Esta es una profesión que suele llamar la atención a los que les gustan los coches. Y más cuando, como es el caso, se prueba en exclusiva nacional, uno de los deportivos más atractivos e interesantes del mercado. Entonces no es que llame la atención. Es que provoca envidias. De las sanas y de las menos sanas. Y con razón.
Es una pena no poder expresar bien con palabras todo lo que se siente a bordo y a los mandos de una ‘macchina’ como ‘la’ Ferrari 12Cilindri Spider. Aunque el vídeo que puedes ver en este artículo, lo expresa casi mejor.
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Para empezar, con el sonido de su motor V12 atmosférico, esa pieza de ingeniería que tanto gustaba a Enzo Ferrari y de la que decía que era lo que se compraba… que el resto te lo regalaban.
Pues por como suena, no me extraña que valga lo que vale. Porque las cuatro salidas de escape regalan una sinfonía metálica que apetece escuchar in crescendo una y otra vez. Y si se pasa por un túnel, de los varios que pudimos atravesar por los alrededores de Cascais (Portugal), pisar el acelerador es como subir el volumen de la radio cuando suena tu canción favorita. Más si vas sin el techo puesto, claro. Y esto te llena el alma de alegría.

La euforia del alma, esa zona corporal o extra-corpórea que los expertos dicen que pesa 21 gramos, se completa con creces al sentir el empuje, la contundencia y el poderío con el que gana velocidad este Ferrari. Sus 830 CV no se sienten de forma brutal y descontrolada. Todo lo contrario, porque aquí no hay turbo ni sobrecompresión. La suavidad y la linealidad con la que empujan son dignas de mención. De mucha mención.
Y es que también se han tomado una serie de medidas técnicas, como la adopción de unas nuevas bielas de titanio, pistones de aluminio o, sobre todo, una nueva curva de revoluciones modulada para que la entrega de potencia y par sea más lineal entre las 2.000 y las 5.000 vueltas. Y es a partir de ese rango y hasta las 9.500 rpm, donde corta encendido, el tramo donde este coche se siente y empuja como un deportivo de élite. Porque por debajo, es perfectamente conducible para el día a día.
Alguno se preguntará: ¿cómo es posible esa suavidad si saliendo desde parado alcanza los 100 primeros km/h en 2,95 segundos? Pues lo es, pero es una suavidad muy… rápida, muy deportiva. Miss Daisy no estaría contenta, no.

Se podría hacer todo un tratado enciclopédico de cómo se siente este motor, cómo empuja, cómo suena, pero creo que con esto ya se hace uno a la idea bastante bien.
Dirección: un tren va peor
Con dos vueltas de volante de tope a tope, imagina lo que transmite a sus mandos. Cualquier curva de largo o pequeño radio, la toma como si fuera por raíles. O algo mejor. En el AVE, a veces, se notan algunos movimientos parásitos. Aquí no.
Claro que esta hiper-reactividad se puede volver en contra en línea recta, a alta velocidad, y si se pilla alguna zona rizada, donde el Ferrari 12Cilindri Spider se vuelve nervioso y te dice a las claras: “a mi dame buen asfalto y las rectas o las curvas que quieras, que ahí no me voy a quejar”.
Luego está el tren trasero direccional. No es que gire mucho (hasta dos grados), sino que lo puede hacer… ¡una única rueda! Sí, una de las dos puede mantenerse recta y la otra girar a conveniencia del trazado para hacer su paso por él lo más ágil e intuitivo posible. Y esto, da todavía mayor confianza, por lo que en una carretera comarcal puedes acabar circulando a un ritmo muy, muy endiablado.
Claro que a estos ritmos es mejor que no se cambie el ‘Manettino’ del volante al modo ESC OFF, en el que desactiva el control de estabilidad y entonces sí que la tracción trasera y este eje querrá adelantar al frontal a la salida de las curvas y si se acaricia algo más de la cuenta el acelerador.

Por cierto, el cambio, automático de doble embrague y ocho velocidades acompaña en todo momento esa contundencia y linealidad general. Lástima que las levas que hay detrás del volante no giren con él y estén fijas en la columna de dirección. Pero bueno, esto es muy subjetivo y habrá clientes que las prefieran así. Les envidaré igualmente.
Frenos ‘by wire’
¿Qué significa esto? Sencillo y complicado a la vez. Los frenos no tienen conexión física con las ruedas. La presión de los pedales es transmitida a una centralita electrónica y de aquí se traslada a las ruedas.
Esto, en la práctica, se convierte en una reactividad desmesurada y prácticamente inmediata. Y, por supuesto, con una potencia de frenada al nivel de su potencia de aceleración.
Tocando el cielo
No se ha hablado de las turbulencias en el interior si se circula sin el techo que, por otra parte, es lo suyo con este coche. Porque aunque haga frío cuenta con ‘bacquets’ calefactables (y hasta con masaje) y calefacción de tipo ‘bufanda’.

Se puede hablar en un tono normal con el acompañante hasta rozar los 140 km/h, con lo cual, si se circula por una Autobahn alemana y por uno de sus tramos sin límite de velocidad, no habrá problema alguno en ir charlando tranquilamente.

Eso sí, si levantas el brazo y lo estiras un poco, puedes decir, sobre todo a bordo de este coche, que tú sí que has podido tocar el cielo.
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