El pasado 11 de agosto, un grupo de taxis autónomos que operan en San Francisco (Estados Unidos) se pararon sin motivo aparente en la zona de North Beach, creando un gran atasco. El resto de vehículos de la vía no pudo continuar con sus trayectos, desatándose el caos la noche de ese viernes en una de las zonas más concurridas de la ciudad.
Se necesitó la intervención de los ingenieros de la empresa Cruise, subsidiaria de General Motors, que ofrece este servicio de robotaxis en la ciudad californiana para recuperar el control de los vehículos. Según señalaron fuentes de la compañía, el problema se atribuyó a la conectividad móvil.
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Otro vehículo de la misma compañía acabó atrapado en el cemento fresco de una obra, ya que los sensores y otros sistemas no leyeron bien las señales de obra. También la Policía ha tenido encontronazos con estos vehículos, que en algunos casos no se han detenido ante sus requerimientos.
La máquina toma el control
Aunque la tecnología está ayudando al progreso mundial, existen ocasiones en que las máquinas se rebelan contra el ser humano, creando el pánico en los que tienen que sufrir la toma de decisiones unilateral por parte del artefacto. Esto es lo que le ha sucedido a Brian Morrison, de 53 años, que ha narrado que su nuevo vehículo empezó a conducir solo y no le dejó volver a hacerse con el control durante unos angustiosos minutos.
Este escocés, residente en Glasgow, y que cuenta con problemas de movilidad, se consideraba el orgulloso propietario de un MG ZS 100% eléctrico. Un modelo chino que dispone del sistema MG Pilot, confiriéndole funciones de conducción parcialmente automatizadas.
El pasado domingo, cuando se dirigía a casa desde el trabajo, se desató el caos. Su propio coche tomó, de repente, el control de la conducción. Lo más destacado y por lo que su conductor entró en pánico es que los frenos dejaron de funcionar.
‘Secuestrado’ por su propio coche
A partir de ahí, Brian Morrison vivió momentos angustiosos. El vehículo se mantuvo a una velocidad constante —50 km/h— impidiendo al conductor realizar cualquier operación e incluso abandonar el coche. El propio Morrison reconoció que había tenido mucha suerte, ya que no había mucho tráfico por donde transitaba.
El problema comenzó cuando se dio cuenta, al llegar a una rotonda, que el vehículo no disminuía la velocidad. “Conseguí dar la vuelta a la rotonda yendo a unos 50 km/h, así que supuse que se pararía sin que yo acelerara, pero no fue así. Además, tengo problemas de movilidad, así que ni siquiera pude saltar. Estaba completamente atrapado”, cuenta.
“Puede que no parezca una velocidad muy rápida, pero cuando no tienes el control sobre el vehículo y estás completamente atrapado dentro, es una de las situaciones más aterradoras que se pueden vivir”, asevera.
Servicios de emergencia
Al ver que la situación podía descontrolarse y que se dirigía a una zona con muchos semáforos, varias rotondas y alta densidad de peatones, decidió llamar a los servicios de emergencia. Estos reconocieron que era la primera vez que experimentaban este problema y que no sabían cómo manejarlo. Fueron la Policía y unos ingenieros los que tomaron el control de la situación al teléfono. Aunque nada de lo que le pedían que ejecutara daba resultado.
Desde lanzar la llave electrónica por la ventanilla a uno de los coches de Policía (y que al alejarse con ella el vehículo se parara) hasta tratar de reiniciar el MG ZS eléctrico pulsando tres veces el botón de encendido: nada dio resultado.
Mientras seguía encerrado con los servicios de emergencias al teléfono, tres coches patrulla llegaron para abrirle paso: uno se situó por delante de él, otro por detrás y un tercero se mantuvo a su lado.
Finalmente, la Policía decidió que la mejor maniobra era hacer que Brian chocara contra la parte trasera de su furgoneta antes de que se adentrara en una zona más urbanizada. De esta manera, consiguieron parar el coche y sacar al conductor, haciéndose cargo un Policía del volante. Aun así, el vehículo quería seguir moviéndose. La furgoneta era lo único que le detenía.
Tres horas después
Fue el servicio del RAC (el organismo de ayuda en carretera del Reino Unido) el que tres horas después consiguió hacerse con el control del coche. Tras enchufar la máquina de diagnosis, detectaron múltiples fallos en los distintos parámetros del coche eléctrico.
Por su parte, la compañía de seguros también está investigando el incidente para preparar un informe. Tanto ellos como las autoridades se han puesto en contacto con MG Cars Europe para recabar toda la información posible sobre lo sucedido.
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