La pasada primavera, el nuevo Opel Grandland fue presentado y el mundo del motor comprobó que la segunda generación nada tiene que ver con la anterior. Ahora, EL MOTOR lo ha comprobado en una toma de contacto con el buque insignia de la marca alemana.
En esta primera prueba, en la que se han recorrido unos 200 kilómetros repartidos entre autovía, carreteras secundarias y algunas localidades de la provincia de Madrid, queda claro que el Opel Grandland es el coche perfecto para aquellos que buscan un familiar sin complicaciones.
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A bordo del nuevo Opel Grandland
El Opel Grandland recibe al conductor con un puesto en el que llaman la atención tres cosas. La primera de ellas es el resultado del proceso detox que ha hecho la marca: con él han eliminado todo lo que sobraba y han dejado, únicamente, lo realmente necesario.
La segunda es el nivel tecnológico. Detrás del volante, aparece un discreto cuadro de instrumentos, amplio y digital, que sólo proporciona la información esencial y que se combina con el head-up display Intelli-HUD. De esta manera, el conductor evita la necesidad de apartar la vista de la carretera y se concentra en conducir.
La pantalla central, de 16 pulgadas, está ligeramente orientada al conductor. Su funcionamiento es fluido, pero durante el tiempo total de conducción presentó algunos fallos: en repetidas ocasiones, la conexión inalámbrica con Apple CarPlay se iba dejando a ciegas a la persona que va al volante.
La tercera son los asientos ergonómicos con cojines laterales ajustables individualmente, que están certificados por Aktion Gesunder Rücken (AGR). Lo curioso de estos asientos en el Intelli-Seat: una ranura, situada en el centro del asiento, que reduce la presión sobre el coxis y aumenta la comodidad del conductor y su copiloto.
La oferta mecánica del Opel Grandland
El nuevo Opel Grandland llega con una gama mecánica compuesta por tres opciones, todas ellas electrificadas.
La unidad de esta prueba estaba equipada con el conocido esquema de Stellantis: el veterano motor de gasolina turboalimentado de tres cilindros PureTech de 1.2 litros (136 CV), microhibridado con tecnología de 48 voltios y uno eléctrico de 21 kW (28 CV) que está alimentado por una pequeña batería. Lleva una transmisión electrificada de doble embrague y seis velocidades.
La marca asegura que puede realizar el 50% de la conducción en modo eléctrico y su consumo oficial se cifra en 5,5 l/100 km.
El nuevo Opel Grandland puede ser, también, un SUV completamente eléctrico con 213 CV de potencia. De momento, podrá estar equipado con dos baterías:
- 72 kWh (capacidad neta): promete 523 kilómetros de autonomía.
- 82 kWh (capacidad neta): permite recorrer 582 kilómetros.
En el futuro llegará otra con una capacidad de 97 kWh, que asegura un rango de hasta 700 kilómetros. La carga rápida, en corriente continúa, permite potencias de 150-160 kW y, además, cuenta con tres modos de conducción: Normal (con una entrega de potencia de 180 CV), Eco (160 CV) y Sport (213 C).
En la primera parte de 2025, llegará la versión híbrida enchufable (195 CV) con un esquema compuesto por un motor de gasolina 1.6 litros y cuatro cilindros y por uno eléctrico sobre el que todavía no hay detalles. Estarán acompañados por una transmisión automática de siete velocidades. Tampoco hay información sobre su batería; sólo se sabe que tendrá una autonomía de 87 kilómetros.
Prueba del Opel Grandland
Como se mencionaba antes, la unidad que protagoniza esta primera toma de contacto es el Opel Grandland microhíbrido que luce la etiqueta Eco en su parabrisas delantero.
Lo primero que se puede comprobar, al iniciar la ruta en las calles de Madrid, es que el motor eléctrico ayuda al de combustión al arrancar y al acelerar, mientras que permite una conducción totalmente eléctrica durante períodos limitados.
A la hora de pasar a la acción fuera de la urbe, en autovías y carreteras secundarias con algún puerto de por medio, el Opel Grandland proporciona una conducción cómoda la mayor parte del tiempo. Esto se debe a una amortiguación más suave y flexible.
La dirección es suave y las curvas de la M-131, en las inmediaciones de El Berrueco, ponen a prueba el control de la carrocería. El Opel Grandland muestra seguridad, pero no puede disimular que no es un coche hecho para estos escenarios y el balanceo acaba abriéndose paso. Los SUV de este tamaño no suelen ser un ejemplo de excelencia en la conducción.
Cuando se demanda potencia, el conductor se da cuenta de que este no es un coche especialmente rápido, le falta par motor y, en ocasiones, suena forzado cuando se intenta acelerarlo. Se muestra, incluso, perezoso en situaciones en las que se necesita energía como, por ejemplo, los adelantamientos en secundarias: desde que se pisa a fondo el acelerador hasta que responde transcurren unos segundos… que no deberían pasar.
La transmisión ha mejorado y la mayoría de las veces cambia de marcha con suavidad y rapidez, maximizando los 230 Nm de par, pero, de vez en cuando, se sigue atascando. El ruido de rodadura, por su parte, se ha minimizado y, aun así, se cuela por la zona de los retrovisores cuando se circula a 120 km/h por la autovía
En definitiva, la conducción es buena: sin complicaciones y sin esfuerzo para la persona que está al volante, algo crucial para un modelo familiar.
¿Cuánto cuesta el nuevo Opel Grandland?
La gama de precios del Opel Grandland Hybrid, así es cómo han bautizado al microhíbrido, comienzan en 32.400 euros. En el eléctrico (Opel Grandland Electric) todo dependerá de la batería elegida:
- 73 kWh: desde 39.850 euros.
- 82 kWh con el acabado GS: a partir de 44.490 euros.
Finalmente, cuando llegue en 2025, la variante híbrida enchufable del Opel Grandland estará disponible con precios que arrancarán en 39.350 euros.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.