La lista de espera para recibir un coche nuevo, hoy en día, se ha alargado a unos plazos, en muchos casos, inasumibles. Por eso, está creciendo la demanda de vehículos de segunda mano y, también, de todoterrenos usados.
Comprar un coche que ya haya tenido algún dueño anterior es como lanzar una moneda al aire. Pero se puede minimizar el riesgo con un poco de cuidado revisando diversos parámetros. Y si se trata de un modelo todoterreno, hay que extremar la precaución. El uso para el que están diseñados estos vehículos es mucho más radical y puede generar más vicios ocultos y averías futuras que un turismo.
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Uso y, sobre todo, procedencia
Lo primero es averiguar cómo se ha usado el coche hasta ahora y quién ha sido el miembro de la familia que más lo ha utilizado, así como los trayectos más repetidos. Hay mucha gente reticente a los vehículos procedentes de renting, pero tienen siempre el mantenimiento al día.
Por supuesto, los primeros y más recomendables: cuanto más nuevos, mejor. Las posibilidades de avería se minimizan y no necesitarán, de momento, cambios de correa, de frenos o embrague.
En el caso de un 4×4, lo más importante es enterarse de si el coche ha circulado mucho por el campo, ya que esto desgasta más, o se ha utilizado preferentemente en carretera, algo más habitual hoy en día. La zona donde se compre ya puede dar una buena pista.
Revisión de la carrocería
Sobre todo en los coches todoterreno, la carrocería nos puede dar pistas del uso que ha tenido. Si está muy rozada, eso significa que ha circulado mucho entre ramas y follaje.
En general, hay que revisar bien los posibles golpes y el estado de la pintura. Se debe mirar con perspectiva: alejarse y observar el coche con detenimiento, porque se pueden notar diferentes tonos de color entre algunos paneles de la carrocería. Esto es un síntoma inequívoco de que ha recibido algún golpe y se ha tenido que volver a pintar. Más allá de la estética, esto puede haber afectado a alguna zona mecánica.
Si el problema se detecta en el capó o en el techo es porque ha estado aparcado en la calle y al sol y la pintura ha resultado castigada. Cuidado: con el tiempo se puede descascarillar también la pintura en otras zonas.
En los filos de las puertas, el maletero o el capó se pueden ver las marcas que deja la cinta carrocera que se usa al pintar el vehículo. No están a la vista, pero sí que revelan que el coche ha sido repintado.
Cuidado con los bajos
Lo mejor sería acercarse a un taller de confianza y que lo levantaran para revisar los bajos, sobre todo si es un todoterreno.
Si no existe la posibilidad de elevarlo, hay que agacharse y buscar posibles restos de óxido. En caso afirmativo, será porque el todoterreno ha circulado mucho por zonas de agua o barro y luego no se ha limpiado bien. Si se encuentra alguna zona cubierta por barro seco, hay que arañar un poco para comprobar si hay óxido debajo de esa costra, que será lo más probable.
También los turismos pueden tener óxido si proceden de zonas de costa (el salitre es muy agresivo) o de lugares con bajas temperaturas donde es habitual echar sal a las carreteras. El óxido es muy corrosivo y las zonas afectadas podrían llegar a afectar a componentes importantes. En caso de verlo, mejor buscar otra unidad.
Interior, no solo limpio
Un coche no debe ser solo cómodo. Hay que comprobar que todos los botones funcionen como corresponde. Si alguno falla, puede deberse a la mala conexión de un fusible o a que el sistema que controla está averiado.
En un 4×4, la limpieza interior cobra más importancia. Si se encuentran restos de barro o arena, significa que se ha utilizado mucho fuera de carretera y esto le resta interés, aunque no sea descartable. Se asume que, de forma más o menos habitual, va a haber salido al campo. Las gomas de las puertas deben estar en buen estado, de lo contrario puede haber filtraciones.
Además, se debe mirar bien el estado de desgaste de varios elementos: volante, palanca de cambio, controles de las luces (y limpiaparabrisas), asientos, alfombrillas…
Sobre todo, hay que fijarse si hay quemaduras en los asientos o en las alfombrillas, que indicaría que se ha fumado dentro (obviamente) y que el propietario ha sido descuidado, y probablemente habrá cuidado poco el vehículo en general.
Bajo el capó, ni muy sucio, ni muy limpio
Si el motor y el resto de elementos están muy limpios, quizá se debe sospechar de haber querido disimular algún vicio oculto, como una pequeña fuga de aceite. Y más en un 4×4. Que esté muy limpio debe activar las alertas. Y si está embarrado totalmente, también… Porque al igual que las quemaduras en asientos o moquetas, el descuido puede haber llegado al mantenimiento.
