La conducción de riesgo y la falta de protección matan a los motoristas, que de por sí tienen más probabilidades que los automovilistas de fallecer en un accidente (17 veces más, según la DGT). Los datos concretos son estos: el exceso de velocidad (29,3%), el consumo de alcohol (17,4%) y la ingesta de drogas (10,2%) aparecen como los motivos principales en los siniestros mortales de moto.
Y a lo anterior se añaden errores como usar un casco de talla inadecuada o llevarlo desajustado o mal abrochado, que globalmente causan el 6% de los fallecimientos en motociclistas. Este factor es mucho más influyente entre los usuarios de ciclomotor, ya que el 29% de las muertes se produce por esta razón.
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Que la moto es más peligrosa que el coche lo certifican también otras cifras, extraídas de este informe de la Fundación Mapfre y la Asociación Española de la Carretera. Todas se relacionan entre sí. La primera: el número de muertes en moto y ciclomotor creció un 16% en 2019 respecto al año anterior. La segunda (que puede justificar en parte la primera): el parque de motos ha aumentado un 38% desde 2009, frente al 12% de los turismos. La tercera, que relativiza la anterior: pese al aumento de ventas, las motos solo representan solo el 10% del parque automovilista. Y la cuarta, conociendo las anteriores, es la peor de todas: uno de cada cuatro fallecidos en siniestros de tráfico en España en 2019 era motorista.
Quienes montan en moto no son tantos, pero en proporción mueren más. El estudio, con información de entre 2016 y 2019 de 3.000 conductores, añade que 228 de 240 fallecidos en ese periodo (95%) eran hombres. Y que esas muertes –la mayoría registraras durante los fines de semana– sucedieron tras una salida de vía (41,3%), una colisión frontolateral, propia de las intersecciones (16,8%) o una caída (15%).
El estudio indica además que cuatro de cada diez conductores no usaban “equipamiento de seguridad, exceptuando el casco, y que el uso de otros elementos de protección, como airbags, chaquetas con protecciones, guantes y botas especiales eran más habituales en carretera (71%) que en ciudad, donde solo los utilizaba el 25% de los fallecidos de los que se disponía información”.
Asimismo, señala la investigación, en más de la mitad de los siniestros con motociclistas fallecidos (52%) no había otro vehículo implicado. Cuando sí lo estaba, sin embargo, el suceso “ocurrió principalmente porque el conductor del otro vehículo no respetó la norma genérica de prioridad (21%) o sufrió alguna distracción o no se percató de la presencia del motociclista (10%)”.
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