Desde los años 90, la presencia del catalizador es obligatoria en los coches nuevos que se venden en Europa: concretamente, desde 1993 para los de gasolina y desde 1997 para los diésel. Su expansión los convirtió, al mismo tiempo, en objeto de deseo para los delincuentes. Sin embargo, no es el único riesgo asociado a este componente.
La función del catalizador pasa por eliminar los gases contaminantes que salen a través del escape: óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, hidrocarburos… Para ello, en su interior, se generan una serie de reacciones químicas exotérmicas.
Para que este proceso sea el idóneo y queme, al menos, el 90% de esos gases, el catalizador tiene que alcanzar una temperatura mínima de 200 grados. No obstante, su horquilla habitual de funcionamiento se fija entre los 400 y los 800 grados.
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Según un informe de Centro Zaragoza, un instituto de investigación de vehículos propiedad de varias aseguradoras, la temperatura media que alcanza la parte inferior y posterior de un catalizador es de 210 grados. Las cifras recopiladas en coches con el motor al ralentí y en parado, después de haber estado circulando, oscilan entre los 100 y 320 grados.
Es esta la razón por la que los fabricantes de coches y de catalizadores recomiendan, en el manual del vehículo, no aparcar sobre material inflamable debido al peligro de incendio que existe. ¿Qué entienden por material inflamable? Vegetación seca, plásticos, papeles…
Cuidado al aparcar
Eso sí, de entre todos ellos, destacan uno cuya facilidad para provocar un incendio es más elevada: la vegetación seca, ya que suele quemarse superficialmente entre 200 y 250 grados y el fuego se puede originar en un rango comprendido entre los 300 y los 400 grados.
Son temperaturas que el catalizador alcanza fácilmente cuando el coche detiene su marcha después de un trayecto. A esto hay que añadir que las condiciones climatológicas pueden incrementar el riesgo de incendio, sobre todo en verano, cuando las temperaturas suben y las precipitaciones son más escasas.
Por ello, las autoridades aconsejan aparcar los vehículos siempre en las zonas habilitadas para ello: nunca fuera de los caminos para que el coche no se convierta en el origen de un incendio o de un incidente más grave si se produce una explosión.
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