Radares de ruido y coches deportivos: se desata la guerra con los escapes de serie 

Estos dispositivos no diferencian entre los originales y los añadidos posteriormente: todo un problema para los modelos más prestacionales.

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El Lamborghini Huracán Performante.

En muchas las ciudades (Ámsterdam, Londres, París, Nueva York…) luchan contra la contaminación acústica del tráfico rodado instalando radares de ruido. Vigilan los decibelios procedentes de los tubos de escape… sin hacer distinciones. Algo que ha desatado toda una batalla.

La mayoría de las normativas que regulan la contaminación acústica tienen como objetivo poner coto a los vehículos con escapes modificados. Sin embargo, estos sistemas no diferencian entre los accesorios originales y los añadidos posteriormente. Esto supone un problema para los coches más prestacionales.

Nueva York instaló radares de ruido que se activan cuando un vehículo produce, al menos, 85 decibelios a una distancia de 15 o más metros desde el lugar en el que están instalados. Eligieron esa cifra porque, a partir de ese nivel, el ruido puede producir daños en la audición humana.

Cuando un escape supera los 85 dB, la cámara del radar de sonido hace una fotografía al infractor y emite una multa. La primera vez, es de 800 dólares (720 euros, según el cambio actual), la segunda es de 1.700 (1.530 euros) y la tercera es de 2.700 dólares (2.430 euros).

Un ruidoso escape de serie

El propietario de un Lamborghini Huracán Performante ha recibido una de estas sanciones y ha decidido actuar: ha demandado a la ciudad de Nueva York argumentando que su deportivo tiene todo de serie y, por lo tanto, no debería ser multado.

Para cerciorarse de ello, llevó el coche al concesionario que la marca tiene en Manhattan. Allí confirmaron lo que ya sabía: su Lamborghini Huracán Performante es de serie.

Hay que tener en cuenta, eso sí, que el modelo italiano es significativamente más ruidoso que la mayoría de los vehículos, aunque cumpla con la normativa. La edición especial Performante está equipada con un V10 de 5.2 litros que entrega 640 CV (a 8.000 rpm) y tiene un par máximo de 600 Nm (6.500 rpm).

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En la demanda, el propietario del Lamborghini puntualiza que no provocó ni permitió que “el sonido total del vehículo superara las restricciones” y añade que condujo “de manera normal y razonable”. El documento afirma que la única forma de evitar futuras multas es dejar de conducir el deportivo: “Algo que sería indudablemente irrazonable”.

La respuesta de Nueva York

Después de que la historia llegase a los medios, el Departamento de Protección Ambiental de Nueva York se pronunció al respecto: “El Código de Ruido, que establece un límite legal en los cinco distritos, se aplica a todos los vehículos de motor: estén modificados o no”.

Puede que la velocidad no fuese el factor que provocó que el Lamborghini Huracán Performante superase los decibelios permitidos, pero hay que tener en cuenta algo más. Ese mismo día, el conductor del deportivo italiano recibió dos multas más: una por saltarse un semáforo en rojo y otra por exceso de velocidad en una zona escolar.

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