A estas alturas, no hay dudas de que el CO2 que sale por el tubo de escape de los coches es una causa importante de contaminación en las ciudades. No obstante, si no hay más remedio que usar el coche, siempre es buen momento para recordar que se puede reducir el impacto de los vehículos si se tienen en cuenta algunas premisas.
Lo primero que hay que tener claro es que un coche contamina principalmente por tres causas: las emisiones de gases contaminantes, que producen los motores de combustión; el alto consumo de combustible, derivado de una conducción poco eficiente; y por los residuos generados durante su reparación o mantenimiento, sobre todo cuando no se es cuidadoso con el vehículo. ¿Cómo reducirlas?
Evitar los gases contaminantes
Todo motor térmico de combustión por medio de gasolina o gasoil genera humos que se vierten directamente en la atmósfera. Este humo está compuesto por CO2, el principal causante del efecto invernadero. ¿Qué se puede hacer?
1. No dejar el coche en marcha. En una parada de más de un minuto, conviene detener el motor para dejar de emitir gases. Sería conveniente desterrar prácticas tan comunes como esperar durante largo rato a alguien con motor en marcha y la calefacción o el aire acondicionado encendidos.
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2. Revisar el tubo de escape y el catalizador. El sistema de escape de los automóviles es el lugar donde se procura atrapar el máximo posible de sustancias nocivas derivadas de la combustión antes de ser emitidas a la atmósfera, por ello es imprescindible asegurarnos de que no hay fugas. Por otra parte, una mala combustión del motor puede producir mayor cantidad de humo.
3. No correr. Moderar la velocidad es una buena solución contra la huella de carbono. Es conveniente evitar los acelerones, por ejemplo a la salida de un semáforo o en un adelantamiento. Por descontado, tampoco es bueno dar pequeños acelerones en punto muerto, ni al arrancar ni en un semáforo o en el garaje.
4. Usar las marchas adecuadas. Salir siempre en primera y cambiar progresivamente a segunda y tercera antes de revolucionar el motor más de la cuenta. Después es preferible circular con marchas largas y con las revoluciones bajas, manteniendo siempre una velocidad constante. De esta manera el motor irá más desahogado y producirá menor combustión. En los motores de gasolina es mejor cambiar de marcha alrededor de las 2.000 revoluciones por minuto; sin embargo, en los diésel, entre las 1.500 y las 2.000.
5. Comprobar la batería y los sistemas de encendido. Tanto las bujías en vehículos de gasolina como los calentadores en los diésel deben estar en buenas condiciones, ya que son los que proporcionan al motor una combustión mucho más eficaz. Precisamente los combustibles mal quemados son los principales causantes de la contaminación.
6. Compartir coche. Se trata de una de las mejores opciones para descontaminar las ciudades, porque se reduce el número de coches soltando humo. Existen varias opciones de carsharing, incluidas las que permiten disfrutar de un mismo coche a varias personas. Si además se opta por un coche eléctrico, el trayecto será 100% cero emisiones.
Reducir el consumo de combustible
Es evidente que cuanto más combustible consuma el coche mayor huella de carbono dejará en la atmósfera, por eso conviene tener en cuenta algunas prácticas que permitan controlar ese consumo.
7. Planificar bien la ruta. Elegir la vía más corta y la menos congestionada ayudará sin duda a reducir la emisión de gases.
8. Limitar el uso de aire acondicionado. El aire acondicionado gasta combustible, por lo que conviene tenerlo apagado en momentos en los que no es tan necesario. Por ejemplo, a poca velocidad, ya que se pueden bajar las ventanillas. Por el contrario, a mayor velocidad, llevar los cristales abiertos perjudica la aerodinámica y se gasta más combustible, por lo que el coche contamina más.
9. Revisar las ruedas. Tanto la presión de los neumáticos, como el estado de la banda de rodadura y la profundidad del dibujo de la misma (nunca inferior a 1,6 milímetros) influyen directamente en el consumo total de un vehículo. Por ello conviene que se revisen una vez al mes y en frío.
10. Evitar el exceso de equipaje. No conviene sobrecargar el coche, ni mucho menos utilizar el maletero como lugar de almacenaje, ya que por cada 100 kilos de peso extra se incrementa el gasto de combustible un 5%. Por otra parte, llevar puesta la baca (si no se usa) supone también un consumo de combustible innecesario.
11. Mantener limpio el sistema de inyección. Es una de las mejores formas de evitar un mayor consumo de combustible.
12. Revisar el filtro de aceite. Un motor bien lubricado expulsa menos humo y además mantener el filtro de aceite limpio para que entre aire correctamente influye directamente en el consumo.
13. Anticiparse en las maniobras. Conducir con anticipación evitando los frenazos bruscos y sabiendo gestionar la inercia del vehículo para aprovechar mejor el combustible ayudará también a reducir el CO2. Si al llegar a un semáforo en rojo se deja de pisar el acelerador para aprovechar el impulso, el vehículo se moverá sin gastar combustible.
Controlar los residuos por mantenimiento
La contaminación no solo se produce por el humo que sale del tubo de escape, ya que el cambio de piezas, líquidos y otros repuestos que derivan de roturas o desgastes también generan una serie de residuos nocivos para el medio ambiente. En este caso las soluciones parten de un cuidado óptimo del vehículo para que ni el mantenimiento ni las reparaciones durante su vida útil sean demasiado graves.
14. Mantener el coche a punto. Realizar las revisiones periódicas necesarias para evitar que el vehículo sufra mayores deterioros con el tiempo o el uso. Es importante vigilar el nivel de aceite ya que el correcto engrase de las piezas móviles del motor es lo que hace que un motor dure más y no haya que sustituir piezas debido al efecto de la fricción. Por otra parte, es preciso mantener bien alineada la dirección y un correcto estado de los amortiguadores para desgastar menos las ruedas y los frenos.
15. Adquirir un coche nuevo. Si el coche es demasiado viejo y solo acumula averías y reparaciones, es probable que contamine mucho más. En este caso, lo ideal sería plantearse adquirir uno nuevo, aunque la economía no siempre acompaña a la intención en estas circunstancias. Pero, si fuera posible, lo mejor es optar por un vehículo eléctrico que aporta cero emisiones de CO2. O uno híbrido enchufable, que permite contaminar lo menos posible en recorridos cortos.
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