Los chispazos del cerebro no mienten. Cuando un conductor conversa al volante con el manos libres o recibe un mensaje o tiene que apagar un incendio por teléfono, en fin, cuando conduce y la vida lo sobrepasa, su cabeza va colapsando bajo la corteza cerebral. No es una campaña de la DGT, sino neurociencia: el móvil en el coche multiplica por dos la probabilidad de cometer errores graves en la conducción.
A esta conclusión genérica han llegado los autores de una investigación encabezada por la Fundación Mapfre, cuyos resultados han despedazado algunas creencias actuales. Los responsables del estudio apuntan que responder una llamada relajada “disminuye la atención un 36%”, y el porcentaje sube al 40% cuando la comunicación resulta estresante.
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Hasta ahora se creía que una conversación de ascensor (corta e intrascendente) en el habitáculo del coche no implicaba apenas riesgo, pero los datos demuestran lo contrario. “Ha cambiado el paradigma: en una llamada relajada la atención disminuye casi lo mismo, y además se cometen más errores de conducción porque el automovilista baja la guardia”, resume el director de Prevención y Seguridad vial de la Fundación Mapfre, Jesús Monclús.
Si el automovilista lee y responde mensajes de WhatsApp, la pérdida de atención es del 53%. En ese caso, una parte del cerebro se enciende al rojo vivo: “Se puede apreciar una mayor activación del área occipital izquierda, que indica una clara tendencia al procesamiento de nuestra visión derecha”, recoge el estudio. Una evidencia neurológica de que las cabezas se centran en el teléfono (situado a la derecha del volante) y desatienden la conducción.
Lo anterior ya se sospechaba, pero no existía una prueba tan directa, porque las señales eléctricas de las neuronas no disimulan. Y las distracciones, y esto sí son datos de Tráfico, matan a más de 300 personas al año en la carretera. El estudio de la Fundación Mapfre, con la colaboración de Adhara Research y el Instituto de la Movilidad Sostenible, sentó en un simulador a 24 personas (hombres y mujeres, conductores jóvenes y mayores, descansados y con somnolencia) para que completaran un recorrido determinado al tiempo que respondían a dos llamadas de teléfono (una conversación intrascendente y otra estresante) y respondían un mensaje de WhatsApp.
Como principal resultado, se ha averiguado que cualquier uso del móvil duplica la probabilidad de cometer fallos de conducción o sufrir un siniestro; errores tan graves como salirse de la vía, chocar con otro vehículo o atropellar a un peatón.
Sucedió con más frecuencia (virtualmente) durante las conversaciones tranquilas, pues la relajación induce a una conducción desmayada: un automovilista que solo conduce comete una media de 33,7 errores por hora. La cifra sube a 61,7 con una llamada estresante y aumenta a 72,7 por el uso de WhatsApp, y alcanza los 79 con una conversación relajada. Al contrario, una llamada intrascendente no induce a cometer infracciones, como sí ocurre cuando se intercambian mensajes: la probabilidad de saltarse un semáforo es cuatro veces superior.
Cansancio al volante
Conducir cansado conlleva un incremento generalizado de la actividad cerebral en cualquiera de las condiciones analizadas en el estudio. Es más: la atención en caso de automovilistas cansados se reduce en un 52,5%, casi tan significativa como la correspondiente a usar el WhatsApp. Si se unen ambas circunstancias, somnolencia más un mensaje, los cerebros se desploman: la atención cae un 66,7%.
En ese escenario peligroso, uno de los hallazgos más llamativos de la investigación es lo que los autores han denominado “efecto despertar”, algo así como un respingo cerebral. Los conductores que iniciaron la prueba con la atención a la mitad (debido al cansancio), incrementaron su concentración cuando respondieron a una llamada relajada y a otra estresante de tres minutos de duración: se espabilaron y estuvieron más centrados, pero los investigadores advierten: “Más allá de los tres primeros minutos [el estudio no fue más allá], el efecto de la llamada puede ser peligroso”.
Más gasto de combustible
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