La iluminación de los coches es uno de los campos donde más han contribuido las nuevas tecnologías. Un ejemplo son los modernos faros adaptativos, que proyectan la iluminación siguiendo la trayectoria que seguirá el vehículo sobre la calzada.
Los faros de los coches alumbran la carretera con dos haces paralelos que alcanzan una distancia determinada dependiendo de su tecnología.
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Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), las luces convencionales de bombillas halógenas iluminan la calzada hasta los 60 metros de distancia. Y la iluminación mejora considerablemente si se utilizan otros sistemas más avanzados como los proyectores de Xenón (90 metros), de diodos emisores de luz (también conocidos como LED; 300 metros) o faros láser (600 metros), la tecnología más avanzada hasta el momento.
Luces automáticas
No hay que confundir el sistema de faros adaptativos, también llamados dinámicos o direccionales, con el de las luces automáticas, que se encienden solas cuando las condiciones de luz así lo aconsejan.
Ni tampoco con la luz larga automática, que cambia las luces de larga distancia a las de cruce (o cortas) cuando se aproxima otro coche de frente evitando así deslumbrar a su conductor. No obstante, los faros adaptativos, que son los más avanzados, incluyen también estas funcionalidades en sus sistemas.
Iluminación en curvas
Las luces adaptativas consisten en un equipo electrónico de seguridad activa que recientemente han incorporado los automóviles más avanzados. Su misión es mejorar la visibilidad cuando las condiciones de luz son más desfavorables y sirven para evitar colisiones o atropellos en la carretera.
Su funcionamiento utiliza la información obtenida por diversos sensores instalados en las ruedas, el chasis y en el sistema de dirección del vehículo. Analizando esos datos, un procesador calcula la velocidad y la trayectoria del vehículo y orienta los faros mediante unos pequeños motores eléctricos integrados en la parábola del grupo óptico.
El resultado obtenido es que el haz de luz no ilumina solo por delante del vehículo, sino que lo hace hacia donde se dirige el vehículo. Así, se ajusta al ángulo de las curvas y mejora las condiciones de visibilidad nocturna del conductor.
La inteligencia de los faros matriciales
Los faros adaptativos son un equipo de seguridad muy tecnológico y caro que marcas de lujo como Audi, BMW, Mercedes o Volvo. Y el último avance han sido los faros matriciales, compuestos por un conjunto de diodos muy pequeños que modulan la luz de forma selectiva. De este modo, la concentran en las zonas de la carretera donde más se necesita y evitan hacerlo donde puedan deslumbrar a otros conductores.
El siguiente paso serán los faros-proyectores, capaces de dibujar señales en el asfalto en tiempo real. Así, por ejemplo, marcarán la presencia de obras o indicarán a otros conductores las maniobras previstas.
Los primeros antecedentes de los actuales faros adaptativos hay que buscarlos muy atrás en el tiempo. En concreto, cuando surgieron las primeras ópticas orientables, que perseguían el mismo fin que los modernos sistemas electrónicos. La diferencia es que actuaban de una forma mecánica al girar el volante. Las equipaban modelos muy sofisticados, como el frustrado Tucker de 1948 o el posterior Citroën DS de 1968, que fue el primer coche de gran serie en incorporar los faros direccionales.
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