La primera rotonda que se construyó en España data de 1976 y se construyó en la zona de Palmanova (Mallorca). A partir de los años noventa, este tipo de intersección se popularizó de tal forma que, en un estudio sobre los países con mayor número de rotondas del mundo, España se sitúa en el segundo puesto.
Concebidas originalmente con la intención de regular el tráfico de forma más fluida en las intersecciones al evitar los semáforos (es famosa la del Arco del Triunfo de París), se han prodigado por todos los países del mundo en mayor o menor medida.
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Según un estudio de portal de datos Statista, que recoge cifras proporcionadas por la página web www.erdavis.com, Europa es el continente donde más extendida está esta solución para las redes viarias. Y Francia, como inventora, está a la cabeza seguida de España.
El país galo cuenta en sus carreteras con 967 rotondas por cada millón de habitantes, según un estudio acerca de estas construcciones viales. En España el número es algo menor (591), pero aun así muy considerable.
Lo más curioso es que en Madrid hay una rotonda por cada 30 intersecciones, lo que la sitúa como la segunda ciudad europea con más glorietas, por detrás de la francesa Nantes.
A continuación, en esta clasificación se sitúan en cuarto, quinto y sexto lugar, respectivamente, otras ciudades españolas: Alicante, Valencia y Sevilla.
En otros países europeos, como por ejemplo Suiza (341) o Países Bajos (321), el número de rotondas por cada millón de habitantes es casi la que en España.
Sanciones
Circular por una rotonda no es fácil y hay que tener mucho cuidado, ya que la Dirección General de Tráfico tipifica diversas infracciones que pueden acarrear sanciones bastante graves.
Para empezar, la prioridad es de los vehículos que circulan por dentro. La sanción por incumplir la norma es de 200 euros, con cuatro puntos de retirada.
Por el contrario, el abandono de la rotonda desde un carril interior, muy común y peligrosa, puede catalogarse incluso como conducción temeraria, castigada con la retirada de seis puntos y 500 euros de multa.
El exceso de velocidad dentro de ella puede castigarse con hasta seis puntos y 500 euros por conducción temeraria.
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