En 1881, un empleado ferroviario de Voghera (Italia) lejos estaba de saber que su apellido se haría mundialmente famoso. A lo largo de esa década, Rodolfo Maserati y su esposa trajeron al mundo seis hijos varones a los que bautizaron como Carlo, Bindo, Alfieri, Mario, Ettore y Ernesto.
Y además del apellido, a todos les unió de por vida una irrefrenable pasión por la mecánica. A todos menos a Mario, que abrazó desde muy pronto la pintura artística como medio de vida. Aunque, como se verá más adelante, también él contribuyó de forma decisiva en la génesis de la leyenda Maserati.
El primogénito Carlo abrió el camino a sus hermanos cuando comenzó a trabajar en una fábrica de bicicletas. Como corredor, disputó y venció en diversas carreras, y, fascinado por la mecánica, diseñó muy joven un motor monocilíndrico con transmisión por correa y que acopló a un chasis de madera.
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Posteriormente, entró como empleado en la marca Fiat como piloto de pruebas, pasando posteriormente por las fábricas de Isotta-Fraschini, Bianchi y Junior. Alfieri, por su parte, inició su carrera como ingeniero en Isotta-Fraschini, convirtiéndose a su vez en un destacado piloto de competición.
El primer taller
Pero el nuevo siglo iba a deparar graves reveses a la familia. En 1910, falleció Carlo de una enfermedad pulmonar, dejando inconcluso su siguiente y ambicioso proyecto, el diseño y producción de un avión.
Muy afectados por la pérdida, pero lejos de desanimarse, Alfieri, Ettore y Ernesto establecen un pequeño taller en Bolonia, fundando en 1914 la Societa Anonima Officine Alfieri Maserati, especializada en la preparación deportiva de los coches Isotta-Fraschini y con la intención de empezar también a proyectar sus propios automóviles.
Unos planes que se truncarían bruscamente con el estallido de la I Guerra Mundial. Y mientras Alfieri y Ettore fueron reclutados y tuvieron que partir a combatir en el frente de batalla, Ernesto quedó a cargo de la incipiente empresa, que fue dedicada durante el conflicto a fabricar bujías destinadas a los vehículos militares.
Nada más acabar la contienda, Alfieri adquirió una antigua fábrica de loza en Pontevecchio, a las afueras de la ciudad. Era más adecuada para iniciar las actividades previstas y suficientemente grande como para que allí se mudaran los hermanos con sus respectivas familias. Al tiempo, Alfieri retomó su actividad como piloto, consiguiendo notables triunfos en diversas pruebas deportivas.
Bujías para los aviones
La tecnología de Maserati comenzó a descollar y especialmente sus componentes del sistema eléctrico. Y sobre todo las bujías, que equiparon a la escuadrilla de aviones Ansaldo SVA, utilizados por la escuadrilla con la que el aviador y también poeta de la corriente futurista Gabriele D’Annunzio realizó su famosa incursión de 1.200 kilómetros sobre Viena para lanzar octavillas de propaganda.
Aprovechando la experiencia aeronáutica y los grandes avances que en el campo de la electricidad había conseguido el desaparecido Carlo, Alfieri Maserati patentó un aislamiento más eficaz para las bujías, a base de mica, que reforzó este punto débil de las mecánicas de la época y mejoró su fiabilidad.
Centrados en el automóvil, que ya se anunciaba como la gran oportunidad industrial del siglo, Alfieri, Ernesto y Ettore comenzaron a dirigir sus esfuerzos en la creación del primer modelo de Maserati. Mientras tanto, Mario, como artista de la familia, recibió de sus hermanos ingenieros el cometido de crear un logotipo distintivo para la nueva marca.
Encontró la inspiración no lejos de su casa de Bolonia, en la Plaza Mayor, donde se encuentra la estatua de Neptuno y del que tomó su tridente como símbolo mitológico de fuerza todopoderosa. Y después de recrearlo en un estilizado diseño, lo decoró con los colores representativos de la ciudad italiana, el rojo y el azul.
Experiencia de la competición
Por fin, parecía que todo iba viento en popa. Alfieri preparó a conciencia un coche Diatto y lo transformó en el Tipo 26, considerado como el primer modelo fabricado por Maserati.
Con él, consiguió en 1922 grandes triunfos, adjudicándose la subida al puerto de Susa-Moncenisio y también la carrera de Aosta-Gran San Bernardo. Una experiencia deportiva que fue muy útil más adelante para el desarrollo de nuevos modelos.
