Conducir en verano: ¿qué debes revisar en el coche antes de viajar?

Antes de salir a carretera, conviene comprobar el estado de los neumáticos, las luces, el nivel de aceite y los limpiaparabrisas.

pintura anticalórica

Las olas de calor de este verano han sometido a los vehículos a un sobreesfuerzo importante.

Antes de enfrentarse a un viaje de verano conviene tener a punto el coche. Y aunque el vehículo necesita operaciones de mantenimiento que solo se pueden realizar en un taller, hay algunos elementos que cualquier conductor puede comprobar visualmente por sí mismo. Solo hacen falta diez minutos y pueden evitar sorpresas durante el trayecto.  

Testigos del coche

Detrás del volante, junto a las esferas del velocímetro y del cuentarrevoluciones, se encuentran una gran cantidad de símbolos que se encienden cuando se arranca el coche, y que se apagan al instante. Si alguno se mantiene activo es porque el coche sufre un problema. Conviene conocer el significado de los testigos para saber cómo actuar.

Ruedas

Es el elemento que une el coche al suelo y hay que comprobar tres aspectos: profundidad del dibujo, presión y estado de la cubierta. El reglamento de vehículos marca una profundidad mínima en las ranuras principales de los neumáticos de 1,6 milímetros, pero lo aconsejable es que esté siempre por encima de 2 milímetros.

La manera más rápida de comprobarlo es introducir una moneda de un euro en la hendidura: si tapa algo más que el anillo dorado, la profundidad se puede considerar apta. Con un dibujo en malas condiciones, las distancias de frenado y el riesgo de aquaplaning en caso de lluvia se incrementan de forma exponencial, además de verse penalizado el agarre del vehículo en cualquier circunstancia.

Pero el estado de la cubierta no depende solo del dibujo. Hay que comprobar que no haya desgastes irregulares, bultos, cuarteamientos o grietas, por pequeñas que sean. Con el paso del tiempo –aunque no se recorran muchos kilómetros–, la goma pierde propiedades y resulta menos segura.

La presión ha de ser la que recomiendan el fabricante el coche. Se suele indicar en le manual de instrucciones y en una pegatina en el vano de la puerta del conductor. Una variación de estas presiones puede suponer un desgaste irregular de la cubierta, por lo que durará menos, además de que el coche puede acelerar más lentamente o incluso tendrá una distancia de frenado superior. También aumenta el riesgo de sufrir un reventón.

Aceite

El lubricante es fundamental para que las partes móviles del motor funcionen como deben. Hay que cambiarlo según indique el fabricante, normalmente entre los 15.000 y 30.000 kilómetros, y periódicamente también hay que comprobar su nivel. Con el motor en frío hay que sacar la varilla una primera vez, limpiarla, volver a introducirla y sacarla de nuevo. El nivel debe estar entre las dos muescas; si está por debajo hay que añadir o incluso cambiar el aceite.

Luces

A la hora de revisar el coche hay que comprobar también el estado de las luces. En el frontal, las de cruce, las largas y los intermitentes; detrás, las luces de encendido, las de freno y la de marcha atrás. Si alguna no enciende es necesario cambiarla, por seguridad y para evitar una multa. También es interesante regular la altura de las luces frontales, para que no estén demasiado altas y haya riesgo de deslumbrar a otros conductores. No hay que olvidar que al introducir peso en las plazas traseras y en el maletero, la suspensión trasera se rebaja y la proyección de la luz será más alta.

Aire acondicionado

No es un elemento que afecte de manera directa a la seguridad, pero tiene su importancia, ya que conducir con calor afecta a la capacidad de reacción. Para comprobar su estado, hay que arrancar el coche y esperar uno o dos minutos para encenderlo y verificar que sale aire fresco. En caso contrario, puede que se haya producido una fuga de gas en el sistema de aire acondicionado, por lo que habrá que visitar el taller.

Humo del tubo de escape

Aprovechando que está el coche encendido, es buena oportunidad para mirar el tubo de escape y comprobar el tipo de humo que expulsa. Hay que evitar hacerlo en espacios cerrados para inhalar el humo tóxico lo menos posible. Debe ser traslúcido y no salir en demasiada cantidad; de lo contrario, algo no está bien. Los motivos pueden ser muchos y variados, desde el filtro del aire hasta el funcionamiento interno del motor, pasando por el estado del aceite.

Limpiaparabrisas

En cualquier momento, también en verano, puede aparecer una nube traicionera. Hay que revisar los limpiaparabrisas y asegurarse de que los filamentos estén rectos y no tengan hendiduras, ya que podrían dejar líneas marcadas en la luna durante su funcionamiento. Es importante también llenar el depósito del líquido limpiaparabrisas, pues la lluvia, en ocasiones, ensucia más que lava el coche.

Batería

No se puede saber a simple vista el estado de carga de la batería o su funcionamiento interno, pero sí es fácil revisar si los bornes tienen óxido o algún líquido adherido. Esto es síntoma de que su estado interno no es el óptimo, por lo que habría que cambiar la batería. También hay que estar atentos en el momento del encendido del motor. Si tarda más de un segundo, es fácil que la batería no esté en sus mejores condiciones.

Suspensión

A cierta distancia, hay que comprobar que el coche está dispuesto sobre sus ruedas de forma regular, es decir, que no hay ningún extremo que esté por debajo de los otros tres. También es interesante callejear algo para comprobar que el coche no se hunde en exceso sobre uno de sus costados cuando se gira ni se hunde mucho el morro cuando se frena. La estabilidad debe ser constante, sin excesivas derivas.

Frenos

El estado de los frenos puede calibrarse con cierta facilidad. La respuesta debe ser inmediata y progresiva, según la fuerza con la que se pise el pedal. Lo ideal es que no exijan pisar con demasiada fuerza ni que se hundan en exceso. Tampoco deben silbar, ya que es señal de que han llegado al final de su vida.

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