En pleno ciclo económico inflacionista, el mercado de los coches clásicos está resultando un refugio muy seguro para las inversiones de los más afortunados. Lo demuestran las subastas de mayor prestigio, donde piezas extraordinariamente cotizadas, como la que protagoniza esta historia, llegan a alcanzar precios inconcebibles y multiplican su valor en progresión casi geométrica.
Todos los años se celebra en California (Estados Unidos) la subasta anual Gooding & Company, en el escenario idílico a pie de playa del Omni Amelia Island Ressort. En un ambiente de vacaciones al sol, los coleccionistas más afamados acuden a esta importante cita para comprar o vender sus joyas sobre ruedas.
En la última edición, todas las miradas se han posado en un rarísimo ejemplar, que ha destacado entre los demás y ha subido su última puja hasta los 18.045.000 dólares, el equivalente a 17.030.690 euros al cambio actual entre divisas.
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Una fortuna que se explica porque pertenece a una serie limitada del Ferrari 250 GT SWB California Spider. A principios de los años sesenta, se fabricaron en Maranello 37 unidades de este coche.
Un Ferrari 250 GT SWB California Spider único
Y entre esas pocas, esta era aún más especial, puesto que fue destinada a exhibirse en el Salón Internacional del Automóvil de Nueva York de 1962. Para ello, el Ferrari fue pintado en un color exclusivo azul metalizado y dotado de características técnicas únicas. Así se diferenciaba del resto de la pequeñísima producción asignada a este modelo.
Pero, aparte de la gran exclusividad de este mítico Ferrari y su elevado precio, lo más sorprendente del relato es la peripecia que ha vivido desde su ya lejano desembarco en EE UU y el beneficioso negocio que ha proporcionado a sus dueños.
Tras lucirse en el salón de Nueva York, el bello descapotable italiano fue adquirido por un potentado vecino de Hollywood, que lo utilizó hasta 1970, cuando sufrió un grave accidente que dañó el coche de forma considerable. Entonces, ante la tesitura de una reparación que se anunciaba muy costosa, el dueño lo vendió a dos entusiastas coleccionistas de la zona, Charles Betz y Fred Peters.
Especializados en la marca Ferrari, adquirieron el vehículo siniestrado por 2.200 euros, un precio casi ridículo por un coche tan excepcional, incluso estando accidentado y salvando el tiempo transcurrido desde entonces.
Motor V12
Desde entonces, el Ferrari de los años sesenta, una de las épocas más codiciadas por los devotos de la marca del cavallino rampante, durmió el sueño de los justos en un garaje californiano. Y no fue hasta la llegada del nuevo siglo cuando los propietarios decidieron emprender su completa restauración.
El proceso no ha resultado fácil ni mucho menos barato, pero la meticulosa reconstrucción ha merecido la aprobación del departamento Ferrari Classiche, que ha certificado oficialmente el trabajo y que todas las piezas del coche son originales, como si hubiera acabado de fabricarse en la propia fábrica de Maranello.
Ahora, este tesoro con ruedas ha cambiado de manos por la increíble suma de 17 millones de euros y su afortunado dueño puede tener la seguridad de que el 250 GT SWB seguirá revalorizándose con el tiempo.
Mientras, podrá deleitarse al arrancar el motor 3.0 V12 de 240 CV y tres carburadores y escuchar su soberbio sonido, tal como si acabara de salir de la cadena de montaje de la fábrica de Ferrari hace siete décadas.
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