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La odisea de Bill Gates para conducir su Porsche 959: más de una década de espera y trámites

Madrid |

Su adquisición modificaría el coleccionismo de coches en Estados Unidos: no en vano, dio lugar a un cambio legislativo que aún hoy perdura.

porsche 959

El Porsche 959 fue un prodigio de la tecnología y el rendimiento.

La historia del Porsche 959 de Bill Gates sigue siendo hoy un ejemplo emblemático de cómo la pasión, aunada a la experiencia y la influencia, puede transformar una historia personal en un cambio normativo de gran impacto.

La producción del Porsche 959 arrancó en 1986 y de las líneas alemanas salieron 292 unidades, cifra que incluye las 29 de la versión Sport. Montaba un motor de seis cilindros y 2.8 litros, que entregaba 450 CV y llegaba a los 317 km/h.

No tardó en erigirse como un prodigio de la tecnología y el rendimiento que pocos podían permitirse, pero con el que todos soñaban. Bill Gates soñaba con él y se lo podía permitir, así que decidió comprar un Porsche 959. Un movimiento que modificaría el coleccionismo de coches en Estados Unidos: no en vano, dio lugar a un cambio legislativo que aún hoy perdura.

13 años en la aduana

Eso sí, la felicidad de Bill Gates por su nuevo Porsche 959 fue efímera. El coche no había sido homologado según las normas de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) de Estados Unidos. Cuando llegó, fue retenido en la aduana de Seattle… y allí estuvo 13 años. Los gastos de almacenamiento superaron los 130.000 dólares (112.578,70 euros, según el cambio actual).

Decidido a disfrutar de su Porsche 959, Bill Gates unió fuerzas con Paul Allen, su socio, el abogado Warren Dean y Bruce Canepa, un reconocido vendedor de coches clásicos. Juntos emprendieron una batalla legal que terminarían ganando.

Su objetivo estaba claro: querían modificar la legislación federal para permitir la importación de vehículos históricos o de especial importancia, producidos en series limitadas… incluso si no cumplían con los estándares de la NHTSA.

De esta manera, Estados Unidos abriría sus puertas a modelos raros e icónicos, que, hasta entonces, eran inaccesibles para los coleccionistas estadounidenses. Tras más de una década de presión, debate y disputas políticas, la determinación de Bill Gates y sus aliados, finalmente, dio sus frutos.

La nueva normativa

En 1999, con Bill Clinton en la Casa Blanca, se aprobó la exención ‘Show or Display’ (Ley de Exhibición de Vehículos). Esta norma permitía la importación de vehículos que tuvieran importancia histórica o tecnológica y fabricados en cantidades inferiores a 500 unidades.

debían cumplir con las normas de emisiones y no recorrer más de 4.000 kilómetros al año en vías públicas. Finalmente, modelos como el Jaguar XJ220, el McLaren F1 y el Bugatti EB110 pudieron cruzar las fronteras estadounidenses.

Y llegó la polémica

Sin embargo, la iniciativa de Bill Gates no estuvo exenta de polémica. Algunos críticos consideraban que esta exención representaba un riesgo potencial para la seguridad vial. Temían que la circulación de vehículos no homologados pudiera poner en peligro a los usuarios de la vía.

Por su parte, quienes apoyaban la legislación se defendieron recordando que las restricciones impuestas al uso y el cumplimiento de las normas medioambientales constituían un compromiso razonable.

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Elena Sanz Bartolomé Perfil de Elena Sanz Bartolomé en Linkedin

Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.

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