Mercedes ha rescatado el espíritu del Mercedes C111 y lo ha reinterpretado para dar forma a un prototipo, que también tiene rasgos del icónico Mercedes SL 300. El resultado es el Mercedes Vision One-Eleven, un deportivo que demuestra que, a veces, el futuro está en el pasado.
En los años 60 y 70, Mercedes dio forma a la serie C111 integrada por deportivos experimentales, equipados con motores rotativos de tipo Wankel, V8 y diésel de cinco cilindros, que sirvieron como banco de pruebas.
Mercedes sólo fabricó 16 unidades y algunas de ellas fueron empleadas para establecer varios récords en la pista de pruebas de Nardo (Italia). El último concepto, el C111 IV, superó los 403,76 km/h en 1979 impulsado por un V8 de 4.8 litros que desarrollaba una potencia de 500 CV.
Un Mercedes C111 moderno
El Vision One-Eleven es el encargado de recoger el relevo de los Mercedes C111 para mostrar hacia dónde se dirigirá la marca en los próximos años. Teñido de naranja con un toque de cobre para homenajear al modelo en el que se ha inspirado, su carrocería es todo un ejercicio de aerodinámica: no en vano, mide 1,17 metros de alto.
Su capó tiene unas ventilaciones gemelas que recuerdan a los prototipos de los años 70. Desemboca, por un lado, en una parrilla digital ovalada con dos faros redondos LED y está enmarcada por las entradas de aire de las esquinas integradas por tres ranuras. Y, por otro, en el techo que se extiende hasta la luneta trasera. Destaca, también, el enorme spoiler delantero.
En la vista lateral la atención se centra en los faldones, que conducen el de aire hacia atrás, en las llantas de aleación, que tienen una única tuerca central, y, sobre todo, en las puertas de ala de gaviota que dan acceso al interior.
La zaga está dominada por un gran alerón pensado para aumentar la carga aerodinámica: bajo él surge una sección ovalada y pixelada, igual que la de la parte frontal y un extravagante difusor en la parte inferior.
Los futuros motores de AMG
Con el diseño del Vision One-Eleven, Mercedes ha querido rendir un homenaje a su pasado, pero con la configuración mecánica ha hecho una oda al futuro. Está equipado con motores de flujo axial de YASA, compañía que es propiedad de los alemanes.
Son, según la marca, más livianos, más compactos y más potentes que los motores de flujo radial. Serán los que equipe su próxima generación de vehículos eléctricos, aunque, eso sí, los utilizará, sobre todo, en los modelos firmados por AMG.
Baterías de F1
Las baterías del Vision One-Eleven son de alto rendimiento: han sido desarrolladas con la ayuda del equipo de F1 y están compuestas por celdas cilíndricas que tienen una química novedosa y están refrigeradas por líquido.
Su sistema de gestión térmica garantiza su funcionamiento será, siempre, a 113 grados: independientemente de la frecuencia con la que se cargue o descargue. Mercedes, eso sí, se ha reservado sus datos técnicos.
Un interior ‘espacial’
Las puertas de ala de gaviota del Vision One-Eleven dan acceso a un moderno interior que nada tiene ver con el de un deportivo: se parece más al de una berlina. Esta amplitud se debe, en parte, al pequeño tamaño de los motores eléctricos. Mercedes explica que han apostado por este diseño porque, en un futuro, incluso los modelos más prestacionales podrán conducirse solos.
Dentro del Mercedes Vision One-Eleven hay un par de asientos tipo báquet revestidos en un material plateado, que parecen rescatados de la carrera espacial de los años 60. Impera el color blanco, que contrasta con las inserciones en cuero de algunos elementos como, por ejemplo, el volante rectangular.
Junto a él, el conductor dispone de una pequeña pantalla de alta resolución y, a lo largo de todo el salpicadero, han instalado otra de píxeles. Además, gracias al casco Magic Leap 2 que incluye realidad aumentada, el interior del Vision One-Eleven se convierte en una interfaz.
No obstante, el Mercedes Vision One-Eleven es sólo un concepto: la marca alemana no ha proporcionado detalles técnicos reales y todo apunta a que se quedará en la sala de exposición. Lo que sí saldrán serán algunas de sus tecnologías, así como los avances mecánicos.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.