El Mercedes GLC es el modelo que la marca más vende en el mundo. Y es que los compradores saben lo que hacen, y en este caso, lo que compran. Porque primero, se trata de un SUV, carrocería que sigue de moda; segundo, es un modelo premium y, tercero, aunque se trata de una motorización diésel, su microhibridación le hace valedor de la pegatina ECO de la DGT en el parabrisas.
Esta segunda generación del GLC ha crecido también algo en tamaño (seis centímetros en su longitud, hasta llegar a los 4,72 metros), lo que ha redundado no solo en un habitáculo algo más amplio, sino, sobre todo, en un maletero que gana 50 litros y ofrece ahora una capacidad máxima de 600 litros.
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Interior tecnológico y futurista
En el interior, este Mercedes también ha ganado muchos enteros. Y muchos de ellos se los debe a la gran pantalla multifunción de infoentretenimiento y 11,9 pulgadas, con un sistema MBUX rápido y de control muy intuitivo.
Esta superficie se complementa con otra en los relojes de 12,3 pulgadas, que, además, tiene varias configuraciones. Por si falta algo de información, también el head-up display proyecta una imagen a color en un tamaño similar a unas 25 pulgadas.
El refinamiento de sus acabados y los exquisitos materiales (con multitud de opciones para elegir) dispuestos en este salpicadero, si bien no alcanzan la calidad extrema de antaño, no admiten grandes críticas.
Entre las docenas de funciones que integra, destaca la de capó ‘transparente’, que permite ver los caminos el terreno por donde se va a pasar. Y es que este GLC no solo sirve para ir al teatro en el centro de la ciudad (gracias a su etiqueta ECO), sino que también dará más de una satisfacción fuera del asfalto, aunque la cosa se complique y haga pensar si es una buena idea afrontar lo que aparece delante del coche.
En realidad, pocas cosas pueden hacer encallar al GLC. Y mucho menos si, como en esta unidad, dispone del paquete Offroad (615 euros y muy recomendable). Con él, se podrá aumentar en 20 milímetros la altura al suelo y superar así los caminos con irregularidades más pronunciadas.
Si se habla de espacio, tampoco hay grandes críticas, porque su longitud está muy bien aprovechada. Por anchura, tres adultos pueden ir bastante cómodos, si bien es verdad que el túnel de la transmisión es algo intrusivo para las piernas del pasajero central.
Y con un maletero tipo cueva de 600 litros, hay espacio más que de sobra para las maletas de todo el pasaje en un viaje de vacaciones.
Motor resolutivo
¿Con motor diésel? Sí, así es. Y tan bien que funciona. Y sí, no hay equivocación: lleva la pegatina ECO en el parabrisas gracias a un sistema de hibridación ligera de 48V que cuenta con un motor de 23 CV y 200 Nm que apoya al motor de gasóleo, pero que no mueve el vehículo por sí mismo.
El motor principal es un 2.0 turbodiésel de 197 CV y 440 Nm que se muestra más que suficiente para mover con mucha dignidad un conjunto que pesa nada menos que dos toneladas. De hecho, pasa de 0 a 100 km/h en ocho segundos y puede alcanzar los 219 km/h de velocidad máxima.
Porque, además, no solo lo hace con bastante brío y empuje, sino que su sonoridad está muy bien contenida y el habitáculo notablemente insonorizado, lo que lo convierte en un auténtico devorador de kilómetros. Si a esto se suma un consumo real de entre 6,2 y 6,6 litros cada 100 kilómetros, Mercedes ofrece la receta perfecta para un SUV premium válido para familias viajeras.
Además, si equipa la suspensión Airmatic (neumática y de amortiguación regulable), los trayectos resultan suaves y con un sobresaliente filtrado de los rotos asfálticos.
La precisión de la dirección y la rigidez de la carrocería aportan, por su lado, un comportamiento muy noble con reacciones neutras en las curvas y sin excesivos balanceos, a pesar de tener una suspensión orientada al confort. Eso sí, si se incrementa el ritmo, entra en juego la inercia de sus 2.000 kilos que ni siquiera la electrónica va a ser capaz de detener en un momento dado, aunque es cierto que hará todo lo posible.
En resumen, el GLC resulta ágil y manejable en todo tipo de carreteras. Una virtud que acrecenta el eje trasero direccional, una opción que orienta las ruedas posteriores hasta 4,5 grados en sentido contrario a las delanteras y reduce el diámetro de giro de 11,8 metros del chasis normal a tan solo 11.
Precio y rivales
Su precio parte de los 62.744 euros, pero lo mejor es que se puede elegir el acabado AMG sin sobreprecio, al menos en cuanto a los más deportivos aditamentos estéticos.
En este segmento, sus rivales naturales serían los BMW X3 y Audi Q5. El primero, en su versión xDrive20d, con 190 CV, tiene un precio inicial de 59.900 euros y unas prestaciones muy similares, aunque con un maletero algo más pequeño. Respecto al Audi, la versión 40 TDI ofrece 204 CV y un precio de 60.030 euros con un consumo algo más alto.
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Periodista especializado en motor desde hace más de 20 años, ha trabajado en diferentes gabinetes de prensa (Federación Española de Automovilismo o Circuito del Jarama) y medios especializados (Motor 16, Marca Motor o Auto Bild). Apasionado de coches, motos y, ahora también, de los cacharros con alas.