Para millones de españoles, quedarse atrapado en un atasco forma parte del día a día. Según los últimos estudios, los conductores madrileños pierden una media de 45 horas al año atrapados en atascos. Esta cifra no solo representa una pérdida de tiempo considerable, sino que también conlleva costes económicos adicionales en términos de combustible y estrés. Situaciones similares se viven en Barcelona, donde los conductores pierden alrededor de 42 horas anuales en retenciones.
Otras ciudades importantes como Valencia y Sevilla también experimentan niveles notables de congestión. En Valencia, los estudios indican una pérdida media de 35 horas al año por conductor debido a los atascos. Sevilla, aunque con una menor densidad de población que las anteriores, no se queda atrás, con una media de 30 horas anuales perdidas en retenciones.
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Estos datos subrayan el desafío persistente de la movilidad en los núcleos urbanos españoles y la necesidad de implementar soluciones efectivas para mitigar el impacto negativo de la congestión en la calidad de vida de los ciudadanos. Para hacer más llevaderos los inevitables atascos, lo mejor es practicar la paciencia y la relajación al volante y, sobre todo, evitar situaciones que desemboquen en un accidente.

Clases de atascos
Las retenciones se pueden dividir en dos grandes grupos: las ciudadanas y las de largos desplazamientos. Las primeras son las que se sufren dentro y en las carreteras de acceso a las ciudades. Suceden durante unas horas fijas al día; las de primera hora de la mañana (entre las 7.00 y las 9.00) y las de la tarde (entre las 18.00 y las 20.00), cuando más gente entra y sale de trabajar, de estudiar o de hacer recados.
Por su parte, los embotellamientos en los grandes desplazamientos no tienen unas horas fijas, pueden suceder en cualquier momento pillando por sorpresa a los conductores.
En esta circunstancia es cuando sucede el llamado efecto acordeón o goma elástica que puede generar impactos por alcances entre los vehículos, ya que se van sumando los tiempos de reacción y frenado de los conductores.

Consejos para evitar accidentes
Conducir durante muchos minutos en un atasco genera ansiedad y agotamiento físico y mental, por lo que es fundamental tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Paciencia: es la regla de oro de los atascos.
- Vigilar el tráfico: se debe de permanecer atento al estado de la carretera.
- Señales: los sistemas de señalización variable y los propios navegadores informan con antelación de los embotellamientos.
- Distancia de seguridad: hay que mantenerla en todo momento para que haya suficiente tiempo para reaccionar y frenar.
- Luces de emergencia: para avisar de una retención, se debe pisar el freno repetidamente.
- Cambio de carril: variar continuamente de carril no ahorra tiempo, ya que los vehículos de esa parte de la vía tienen que frenar, impidiendo una conducción fluida.
- Acelerones y frenazos: para que la circulación fluya, hay que conducir de manera sosegada.
- Apagar el coche: cuando la retención es superior a un minuto hay que apagar el coche para conservar el combustible, salvo durante una nevada, puesto que la calefacción debe permanecer encendida.
- Evitar riesgos: si se encuentra en un atasco de larga duración, no se debe salir del coche a estirar las piernas.
- Respetar a las motos: durante los embotellamientos muchas motocicletas se mueven entre los carriles, por lo que hay que dejar un espacio adecuado y evitar los movimientos bruscos.
- Corredor de emergencia: para facilitar el movimiento ágil de ambulancias, bomberos y otros vehículos prioritarios se debe hacer un desplazamiento hacia el lado izquierdo si vienen por la derecha y hacia el derecho si vienen por la izquierda.
- Efecto ‘mirón’: hay que evitar frenar la marcha cuando se llega a la altura de un accidente. Al frenar se pone en peligro a los demás conductores pudiendo producirse una colisión en cadena.
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