Los malos olores en el coche son uno de los indicadores más precisos para detectar fallos en los diferentes componentes, que a la larga, pueden desembocar en averías más graves.
Es cierto que cuando los kilómetros van haciendo mella en el odómetro es más sencillo que aparezcan olores. Cuando un vehículo acaba de salir del concesionario, solo va a olor a nuevo durante muchos meses.
Entre los aromas más característicos que desprenden los coches y que indican posibles fallos de funcionamiento, se encuentran la goma quemada, que avisa que un manguito del motor está rozando con alguna pieza metálica muy caliente. O también el clásico olor a huevos podridos, cuyo culpable hay que encontrarlo en el convertidor catalítico del tubo de escape.
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Olor a combustible
Aquí hay que distinguir entre el olor durante y después del repostaje, algo común, con el que se localiza dentro del habitáculo. Y es que el olor a combustible avisa de un peligro importante. Los hidrocarburos son productos químicos que se evaporan fácilmente y que, en contacto con el aire, puede resultar altamente explosivos.
Esta situación se hace más fácil con la gasolina que con el diésel. El gasóleo es menos inflamable, por eso los vapores generados por la gasolina pueden ser prendidos por un cigarrillo, una cerilla o incluso por el tubo de escape caliente del coche.
Así mismo, más allá de los peligros inflamables, tampoco es recomendable andar inhalando los vapores que desprenden los combustibles, ya que estos pueden causar asfixia, colapso, coma, arritmias cardíacas y hasta dañar el sistema nervioso.
Causas del olor a gasolina
Como se ha explicado, los olores en el habitáculo suelen síntomas de que se está produciendo algún fallo en el coche. Respecto a la gasolina significa que algo no está funcionando correctamente, por eso el mejor consejo en estos casos, es acudir al taller inmediatamente y que revisen todo el sistema de combustible. Las principales causas suelen ser las siguientes:
- Filtro de la gasolina. Cuando este componente no se encuentra en buen estado, emite el característico olor a gasolina. El filtro está pidiendo a gritos el cambio por uno nuevo. No es una pieza cara, como tal, pero la factura del taller ascenderá por la mano de obra.
- Carburador. La suciedad o un pequeño defecto en el carburador hace que el combustible no se queme debidamente y que la mezcla de aire no sea la correcta. Esto provoca un fuerte olor a gasolina. Bien es cierto que los coches más modernos prescindieron hace tiempo de los carburadores (fueron sustituidos por inyectores) por lo que es una avería más común en los vehículos antiguos.
- Sistema de emisión de gases. Aquí el culpable es un dispositivo llamado canister cuya labor es la de quemar y neutralizar los gases del combustible mientras se circula. Si las mangueras y los filtros que los conforman se encuentran con fugas o en mal estado, son los responsables del fuerte olor a gasolina. Lo ideal es pedir hora en el taller cuanto antes para su sustitución.
- Manguera del depósito. El manguito que une la boca del depósito con el tanque de gasolina puede resquebrajarse o incluso romperse con el paso tiempo. Más allá de que esto incide en el fuerte olor a gasolina, es casi más importante el aumento en el consumo de combustible. La gasolina se va perdiendo y esto puede suponer un grave peligro.
- Tanque del combustible. Los depósitos de combustible, sobre todo los de los coches más antiguos, estaban construidos en un metal ligero que podía perforarse. Esto genera que dentro del habitáculo se perciba un olor fuerte a gasolina. Los depósitos de los coches más modernos ya se fabrican en plástico de polietileno modelado de alta densidad para evitar las fugas.
- Junta del filtro. Este precinto se puede resquebrajar o incluso partirse dejando pasar algo de combustible. Esto provoca el olor a gasolina en el habitáculo.
- Exceso de gasolina. Exceder el máximo permitido en el depósito de gasolina hará que rebose el combustible cayendo por la carrocería. Es fundamental secarlo rápidamente para evitar un olor residual a gasolina.
- Tapón de gasolina mal cerrado. Tras repostar, puede suceder que el tapón no se encaje bien en la boca de llenado, incluso hay ocasiones en que al conductor se le olvida fijarlo de nuevo. Esto genera olor a gasolina en el coche.
- Aforador. Es la pieza que mide la cantidad de gasolina que queda en el depósito, en algunos modelos antiguos estaba situada debajo de los asientos traseros. Si estaba en mal estado era la culpable del mal olor.
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