Los motores diésel modernos requieren para funcionar de un aditivo a base de amoniaco, que se encarga de convertir los gases de óxidos de nitrógeno del escape en vapor de agua. Su nombre comercial es Ad Blue, es obligatorio en este tipo de mecánicas desde 2015 y se almacena en un pequeño depósito que suele tener una capacidad de entre diez y veinte litros según la marca y el modelo de coche.
El Ad Blue se consume a lo largo de los kilómetros y requiere reponerlo cuando su nivel baja al mínimo y se enciende el testigo que lo controla desde el panel de instrumentos. El llenado se realiza por una toma que se encuentra al lado de la del depósito de carburante para lo que se puede utilizar un surtidor específico de las gasolineras o bien hacerlo a mano, mediante garrafas de este producto que se pueden encontrar en tiendas de automoción y estaciones de servicio.
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El gasto del Ad Blue, como el de cualquier combustible, no es exacto y, dependiendo de unas condiciones más exigentes de uso del vehículo (ciudad, montaña…), puede incrementarse respecto a los valores medios declarados por el fabricante del vehículo.
El coche se para y ya no arranca
Por lo general, el consumo real de Ad Blue se sitúa entre uno y cuatro litros cada 1.000 kilómetros, dependiendo del tipo y la potencia del motor. Es un gasto pequeño que suele reponerse en las revisiones periódicas del vehículo y hace que el conductor se confíe y termine olvidándose de este importante aditivo y, lo más importante, de las consecuencias que provoca agotar su reserva.
Antes de salir de viaje, es más que recomendable verificar la cantidad de Ad Blue disponible. Y la razón es que cuando se consume del todo, el coche se detendrá de improviso y ya no será posible volver a arrancar. Una avería seria pero que se produce con cierta frecuencia por olvido o negligencia del conductor y que puede arruinar unas vacaciones.
La razón de este fallo mecánico es que por ley, los coches diésel solo pueden circular con un sistema de catalizador de gases con inyección de Ad Blue. Y si les falta, están programados para detenerse, bloquear el sistema de encendido y evitar así funcionar rebasando el límite permitido de emisiones (80 mg/km de NOx según la última norma Euro6D).
En el cuadro de instrumentos del coche, un testigo avisa con mucho tiempo de antelación (1.000 kilómetros) de que conviene reponer tan necesario líquido. Por todo lo anterior conviene no apurar esta reserva y llenar el depósito cuanto antes para así evitar la sorpresa de quedarse tirado en la carretera por despiste o un exceso de confianza, un percance que puede requerir solicitar un grúa para salir del paso.
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