La electrificación del mercado automovilístico en Europa, para terminar alcanzando la neutralidad de carbono en el año 2050, está siendo un camino de espinas. A la falta de inercia en la compra de vehículos eléctricos, hay que añadir el déficit de puntos de carga y la lentitud en el descenso de las emisiones.
Tras dos años consecutivos (2020 y 2021) con una reducción de emisiones en torno al 12%, influenciada por la pandemia y la menor movilidad, las estadísticas de 2022 son peores. Según los datos de la Agencia Europea de Medioambiente, durante el primer semestre se produjo un exiguo descenso del 2%.
Además, ya hay países que tienen en la agenda, a corto plazo, comenzar a cobrar impuestos a los vehículos electrificados. Un gravamen del que hasta ahora se encontraban exentos y que pretende equiparar en materia impositiva los coches sin emisiones con los de combustión interna.
Pero la puntilla a la electrificación del mercado se la puede dar Alemania. Las autoridades germanas en materia energética están dispuestas a limitar la potencia de carga de los coches eléctricos.
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Puntos de recarga
Alemania cuenta con alrededor de 50.000 cargadores eléctricos en las vías públicas, y el Ejecutivo se ha comprometido a instalar un millón de puntos de carga antes del 2030. A estas cifras, ya de por sí importantes, hay que añadir los cargadores privados de los que no se tienen datos.
La proliferación de estos puntos personales, unida a las bombas de calor de las calefacciones, han comenzado a saturar la red alemana con la llegada de los meses de invierno.
Limitar la energía
Por esta razón, la Agencia Federal de Redes de Alemania (BNetzA) pondrá en marcha en enero de 2024 un plan que permitirá a los operadores limitar de forma remota el uso de la calefacción y los cargadores de vehículos eléctricos sin la autorización de los usuarios.
Este plan ha despertado las críticas, entre otras entidades, de la Asociación Alemana de la Industria del Automóvil (VDA), que no entiende la limitación de las recargas en los puntos particulares si, al mismo tiempo, se incentiva la compra de vehículos eléctricos.
Potencia máxima
La BNetzA propone restringir a 3,7 kW la potencia de carga doméstica para abastecer a los vehículos eléctricos. Esto supondrá que muchas viviendas y edificios de oficinas vean reducida a más de la mitad la potencia que ofrecen sus cargadores.
Si se toma un vehículo urbano eléctrico como referencia, por ejemplo un Nissan Leaf, con una batería de 40 kWh, a una potencia de 3,7 kW necesitaría más de 10 horas para recargarse completamente.
En el caso de un Tesla Model 3, con una batería de 75 kWh, harían falta casi 20 horas de carga a 3,7 kW para llegar al 100%.
Los propietarios alemanes de los coches híbridos enchufables no tendrían tantos problemas de tiempo de carga. Aun así, un Kia Niro PHEV (su batería es de 11,1 kWh) necesitaría de tres horas de carga.
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