Más de un año y medio ha tenido que pasar desde que se presentó en forma de prototipo hasta que se ha hecho realidad. El BMW XM ya es oficial, pero habrá que aguardar todavía un poco para verlo por la calle: su producción comenzará a finales de año y no llegará a los concesionarios hasta primavera. Por el momento, no se ha desvelado su precio.
Lo que sí se ha confirmado es algo que la marca alemana anunció ya en su día: es el modelo de serie más potente de su historia. Además, también es el primer vehículo la familia deportiva M que cuenta con electrificación, un signo de lo que está por venir.
Y es que el XM es un híbrido enchufable de alto rendimiento. Su corazón es un motor gasolina 4.4 V8 biturbo que entrega 489 CV y recibe el apoyo de un propulsor eléctrico de 194 CV para elevar sus guarismos hasta los 653 CV y 800 Nm.
Esta artillería, combinada con su tracción integral y la transmisión M Steptronic de ocho relaciones, es suficiente para acelerar de 0 a 100 km/h en 4,3 segundos. El XM marca una velocidad punta limitada a 250 km/h, aunque con el M Driver’s Package aumenta hasta 270 km/h.
Una versión más deportiva
Son cifras impresionantes si se tiene en cuenta que es un modelo de 2.750 kilos (repartidos casi al 50/50 entre ambos ejes), pero lo cierto es que BMW se guarda todavía un as en la manga, el BMW XM Label Red.
Esta variante, que hará las veces de tope de gama, tardará un poco más en llegar, hasta otoño de 2023, pero la espera merecerá la pena. Montará el mismo bloque 4.4 V8 biturbo, pero potenciado hasta 585 CV. Así, combinado con el mismo motor eléctrico, llega a 748 CV y 1.000 Nm.
La electrificación desempeña un papel clave en su rendimiento, pero también en su eficiencia. Le permite homologar un consumo de combustible de entre 1,5 y 1,6 litros en los 100 primeros kilómetros, y unas emisiones de CO2 de entre 33 y 36 g/km. El gasto eléctrico es de entre 28,9 y 30,1 kWh cada 100 kilómetros.
El nuevo SUV alemán puede circular durante entre 82 y 88 kilómetros en modo 100% eléctrico gracias a su batería de 25,7 kWh. Tiene la etiqueta Cero de la DGT y puede circular (sin emisiones) a velocidades de hasta 140 km/h.
Un diseño imponente
Su imagen se ha mantenido muy fiel al prototipo original, con pequeños cambios, pero respetando prácticamente todos los rasgos.
Es un modelo de estética contundente, musculoso y en cuyo diseño están muy presentes las líneas rectas y las formas marcadas. Claro ejemplo de ello es el esculpido frontal, con las grandes riñones de la parrilla muy definidos, un paragolpes algo recargado y unos grupos ópticos muy delgados.
Las enormes llantas, de 21 a 23 pulgadas, presentan un diseño muy llamativo y hay detalles particulares como el marco de las ventanillas, que se extiende en la parte inferior.
En comparación, choca la limpieza del portón trasero, donde los pequeños faros hacen que se vea mucha chapa. La marca ha optado por concentrar los detalles en el difusor, donde aparecen dos salidas de escape dobles de forma hexagonal y orientación vertical.
El interior presenta una configuración de cinco plazas, con amplios asientos disponibles con cuatro tapicerías distintas. El protagonismo recae sobre el BMW Curved Display con un cuadro de instrumentos de 12,3 pulgadas y una pantalla central de 14,9 pulgadas.
Su dotación es de lo más completa, con elementos como el climatizador con cuatro zonas, el sistema de iluminación ambiental, los sistemas de sonido de alta fidelidad y un compendio de asistentes de conducción que incluye el Driving Assistant y el asistente de aparcamiento con funciones ampliadas.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.