Sin embargo, otra tragedia acechaba y, a causa de las secuelas de un grave accidente sufrido unos años antes, Alfieri murió en el transcurso de una operación de riñón en 1932. Bolonia se vistió de luto y los mejores pilotos de la época, Nuvolari, Nazzaro, Borzacchini, Campari, Minoia y el Marqués de Sterlich se sumaron a la comitiva fúnebre para despedir a su compañero y amigo.
Entonces, Bindo Maserati, todavía empleado en Isotta-Fraschini, decidió abandonar esta compañía para volver a trabajar con sus hermanos y asumió las funciones de presidente de la compañía.
La llegada de los modelos Tipo V5 y 8CM, más el fichaje por la marca de Tazio Nuvolari, que había abandonado Ferrari por sus desavenencias con el Commendatore, dieron un gran impulso a Maserati, tanto en las competiciones oficiales internacionales como entre la selecta clientela particular.
Sin embargo, la competencia creciente de grandes marcas alemanas como Mercedes y Auto Union obligaron a los hermanos Maserati a asociarse con el empresario Adolfo Orsi. Terminaron por venderle la empresa, aunque sin desvincularse profesionalmente de la misma.
Victorias en Indianápolis
En 1938, la nueva etapa no pudo comenzar mejor, con dos victorias consecutivas en Indianápolis con el 8CTF, siendo el primer coche italiano que se impuso en esta famosa carrera americana.
Una demostración al mundo entero del valor de la avanzada tecnología de los motores Maserati, pero también destacándose en cuanto a materiales y aleaciones ligeras en las que la marca fue pionera.
Lamentablemente, la guerra volvería a frenar la vertiginosa progresión de la compañía. La sede se trasladó de Bolonia a Módena y la compañía se vio obligada a volver a producir bujías y componentes para un uso militar.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, Maserati volvió a la normalidad y se abrió otra época de oro en su historia. En 1946 se presentó el A6 (A en homenaje a Alfieri y 6 por el número de cilindros de su motor), con diseño Pininfarina y que se considera el primer Gran Turismo de la marca.
Fue un preludio de lo que sucedería poco después, en 1950, cuando se creó lo que se convertiría en el campeonato del mundo de Fórmula 1 y en cuya historia Maserati escribió páginas de oro, sobre todo cuando fichó para su escudería al piloto argentino Juan Manuel Fangio.
Y no sería el único piloto mítico de la marca, porque el legendario Stirling Moss también vistió en esa década los colores de la escudería Maserati.
Modelos exclusivos
Fue una aventura épica que culminó en 1957 cuando Fangio conquistó el campeonato en dura pugna con Ferrari. Aunque la cruz de la moneda vino por la situación financiera de la empresa, que forzó a Orsi entre otras cosas a cancelar el programa deportivo para centrarse en el sector comercial.
Los increíbles triunfos deportivos y la belleza de los modelos de calle pronto convirtieron a los Maserati en objetos de deseo para millonarios, aristócratas y famosos artistas de la época.
Al 3500 GT le siguieron los GranTurismo, Quattroporte, Mistral, Sebring, Ghibli… Auténticas leyendas rodantes que durante décadas fascinaron a propios y extraños.
Aun así, para mantenerse, la compañía se vio forzada a buscar nuevos apoyos en 1970. Y esta vez acudió nada menos que a Citroën, que lanzó su exclusiva berlina deportiva SM con mecánica Maserati.
Sin embargo, el fabricante francés se desprendió al poco tiempo de sus acciones y la compañía pasó a ser dirigida por el empresario italoargentino Alejandro De Tomaso, que también había sido piloto de Maserati.
Iconos entre los deportivos
Fue la época en la que el diseñador Giorgetto Giugiaro creó para Maserati los Bora, Merak y Boomerang, auténticos iconos entre los deportivos. También llegó la impresionante berlina Kyalami. Durante la década de los ochenta, sería el Biturbo, modelo más fabricado de la marca, el que se encargaría de mantenerla viva.
Desde 1993, Maserati se encuentra bajo el paraguas de Fiat. Y por los avatares financieros ha terminado emparejándose industrialmente con su eterna rival Ferrari.
Después de lanzar el 3200 GT en 1998, la marca ha retomado una creciente actividad, que ha dado pie a una sucesión de modelos cada vez más espectaculares: Coupé, Spyder, Quattroporte, MC12, GranTurismo, GranCabrio, Ghibli, Alfieri, Levante, MC20, Grecale…
Y ahora Maserati completa su paso a la electrificación sin perder los valores originales que inculcaron a la marca aquellos hermanos que la crearon hace ya más de un siglo.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.