Marginal y artesanal, el fabricante Morgan ha sabido preservar su independencia a lo largo de las décadas y seguir fiel a las ideas originales de su fundador.
Henry Frederick Stanley Morgan, también conocido por sus iniciales HFS, nació en 1881 y era hijo de un pastor presbiteriano que dirigía su congregación en el condado británico de Herefordshire. Y como muchos de los jóvenes de aquella época, pronto se sintió atraído por las nuevas tecnologías derivadas de la Revolución Industrial.
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Después de trabajar en la fábrica de locomotoras Great Western Railway, en 1906 y a los 25 años abrió por su cuenta un taller de reparación de automóviles en la localidad inglesa de Malvern Link, convirtiéndose además en concesionario de la marca británica Wolseley y de la francesa Darracq.
El único coche expuesto en Harrods
Y no tardaría mucho en materializar sus propias ideas ya que, tres años después, construyó su primer vehículo de tres ruedas, el Runabout, que era un ligero cyclecar monoplaza, de chasis tubular, animado por un motor delantero de origen Peugeot y que se conducía con una palanca a modo de timón.
Aunque al principio no consiguió el resultado comercial esperado, el siguiente modelo de Morgan causó sensación. Era de dos plazas, llevaba capota para protegerse de la lluvia y un volante convencional para dirigirlo.
Tanto éxito tuvo que los prestigiosos almacenes londinenses Harrods, sin que sirviera de precedente, decidieron exponerlo en su escaparate, convirtiéndose así en el primer concesionario de la marca.
Sin duda, Morgan tenía unas ideas muy acertadas, ya que 114 años después, las primitivas instalaciones de Malvern Link siguen en activo, convenientemente ampliadas, y fabrican entre otros un modelo con una arquitectura similar al concebido por el fundador de la marca: el Super 3.
Motores de moto
Sin embargo, la compañía Morgan como tal no fue establecida hasta 1912, y desde entonces y hasta 1950 se centró en la fabricación de triciclos ligeros. Unos vehículos que pronto se ganaron una buena fama en el mercado británico, tanto por su deportividad como por su fiabilidad y precio asequible.
Pero es que además, por su condición de triciclos, gozaban de una menor fiscalidad frente a otros automóviles de cuatro ruedas, lo que favoreció su popularidad.
Por su ligereza, los Morgan no necesitaban mucha potencia para conseguir unas buenas prestaciones y aunque la marca no producía motores, encontró en las mecánicas de motocicletas disponibles la solución perfecta para animar a aquellos pequeños deportivos. En concreto, recurrió a motores británicos de alto rendimiento de las marcas Matchless y JAP.
La sencillez de los Morgan engañaba, pero los resultados demostrarían su valía, pues los pequeños vehículos de tres ruedas consiguieron antes de la Primera Guerra Mundial batir 10 récords.
Primero en el afamado circuito británico de Brooklands y posteriormente en el continente, sobre el anillo peraltado de Monthléry, un mítico trazado cercano a París, donde en 1930 consiguieron la proeza de recorrer 160 kilómetros en una hora.
Victoria en las 24 Horas de Le Mans
Seis años más tarde, la pequeña empresa dio otro importante salto en su producción, al desarrollar y fabricar su primer coche de cuatro ruedas, el 4/4 o también conocido por Family Runabout, y que contaba incluso con una versión comercial para reparto de mercancías.
Animado por motores Ford, Coventry Climax y Standart, el nuevo modelo sería pronto versionado en otras variantes, una con cuatro plazas y otra de elegante carrocería descapotable.
Tras el parón provocado por la Segunda Guerra Mundial, la producción de Morgan se reinició en 1946 y a partir de 1950 la marca cobró un nuevo impulso, lanzando el modelo Plus 4, alternándose mecánicas de origen Standart Vanguard, Fiat, Rover y Ford.
Fue entonces cuando la marca consiguió su mayor éxito deportivo, un campo que siempre había apasionado a su fundador. En 1962, los pilotos Chris Lawrence y Richard Sheppard-Baron consiguieron ganar las 24 Horas de Le Mans en la categoría de dos litros de cilindrada y al volante de un Plus 4 Super Sports.
Lo más parecido a volar
En lo comercial, dos años más tarde llegaría el revolucionario Plus 4 Plus, un cupé de dos plazas. Por primera vez, recurría a una carrocería moldeada en fibra de vidrio, pero fracasó: solo se produjeron 26 unidades.
Un revés que no desanimó a los responsables de la marca porque, cuatro años después, se aventuraron con el Plus 8, el primer Morgan de la era moderna y que disponía de poderoso motor V8 con 200 CV de origen Rover. Con el transcurso del tiempo, le sucedería en 2004 el Roadster con motor Ford V6.
Capítulo aparte merece el modelo Aero de 1920. Desarrollado en honor del capitán de aviación Albert Ball, que lo describía como “lo más parecido a volar”, destacó ganando muchas carreras en cuesta compitiendo frente a coches mucho más potentes, y dio pie en 1927 a un modelo mejorado, el Súper Aero.
Y ya en tiempos más recientes, el Aero 8, desarrollado en el año 2000 con motores BMW de hasta 367 CV, resucitó a comienzos de aquella década el indomable carácter de este singular deportivo de bolsillo.
Tecnología moderna
A pesar de su modesto tamaño, la empresa Morgan es un caso único en el sector del automóvil. La cadencia de fabricación es la misma desde hace décadas y el proceso es completamente artesanal. Sin embargo, en los últimos tiempos ha incorporado a su producción importantes innovaciones para ponerla al día en cuanto a mecánica y seguridad.
Las últimas normas medioambientales y las obligatorias pruebas de choque han hecho evolucionar a los Morgan para cumplir con las modernas homologaciones. Ahora disponen de motores más eficientes y el último modelo en llegar, el Plus Six, ha sustituido el tradicional bastidor de madera por un moderno chasis de aluminio.
Fabricados por encargo y ofreciendo una larguísima lista de opciones para satisfacer cualquier preferencia del cliente, la producción de los Morgan se realiza en la misma ubicación que los primeros, Malvern Link, y se mantiene desde hace décadas en aproximadamente unos 500 ejemplares al año.
Y exceptuando las mejoras técnicas, poco ha cambiado el concepto y el diseño desde que los ideara Henry Frederick Stanley, que en esta larga y sorprendente historia fue relevado a la cabeza de la compañía primero por su hijo Peter y, hasta 2013, por su nieto Charles.
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