La historia del Ford Fiesta y su enigmático origen

El popular utilitario va a dejar de fabricarse este mismo año tras casi medio siglo de éxito comercial en numerosos mercados.

Ford ya anunció hace meses que dejará de fabricar el Fiesta a partir de este mismo verano. Ha sido un modelo que ha marcado toda una época, al estar casi cinco décadas en activo y conseguir durante ese tiempo acumular unas ventas superiores a los 22 millones de unidades. 

Para descubrir su origen, hay que trasladarse hasta los Estados Unidos de principios de los setenta, una época en la que los tres grandes fabricantes norteamericanos (General Motors, Chrysler y Ford) campaban a sus anchas en un país copado por los coches grandes, potentes y de propulsión trasera, sin plantearse siquiera la existencia de los pequeños coches utilitarios que ganaban terreno en otros mercados como el europeo. 

Pero unas inocentes vacaciones cambiaron el curso de la historia. En el transcurso de una escapada a Roma acompañado de su esposa, Henry Ford II alquiló para desplazarse un Fiat 127 que le impresionó por su manejabilidad y eficiencia. Una agradable experiencia que, como se vería después, dejaría huella en el nieto del fundador de la marca. 

Los ingenieros que desarrollaron el Ford Fiesta posando con un prototipo (1975).

Máximo secreto

Y es que, de vuelta en su cuartel general de Detroit, Ford venció las reticencias de muchos de sus directivos, incluso europeos, que rechazaban fabricar coches pequeños por su escaso margen de beneficio, e impulsó un proyecto inédito bautizado en clave con el nombre de Bobcat. Una decisión en la que fue decisivo el apoyo del por entonces presidente de la compañía, el siempre perspicaz directivo Lee Iacocca.

Fue entonces cuando la marca del óvalo azul emprendió el mayor estudio de mercado realizado hasta entonces para explorar las posibilidades comerciales de un coche todavía más pequeño que el Escort de la época, y que no tardaría en comenzar su desarrollo bajo el máximo de los secretos. 

Primeras unidades del Fiesta producidas en Valencia (1976).

Dos equipos de ingenieros comenzaron entonces a trabajar simultáneamente tomando como punto de partida el Fiat 127, y mientras que el primero desarrollaba un motor propia adaptable al chasis del italiano, el segundo hacía lo propio con un chasis adecuado para alojar su mecánica de tracción delantera. Una tecnología insólita en los modelos de la marca con la única excepción del Taunus, una berlina que Ford fabricaba desde hacía tiempo en Alemania. 

Mientras tanto, todos los modelos de la época que rivalizarían con el futuro Bobcat (Honda Civic, Peugeot 104, Renault 5…) fueron minuciosamente desmenuzados por los ingenieros para ajustar aún más los costes de fabricación de cada pieza y componente. 

Fiesta Ghia (1983).

La decisiva factoría de Valencia

Con la mira puesta en el mercado mundial y especialmente en el europeo, la producción del nuevo modelo preveía rebasar desde el principio las 500.000 unidades anuales y su distribución seguiría un planteamiento global, por lo que inicialmente se destinarían dos fábricas de las ya existentes: la planta Ford de Saarlouis (Alemania) fue ampliada, y la de Dagenham (Reino Unido) se reacondicionó para cumplir con las nuevas exigencias.

Versión deportiva XR2i (1989).

Pero ante un proyecto tan ambicioso no bastarían para hacer frente a las cifras previstas, y es entonces cuando Ford decidió establecer una tercera factoría en la localidad valenciana de Almussafes, que sería decisiva en la historia del Fiesta. 

Mientras tanto, el proyecto Bobcat iba tomando su forma definitiva. Una carrocería compacta de 3,5 metros de largo albergaba un motor delantero 1.0 de cuatro cilindros con 40 CV de potencia en posición transversal. Pesaba tan solo 700 kilos y alcanzaba una velocidad de 130 km/h. 

Fiesta (2006).

Un coche innovador

Además, el nuevo Ford incorporó en su concepción tecnologías innovadoras en el segmento. Por ejemplo, un tren delantero que había sido patentado por el propio expresidente de Ford, Earle S. McPherson, y estrenó un eje trasero con un nuevo sistema de estabilización. En cuanto a la seguridad de la carrocería, sería uno de los primeros coches desarrollados con simulaciones por ordenador para mejorar su resistencia ante los impactos. 

Fiesta (2009).

El nuevo utilitario también aportaba una aerodinámica muy perfeccionada (Cx=0,42) que, junto con su ligereza, propiciaba un consumo muy contenido para la época (5,6 l/100 km), otra característica que reforzaría su reclamo comercial durante la primera crisis de petróleo desatada a principios de los setenta por la guerra mantenida por Israel contra Siria y Egipto. 

Fiesta (2013).

Cristales templados de seguridad, cinturones enrollables y regulables o la luneta trasera térmica eran de serie ya desde las primeras versiones. Y la lista de equipamiento opcional, que incluía propuestas como el techo solar practicable, se igualaba por primera vez en la categoría a la de coches de segmentos superiores.

Fiesta Active (2017).

El primer modelo global  

Finalmente, el Bobcat estuvo listo para su lanzamiento y solo quedaba por decidir su nombre comercial. Después de varias discusiones entre los directivos de Ford y barajar otros nombres como Bravo, el propio presidente de la compañía Henry Ford II, que había impulsado personalmente el proyecto, zanjó la cuestión eligiendo el nombre de Fiesta para lanzar el primer modelo de la marca concebido especialmente para el mercado global. 

Pronto se ofrecieron múltiples versiones con diferente personalidad, como las S deportivas (precedentes de los afamados XR2 y actuales ST), Ghia de corte más lujoso o diversas variantes comerciales con mayor capacidad de carga.

Al tiempo, el Fiesta se convirtió en un afamado coche de rallys que, desde su primera generación, fue pilotado por campeones de la talla de Ari Vatanen. Con él, Sébastien Ogier se convirtió en Campeón del Mundo en 2017 y 2018.

Fiesta WRC (2018).

A lo largo de su evolución, el Fiesta se adjudicó importantes hitos en la historia del automóvil, como ser el primero de su segmento en ofrecer una motorización diésel (1984), incorporar el antibloqueo de frenos ABS (1989) y en ofrecer el airbag del conductor como equipo de serie (1994). 

La llegada al mercado del Fiesta se produjo simultáneamente en Europa y EE UU en 1976 y, además de en las fábricas europeas, también se ensambló en otras plantas que se abrieron sucesivamente en México, Brasil, China y Sudáfrica. Desde entonces, han pasado 47 años en los que el Ford Fiesta ha evolucionado a través de ocho generaciones hasta la actual, que será la última de este pequeño gigante de Ford. 

Las siete generaciones anteriores del Fiesta frente a la factoría de Dagenham (Reino Unido).

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