Se deben revisar los niveles de aceite, líquido anticongelante y líquido limpiacristales, y vigilar que la batería no tenga óxido en los bornes. No tiene por qué ser negativo para el vehículo, pero demuestra descuido por parte del propietario.
Otro punto que hay que comprobar es la tornillería. Si hay marcas evidentes de manipulación denotarán que el coche ha necesitado alguna reparación importante.
De lo más importante: mantenimiento al día
Tanto en el caso de un 4×4 como si es un turismo, de lo más importante es saber si dispone del libro de mantenimiento sellado, ya sea en el concesionario de la marca (mucho mejor) o en algún taller independiente.
Si se puede, se deberían revisar las facturas y los productos empleados, pues aparecerán las marcas usadas. No es lo mismo un aceite o unos frenos de una marca barata que una de prestigio. La calidad redunda en la futura vida del coche.
La ficha técnica también es una buena chivata. Se debe comprobar que ha superado todas las ITV a la primera o si ha necesitado más de un intento por la detección de algún fallo.
Prueba final: al volante
Hay que probar el vehículo en ciudad y en carretera. Y si es un 4×4, con reductora, probarla en campo. Además, habría que afrontar algún obstáculo para ver cómo trabaja la amortiguación, que no tienen ruidos o comportamientos extraños.
Que se incline en exceso al tomar una curva, cabeceos o bamboleos aparecen cuando los amortiguadores se encuentran en mal estado o han cumplido con su vida útil.
En general, se debe comprobar cómo responde ante una situación convencional de tráfico y no encontrar reacciones extrañas. Por ejemplo, al frenar, que no se vaya hacia ningún lado, pues detectaría un problema con la dirección. O que no dé tirones ni tenga pérdidas de potencia o vibraciones del motor, que podría ser aviso de alguna avería más seria.
Tras esta prueba es conveniente volver a echar un vistazo al motor para buscar pérdidas de aceite o fugas del sistema de refrigeración. Además, no debería presentar sedimentos de ningún tipo. El color del humo que sale por el tubo de escape también se debe tener en cuenta: muy oscuro significa falta de puesta a punto; azulado, que consume aceite en exceso y blanco, que tiene problemas en la culata.
Contrato y documentación
Antes de iniciar ningún papeleo, lo mejor sería pedir un informe sobre la situación del coche porque puede que tenga multas o facturas de taller pendientes de pagar. Carfax es una buena opción.
El siguiente paso es firmar un contrato de compraventa entre las dos partes. Lo mejor sería acudir a una gestoría, pero requiere un gasto extra cuya compensación se debe valorar. En internet hay contratos tipo y solo se tienen que rellenar los datos del comprador, del vendedor y del coche.
Recordatorio: cuando se compra un vehículo a un particular también tiene garantía. Cubre durante seis meses, aunque en caso de fallo se debe demostrar que este se ha producido por un defecto del automóvil y no por el uso que se le ha dado. Para mayor tranquilidad, hay empresas que ofrecen garantías entre particulares. Si se compra a un profesional de la compraventa o a un concesionario, la garantía es, por lo menos, de un año.
Trámites en la DGT
El cambio de propiedad y la comunicación a Tráfico lleva su tiempo. Dependiendo de la afluencia de solicitudes, se puede hacer todo en solo unas horas o en más de una mañana.
En primer lugar, hay que rellenar un formulario (descargable desde la web de la DGT) y abonar el impuesto de transmisiones patrimoniales en un banco asociado. Después hay que acudir a Tráfico a entregar el formulario, el contrato de compraventa, el certificado del pago y el permiso de circulación del vehículo. Hay que pagar unas tasas por la operación, que son diferentes a las que ya se pagaron en el banco.
Parece mucho papeleo, pero no es tanto. En todo caso, se puede solicitar el servicio a una gestoría que lo hará todo por unos 150 euros, es decir, sobre un 25% más de lo que se paga haciéndolo uno mismo.
Consejo final para no fallar en la compra: ojo con las gangas
Cuando se compra un todoterreno de segunda mano, no hay que fiarse de las gangas. La mejor opción es recurrir a profesionales, porque pedirán un precio adecuado y ofrecen esa garantía mencionada de, al menos, un año. Si el trato es entre particulares, se pueden consultar los precios de automóviles similares en webs especializadas.
Hay que huir de todoterrenos muy baratos, veteranos, de dudosa procedencia o con un mantenimiento mejorable.
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