Las carrocerías de tipo SUV siguen en ascenso en las ventas en España, y ya superan de largo el 50% de las unidades matriculadas. Y esto sucede en detrimento de otras carrocerías como las familiares, también conocidas como rancheras.
Pero hay ciertas carrocerías híbridas, a caballo entre dos mundos. Y eso le sucede por ejemplo al Subaru Outback 2.5i Lineartronic, que se puede catalogar como un turismo familiar sobreelevado y que claramente se sitúa entre una carrocería todocamino y otra familiar. De hecho, Subaru lo llama SUW (‘sport utility wagon’, para incluir la palabra inglesa que se refiere a familiar y no a vehículo).
Más información
Y es que, para empezar, cuenta con buenas cotas todoterreno y una altura libre al suelo de 21,3 centímetros, mejor que la de algunos SUV. Si a esto se le añade su tremendamente eficaz tracción integral, podrá enfrentarse a caminos con muy baja adherencia y con grandes rotos con más garantías que muchos todocaminos. Además, en circunstancias concretas, se puede usar dos modos de conducción específicos del sistema X-Mode: Nieve y tierra o, para casos más extremos, Nieve y barro profundos.
Interior muy espacioso
Como se trata de un familiar, hay que empezar hablando de la parte trasera, con un gran maletero de formas muy regulares con 522 litros de capacidad o hasta 1.822 al abatir los asientos traseros. Estos merecen mención aparte, ya que se sitúan un poco más altos que los delanteros y, por lo tanto, brindan a sus ocupantes una visibilidad mejor que en otros vehículos. Si no fuera por el túnel central y por unos aireadores posteriores algo invasivos, tres adultos viajarían sin problemas.
Al volante de la sexta generación del Outback la sensación espacial es igual de amplia. En gran parte, por la gran pantalla central táctil de 11,6 pulgadas, y dispuesta de forma vertical al estilo tableta. Acoge el sistema de infoentretenimiento y en su marco se ubican botones físicos para las funciones más habituales. Sin embargo, carece de navegador. Subaru prefiere que el usuario conecte el móvil con su aplicación para navegar a través de la pantalla del coche.
Tras el volante, el modelo muestra un cuadro de instrumentos analógico (con su minipantalla informativa central TFT), frente a la tendencia general en el mercado de llenar el habitáculo de pantallas digitales.
Mecánica suave
Fiel al binomio de un motor bóxer y tracción total simétrica, la única mecánica disponible para el Outback es un motor de gasolina y 2.5 litros de cuatro cilindros que ofrece 169 CV. Su entrega de potencia es muy progresiva, muy suave, casi demasiado a veces. Hay que tener en cuenta que no cuenta con turbo, por lo que aquí no hay tirón que deje pegado al pasaje a sus asientos.
Además, la caja de cambios CVT de tipo variador continuo no ayuda mucho a tener la sensación de aceleración que los 169 CV deberían ofrecer, incluso cuando el cuentavueltas sube de revoluciones. En esa situación, el ruido que entra al habitáculo no se corresponde con la sensación de empuje que se tiene.
Y, al contrario, a velocidad sostenida, este cambio hace que el motor tenga un régimen de trabajo contenido y su ruido también lo sea. Es decir, todo esto lo hace muy cómodo para largos viajes, pero algo menos si se circula por carreteras comarcales o de montaña, donde además haya que adelantar de vez en cuando a algún vehículo más lento.
Esta falta de carácter la compensa con la suspensión, dedicada exclusivamente a agradar al pasaje. Y lo consigue con creces. Es una de las amortiguaciones más cómodas del mercado, y ya sean pequeños baches o grandes agujeros, pocas veces llega el movimiento de la carrocería a los pasajeros. Claro que estos amortiguadores tan blandos, unidos a un peso de más de 1.700 kilos, hacen que el Subaru Outback no sea muy ágil en carreteras reviradas.
Seguridad de gran nivel
La seguridad, siempre muy cuidada por Subaru, se basa en la versión 4.0 de la tecnología EyeSight. En el Outback incorpora una nueva cámara frontal con un mayor ángulo de visión y hasta un sónar trasero.
También incluye elementos como el control de crucero adaptativo, asistente de mantenimiento en el carril e incluso un asistente de frenada de emergencia marcha atrás. Y para avisar al conductor en caso de que se distraiga o se fatigue, estrena un sistema de reconocimiento facial denominado Driver Monitoring System.
Lo peor, el consumo
Al final le toca el turno a los consumos, casi lo más criticable del coche, que puede que sean la razón principal por la que no se vean más Outback por la calle. Y no es solo el precio actual del combustible. Es que, hoy en día, un coche que consuma una media de entre ocho y nueve litros cada 100 kilómetros, circulando a ritmo tranquilo, está claramente fuera del mercado.
Una verdadera lástima, porque en todo lo demás, o en casi todo (también restan el cambio automático y un precio algo elevado, que parte de los 39.500 euros), lo borda. Resulta muy agradable de conducir, con mucha calidad en componentes y sus correspondientes ajustes. Y eso, más un amplio habitáculo y un maletero con el que se puede viajar de forma muy cómoda y relajada, lo catalogaría como el familiar perfecto.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram
Periodista especializado en motor desde hace más de 20 años, ha trabajado en diferentes gabinetes de prensa (Federación Española de Automovilismo o Circuito del Jarama) y medios especializados (Motor 16, Marca Motor o Auto Bild). Apasionado de coches, motos y, ahora también, de los cacharros con alas.