Tres turbodiésel y un híbrido de gasolina. El Mercedes tiene el motor más grande, un 2.2 litros, aunque con solo 136 CV; el Audi y el BMW se conforman con un 2.0, pero llegan a 150 CV. Y el Lexus combina un 2.0 de gasolina y 146 CV con otro eléctrico de 109 que suman 184 CV (no entregan la potencia a la vez). Por lo demás, mientras los primeros llevan cambios automáticos de siete marchas —ocho en el BMW—, el híbrido japonés recurre a un sistema similar al CVT de variador continuo, que en la práctica funciona como el de los escúteres y es su punto mejorable, al menos cuando se le exige.
Lo importante es el resultado, y al final el nuevo módulo híbrido del Lexus rompe con la imagen de coches lentos y poco eficaces en carretera que tienen estos modelos, y ofrece unas prestaciones algo superiores a sus rivales, tanto en aceleración como en recuperaciones. Además, el aumento de potencia ayuda a que el cambio patine menos al acelerar y no haya tanta desproporción entre la subida de revoluciones y la ganancia de velocidad, y como hace menos ruido cuando se le exige, es más agradable de conducir.
Los otros tres corren casi igual y muestran el empuje de los diésel para mover el peso, pero hay matices. El BMW tiene el mejor conjunto motor/cambio y se estira con naturalidad por encima de 5.000 vueltas; el Audi responde mejor a bajo régimen y luego se estanca a 4.000, y el Mercedes sube en progresión de menos a más y llega hasta casi 4.500. Pero el más fino es el japonés, y entre los diésel, el X1.
Los cuatro permiten seleccionar varios programas de conducción que varían la respuesta del motor, el cambio, la dirección e incluso las ayudas electrónicas. Pero el Mercedes es el que muestra un comportamiento más eficaz y cercano a los turismos porque, aparte de las llantas de 19 pulgadas de la unidad de pruebas, su menor altura rebaja el centro de gravedad, reduce las inercias y balanceos laterales en las curvas y le da una mayor agilidad. Los demás están algo por detrás, pero muy igualados. El BMW resulta también muy rápido en curva porque tiene una dirección directa que aumenta su eficacia, pero balancea más. El Audi equipa una dirección más lenta e incluso con el programa Dynamic o deportivo, balancea más que el BMW y resulta algo menos eficaz, aunque a cambio es muy aplomado en trazados rápidos y autopista. Y el Lexus, a pesar de ser el más pesado, va muy bien porque es también más bajo que los dos anteriores y balancea poco. Además, sorprende por su agilidad en zonas viradas, aunque parece algo más lento de reacciones.
El BMW es el que ha necesitado menos metros para parar en caso de apuro, y los otros tres han estado muy igualados. En cambio, el X1 ofrece una calidad de conducción algo inferior, con asientos más pequeños y un tacto de mandos menos suave y refinado.
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