El mercado de los SUV sigue imparable. Lo es desde hace ya unos cuantos años. Todas las marcas tienen ya representantes en este segmento, y en los subsegmentos que se han creado en base a su tamaño.
SsangYong, marca coreana que casi desde el principio se ha centrado en este tipo de productos y en algunos con un carácter más todoterreno, ha presentado hace poco su SsangYong Torres, un coche que comienza una nueva era para la marca.
Y es que, además, en unos meses y dado que esta compañía ha sido adquirida por KG Group, una empresa coreana especializada en la producción de acero y productos químicos, cambiará su nombre. Lo que aún no se sabe es si se llamará KG, KG Mobility (la parte de la empresa que se dedica a movilidad) o KGM.
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No deja indiferente
Pero volviendo al producto que se ha probado, el Torres, hay que empezar por una imagen imponente, casi se diría que con rasgos de coche malote. Porque, además, no es pequeño. De hecho, pasaría el segmento de los SUV compactos, para enclavarse en el de los D-SUV, gracias a una longitud de 4,70 metros, una altura de 1,72 y una anchura de 1,89. Con estas medidas, su distancia entre ejes no es muy grande: 2,68 metros; más que suficientes para dejar un habitáculo muy habitable.
Es la misma plataforma del SsangYong Korando, pero algo ampliada para este coche. Por fuera, lo dicho, es un coche musculado. Con unos pasos de rueda muy marcados, con ese frontal en el que los rasgados faros y segmentada parrilla le dan ese aspecto de chico malo; y con una zaga que recuerda algunos modelos de Ford.
Por cierto, en esta zona trasera llama la atención el portón trasero por dos peculiaridades. Parece que lleva rueda de repuesto exterior, como un genuino 4×4, pero no, es su diseño. Y la segunda: lleva un tirador en el lado derecho que parece que va a abrir este portón de forma lateral hacia la izquierda, pero… tampoco. Se abre hacia arriba, como en la gran mayoría de los SUV.
Interior amplio, tecnológico y bien acabado
Si el exterior impone, el interior también. Para empezar, por un puesto de conducción muy tecnológico y digitalizado gracias a sus… tres pantallas digitales. Sí, tres.
Todo comienza detrás del volante, con una instrumentación digital de 12,3 pulgadas y continúa con la pantalla central táctil de infoentretenimiento de nueve pulgadas. Pues bien, debajo de esta hay que sumar una tercera de 8 pulgadas, encargada de la climatización. Sus gráficos y calidad están bien conseguido. No llevan el software más rápido del mercado, pero tampoco se les puede criticar por esto.
Con un buen espacio para cinco ocupantes (detrás caben tres adultos sin problemas de espacio ni para piernas ni para cabeza), casi lo más destacable es la calidad de componentes y ajustes entre ellos. Para ser una marca generalista y con algún producto pasado bastante justito en este terreno, el Torres vuelve a sorprender muy gratamente. Además, el volante, achatado por arriba y por abajo, resulta muy futurista a la par que agradable de manejar. Otra cosa es lo que transmita, como luego se verá.
Este notable interior se remata con un maletero muy grande, de casi 600 litros de capacidad (con asientos abatidos llega hasta los 1.662), aunque 136 de ellos vengan de un generoso doble fondo.
Mecánica resolutiva
El Torres solo dispone en catálogo de una sola mecánica. Es un motor de gasolina, el mismo que llevan los SsangYong Korando y SsangYong Tivoli, de cuatro cilindros, 1.5 litros, turbo y 163 CV y 280 Nm de par.
No lleva ninguna hibridación, ni ligera, ni pesada ni nada. Pero si se busca la etiqueta ECO, la marca ofrece una adaptación a GLP (gas licuado del petróleo) por algo menos de 3.000 euros.
Eso sí, dispone de tracción delantera o integral, con cambio manual o automático, ambos de seis velocidades.
Esta prueba se ha realizado con la versión más sencilla y económica, que parte con un más que interesante precio (por todo lo visto) de 34.000 euros. Es decir, tracción delantera y cambio manual de seis velocidades.
En marcha
Nada más ponerse en marcha, el Torres vuelve a hacer sonreir a su conductor. El silencio de marcha es muy notable y el funcionamiento del motor, refinado, suave y agradable.
Eso sí, si se quiere empuje de verdad, hay que subirlo por encima de las 3.000 rpm. Y es que aquí se juntan el hambre con las ganas de comer. Es decir, por un lado, el motor no tiene muchos bajos. Por otro, y más culpable, son las largas relaciones de la caja de cambios.
Por eso, al circular en sexta, cualquier repecho o demanda de un incremento relativamente rápido de velocidad obliga a jugar con el cambio y bajar una o hasta dos marchas. Por lo menos, su accionamiento es bastante bueno.
Algo que tampoco está al nivel europeo es el consumo. Homologa un consumo medio oficial de 7,9 l/100 km y eso ya asusta un poco. Porque la realidad es que este consumo se eleva en conducción normal, mixta por ciudad y algo por carretera. Entre 9 y 10 litros será su cifra más habitual.
Lo compensa con ese precio y con un equipamiento más que completo que se resumirá algo más abajo y con un chasis que, sin ser la gloria bendita, cumple más que bien.
Porque suspensión, dirección y frenada, se sitúan en la media de este tipo de vehículos. La primera puede resultar algo dura en determinadas situaciones o ante los rotos más complicados, incluso si se sale a pistas (casi 20 centímetros de altura libre al suelo).
La dirección no es la más directa del mercado ni transmite fehacientemente lo que pasa bajo las ruedas delanteras, pero tampoco resulta nefasta. Y respecto a los frenos, cumplen muy bien, tienen buen tacto en el pedal y suficiente potencia para parar con seguridad y en la media los casi 1.600 kilos con los que tiene que lidiar.
Precio y equipamiento
Lo dicho, nada mal. Para empezar, esta versión de acceso, con un coste de 34.000 euros, se puede elegir en dos acabados: Trend o Life.
El primero ya cuenta con, entre otros elementos, climatizador bizona, control de crucero, sensor de luces y limpiaparabrisas, cámara trasera, faros led, llantas de 17 pulgadas o sistema de infoentretenimiento con pantalla de nueve pulgadas, Apple Car Play & Android Auto y dos puertos USB. Y por supuesto, todo tipo de asistentes al conductor y de seguridad.
Por 2.500 euros más, el acabado Life añade: tapicería de cuero vegano, volante y asientos delanteros calefactables, llantas de 18 pulgadas y, sobre todo, un equipamiento en seguridad más completo en el que, por ejemplo, se incluye el sistema de salida segura del vehículo.
Si se escoge esta versión de tracción delantera, pero con cambio automático en lugar del manual, hay que sumar 5.000 euros a la factura (alcanza los 39.000 euros), aunque solo se comercializa con el acabado superior, así que el cambio automático, en sí, costaría 2.500 euros más.
Y ya si se opta por la tracción integral, solo se asocia al cambio automático y a un acabado todavía superior denominado Adventure. El precio asciende, en este caso, hasta los 43.500 euros.
En resumen, un coche que sorprende muy gratamente, gracias a un habitáculo amplio, calidad notable, motor refinado y precio ajustado. Algo que redondearía si su consumo fuera menor y las reacciones de su mecánica algo más vivas a bajas vueltas.
Pero dado el pasado de esta marca, a veces con productos no demasiado redondos, el SsangYong Torres se perfila como un coche de una nueva y más moderna era, sin duda mucho más acorde a los tiempos que corren.
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