Después de levantar una buena polvareda entre los más puristas por su espectacular diseño frontal, el BMW Serie 4 (4,76 metros) va ganando aceptación entre las berlinas deportivas de tamaño medio y silueta cupé. Y en el caso de su versión 420d, que lleva el afamado y silencioso motor diésel 2.0 de cuatro cilindros de la marca (190 CV), consigue su mejor equilibrio entre sensaciones al volante y buenas prestaciones (7,1 segundos en el 0-100 km/h).
A la vez, el propulsor, asociado a un cambio automático secuencial de ocho velocidades, mantiene un gasto de combustible equiparable al de un modelo compacto popular.
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El BMW Serie 4 lo consigue gracias a su sofisticada tecnología. Lleva dos turbos de sobrealimentación, uno más pequeño para funcionar a bajo régimen y otro más grande para rendir el máximo a altas revoluciones, y además está electrificado mediante un apoyo microhíbrido de 48V. Este le aporta 11 CV extra para arrancar o para acelerar desde poca velocidad, y le confiere la etiqueta ECO de la DGT.
Su batería de 0,5 kWh (de tamaño similar a la de algunas bicis eléctricas) se carga en las frenadas o cuando el coche avanza por su propia inercia en el modo rueda libre, por ejemplo en las bajadas o llaneando a velocidad de crucero. El resultado es un consumo oficial de tan solo 4,5 litros cada 100 kilómetros (WLTP), que, durante la prueba en condiciones reales, subió a 5,7 en autovía o autopista y un poco más (6,1) en carreteras secundarias.
Mejor sobre buen asfalto
Y a la satisfacción de un gasto sorprendente para un coche deportivo, el BMW 420d añade unas sensaciones puras, con una gratificante precisión en la dirección y una estabilidad que transmite confianza en las curvas.
Al cupé de BMW le gustan más los asfaltos buenos y secos, ya que sobre firmes degradados y mojados pierde precisión, y la amortiguación posterior llega a hacer tope en los baches. Incluso equipando la suspensión opcional M-Sport que es más rígida, lo que perjudica la precisión de la trayectoria y la comodidad de marcha.
En cuanto al interior, el BMW Serie 4 hereda todo de la berlina homóloga Serie 3. Diseño, ajuste y materiales están cuidados hasta el más mínimo detalle y la sensación de calidad es impecable. La información de la instrumentación digital es muy completa y puede configurarse a voluntad. La pantalla multifunción puede manejarse desde la rueda de la consola, incluyendo la navegación, para no distraer tanto la atención de la carretera.
Las plazas delanteras del BMW Serie 4 son idénticas en tamaño a las del Serie 3, pero no así las posteriores, de configuración 2+2 y que, como peaje principal de la carrocería deportiva de dos puertas, pierden accesibilidad y espacio. Ofrecen sin embargo una altura aceptable para dos adultos, siempre que no sobrepasen 1,80 metros de estatura, pues entonces tendrán problemas para encajar las rodillas y su cabeza rozará con el techo.
Por su parte, el maletero del BMW Serie 4 (440 litros) no pierde tanto respecto al del Serie 3 (480) y permite viajar con bastante equipaje, completando así la vertiente práctica de esta original y refinada berlina deportiva.
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