En una escena muy común en las carreteras: gente que a cuenta de la comodidad se juega el fémur. Cuando el copiloto viaja con los pies sobre la guantera o apoyados algo más arriba, en el salpicadero, el peligro es doble.
Si el conductor frena con brusquedad, es probable que ese cuerpo sufra el llamado efecto submarino y se deslice por debajo del cinturón; en un choque frontal, el airbag empujará las rodillas contra el cuerpo. Romperse la nariz con la propia pierna será un problema probable, pero menor.
En 2017, el laboratorio Road and Maritime Services Crashlab, del Gobierno de Nueva Gales del Sur (Australia), comprobó lo que ocurría en un escenario como ese. Hizo chocar un coche contra un muro a 70 km/h con un maniquí de pruebas con los pies sobre el salpicadero, y el muñeco se escurrió del asiento.
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Los mayores daños los causó el cinturón de seguridad, ya que actuó sobre un cuerpo colocado de forma antinatural: toda la fuerza del impacto la recibió el vientre.
El cirujano vascular John Crazier, que colaboró en la investigación, anotó las lesiones potenciales del siniestro: intestinos rotos, aortas desgarradas y hasta una posible rotura de la columna vertebral. Daños capaces causar una parálisis y que “bien podrían matar” al ocupante del coche.
Los riesgos de viajar con los pies en el salpicadero
En el momento del impacto, el cuerpo se pliega y el cinturón de seguridad deja de cumplir su función; si el airbag se dispara, las consecuencias son peores.
Cuando se publicó el estudio, replicado después en otros laboratorios de investigación de accidentes, el Gobierno de ese territorio australiano ofreció un dato: el año anterior habían ingresado más de 400 pasajeros con lesiones asociadas a llevar los pies en el salpicadero.
Las cifras, no obstante, no son tan elocuentes como la radiografía de un fémur fuera de sitio. En un accidente como este, una fractura en la nariz es menos grave que la rotura del mayor hueso del cuerpo.
Ambas consecuencias las sufrió Audra Tatum, víctima prototípica de un siniestro en esas circunstancias, viral hace unos años. Viajaba en su coche con los pies en el salpicadero cuando el vehículo chocó contra otro turismo a unos 72 km/h.
Sufrió cuatro fracturas en el fémur y se partió el tobillo; su propia pierna, empujada hacia atrás por el airbag, le rompió la nariz. La bolsa de aire, que por lo general salva vidas, se despliega en 30 milésimas de segundos a una velocidad de más de 250 km/h, según datos de Volvo.
Fuera del hospital, la responsabilidad última de estos daños es siempre del conductor, obligado por la ley de tráfico a garantizar “su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía”.
En particular, debe encargarse de “mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros”, se lee en el artículo 13. Viajar con los pies en el salpicadero, postura vigilada por la DGT y sancionada por los agentes de tráfico, acarrea una sanción de hasta 100 euros.
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).