Las nuevas etiquetas de la DGT y el futuro de los coches en la ciudad

La patronal de fabricantes, Tráfico y los ayuntamientos estudian cómo reducir las emisiones sin desterrar los turismos de los centros urbanos.

DGT
El etiquetado de la DGT es el criterio que se usa para regular las restricciones a la circulación. | Toyota

Cómo rebajar las emisiones sin que los coches particulares desaparezcan de las grandes ciudades. Esa es la clave para el sector de la automoción en España, que apuesta por la descarbonización sin desterrar ninguna tecnología: “Objetivamente, el problema no es tanto diferenciar entre vehículos electrificados o no electrificados, sino entre nuevos y viejos”.

El entrecomillado corresponde al director general de la patronal de fabricantes Anfac, José López-Tafall, que propone un escenario de consenso con los ayuntamientos ante la implantación de las zonas de bajas emisiones (ZBE). Todas las ciudades de más de 50.000 habitantes están obligadas a crearlas antes de 2023.

“La consecución de una movilidad sin emisiones ha de ser 100% compatible con el mantenimiento de la principal industria de nuestro país”, considera López-Tafall, participante en un seminario online organizado por Anfac en el que intervinieron también representantes de los municipios, del Ministerio para la Transición Ecológica y de la patronal logística UNO.

La proliferación de espacios con restricciones al tráfico –que limitan la movilidad de los vehículos en función de sus gases contaminantes– implica no solo a los gobernantes locales, sino también a la DGT. En el modelo de movilidad que se plantea a corto plazo, las etiquetas medioambientales de Tráfico seguirán siendo en España la referencia para clasificar los coches y permitir (o no) que circulen.

En principio, la nueva señal que presentó el organismo para identificar las ZBE solo muestra los distintivos C, ECO y Cero, y por tanto de esas zonas quedarían excluidos aquellos turismos con la pegatina B, que portan los coches de gasolina de entre 2000 y 2006 y los diésel de 2006 a 2013. El 17 de junio, en todo caso, se presenta la Guía técnica para la implementación de zonas de bajas emisiones, que resolverá las dudas. Queda pendiente también la revisión de los distintivos que tenía prevista la DGT para este año, de la que no hay novedades.

Entre tanto, los fabricantes se han encaminado hacia una nueva movilidad electrificada. “Nuestro sector lleva años preparándose para esta transición. Industria y administración debemos colaborar para fijar los objetivos y alcanzar un ecosistema de movilidad sostenible”, insiste López-Tafall, que asimismo reseña un asunto recurrente: “La oferta [de coches eléctricos e híbridos enchufables] existe, pero debemos estimular la demanda con sistemas de ayudas y con el desarrollo de una amplia red de infraestructuras de recarga. En las ciudades grandes hay muchos ciudadanos que no tienen garaje, y esta es una tarea clave para los ayuntamientos: identificar espacios para instalar puntos de recarga y conseguir que se instalen”.

López-Tafall, no obstante, hacen hincapié en que no hay necesidad de rechazar el resto de tecnologías. “Llevamos muchos años trabajando en Europa en la introducción de unos estándares de reducción de emisiones [el más reciente es la normativa actual Euro 6d], y la realidad es que mantener en el parque vehículos de más de 15 años de antigüedad –que son, paradójicamente, los que más crecen en el mercado– es un problema con consecuencias directas en el aumento de emisiones. Es muy importante retirarlos y no poner trabas a la renovación del parque, porque cualquier vehículo nuevo sustituye a diez vehículos antiguos en cuanto a emisiones contaminantes”.

Cuatro perspectivas

Alfonso Gil, responsable de movilidad en la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), considera imprescindible “dejar claras las normas del juego” para avanzar hacia “unas ciudades sin humos ni contaminación acústica”, y por lo mismo apuesta también por “renovar el parque de vehículos”.

Desde el Ministerio para la Transición Ecológica, su director general de Calidad y Evaluación Ambiental, Ismael Aznar, apunta también la necesidad de “unos parámetros comunes mínimos”. “Consideramos que la propuesta de la DGT de señalizar las fronteras de ZBE es positiva, pero es fundamental evaluar el problema en cada caso en cada ciudad, fijar objetivos y marcar medidas como la restricción de acceso a vehículos contaminantes, además de potenciar el transporte público y la movilidad peatonal”.

Desde Anfac, López-Tafall aplaude la aprobación de la ley de cambio climático, pues “supone un marco de referencia que va a permitir avanzar hacia la nueva movilidad”, y defiende asimismo establecer unos criterios homogéneos mínimos que eviten la incertidumbre. “El sistema de etiquetas proporciona una línea efectiva para progresar”, cree.

Las nuevas etiquetas de la DGT

El director de la DGT, Pere Navarro, anunció hace unos meses cambios para el etiquetado medioambiental, al que se achacan algunas deficiencias. Por ejemplo, que a muchos modelos –los microhíbridos, por ejemplo– se les otorgue la etiqueta ECO por el mero hecho de contar con algún tipo de electrificación, sin importar sus emisiones de CO2.

Navarro estableció como fecha límite para el cambio el 1 de julio, pero la modificación sigue en estudio. “Hay trabajos en marcha para analizar el asunto”, confirma Ismael Aznar. “Hay vehículos que cumplen diferentes normativas de emisiones Euro y, sin embargo, comparten distintivo medioambiental. El sistema se puede afinar. Los gases de efecto invernadero [el CO2, fundamentalmente] deberían influir en el etiquetado, que ahora solo tiene en cuenta las partículas contaminantes”, resume.

El presidente de la patronal logística UNO, Francisco Aranda, añade que el sistema debería considerar también otros detalles, como “si el vehículo desempeña un servicio esencial o no”. Y la FEMP apuesta por “evaluar muy bien el objetivo de las etiquetas”. “Tenemos que tener en cuenta los gases, y no nos olvidemos del ruido, pero existe ya un marco. [Si hay una reforma], que no suponga una ruptura y le compliquemos la vida a quien no sabe qué coche comprarse”, dice Alfonso Gil.

En este sentido, López-Tafall aboga por un análisis sereno: “El acuerdo del consejo de ministros que mencionó la revisión de las etiquetas decía que el sistema actual funciona bien. Habría que analizar si alguna novedad tecnológica tiene encaje o no, y en eso deberíamos trabajar, pero sin generar confusión entre los consumidores, y más en tiempos de crisis”.

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