Un estudio realizado por la Universidad de Valencia desvela que la presencia de un radar logra reducir el número de accidentes, de media, un 22%. Puede que a este vecino le haya llegado este dato (o no), pero ha decidido transformar un elemento cotidiano en un falso cinemómetro: una tendencia cada vez más común.
Hasta hace poco, no había nada que obligara a los conductores que atravesaban La Douze (una localidad situada en la región francesa de Dordoña) a reducir la velocidad. Ni siquiera la presencia del colegio de esta población de poco más de mil habitantes.
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Esto ha cambiado desde que una familia que vive al borde de la carretera, donde casi nadie respeta los límites de velocidad, ha convertido su buzón en un radar falso. Sus miembros aseguran que, desde que tomaron esta decisión, corren “menos riesgos”.
La idea no se les ocurrió a ellos: la copiaron de otras personas que ya habían tenido el mismo problema previamente. Hubo quien transformó una caja de pizza en un cinemómetro y también una máquina expendedora de alimentos: manualidades que resultaron suficientes para animar a los conductores a reducir la velocidad.
Igual que en Francia, en Estados Unidos o en España también hay quien ha apostado por este truco. Hace unos años, un vecino de Añorga, un barrio de San Sebastián, instaló un radar falso en su jardín.
Visible desde la carretera, con su presencia logró que los conductores respetasen el límite especificado en las señales: 30 km/h. Las autoridades expresaron sus dudas sobre la posibilidad de obligarle a retirarlo, ya que está en una propiedad privada y no funcionaba como un radar.
Los radares falsos de la DGT
Lo cierto es que la Dirección General de Tráfico (DGT) también tiene en nómina unos cuantos radares falsos. Así lo confirmó en su momento el director de Tráfico, Pere Navarro, en una entrevista concedida a Europa Press.
Eso sí, la DGT no transforma objetos cotidianos: aprovecha las estructuras de los radares fijos, que son los únicos que se pueden convertir en falsos, porque, como asegura Pere Navarro, el cartel que avisa de la presencia de uno de estos dispositivos ya surte efecto por sí solo.
Por lo tanto, en las carreteras españolas hay cajas, postes y pórticos que están vacíos. ¿Cuántos? Según el director de la DGT, un tercio, es decir, más de 200 dispositivos. No obstante, identificar su ubicación es imposible, porque van rotando para que no sean siempre los mismos.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.