 220i. Seleccionando el modo Sport la dirección se vuelve más directa, se mejora la respuesta del motor y se percibe más su sonoridad, que emite una nota muy agradable para tratarse de un cuatro cilindros.
Y cuando se pasa la caja de cambios del modo ‘D’ al control manual con levas, este permite exprimir al gusto el propulsor. En ese caso, las curvas se encargan de mostrar que el chasis –compartido con los Serie 3 y 4–rinde a un gran nivel.
El motor se siente muy lleno en todo momento, con una capacidad de respuesta notable, pero es llevándolo a altas revoluciones cuando más brilla. El combo que forma con la transmisión es muy eficiente y permite jugar a placer, y a esto se suma un paso con curva rápido y ágil, a lo que también contribuye una mordida eficaz de los frenos (discos ventilados, pinzas monopistón), que permite apurar y frenar con decisión.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.