A día de hoy, Toyota domina el mercado mundial del automóvil y en 2021 consiguió producir en sus fábricas 10,5 millones de unidades. Algo que nadie hubiese esperado a finales del Siglo XIX ante una modesta máquina de hilar inventada por el japonés Sakichi Toyoda.
El ingenio de este inventor revolucionaría en su época al país del Sol Naciente, que aprovechó la novedosa tecnología de un telar mecánico también de su invención para impulsar en los años posteriores una pujante industria textil. Un telar que, sin embargo, Sakichi construiría con madera y mucha paciencia para poder liberar a su madre del penoso trabajo de tejer a mano durante 20 horas al día.
En enero de 1918, Toyoda fundó junto a su hijo Kiichiro la sociedad Toyoda Spinning & Weaving, que daría pie dos años más tarde a la fábrica Toyoda Automatic Loom Works, origen del imperio industrial que ahora domina la automoción mundial.
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Kiichiro Toyoda no solo heredó la empresa paterna, también demostró desde el principio tener buen olfato para los negocios y una insaciable curiosidad por las nuevas tecnologías. Después de regresar de un viaje de estudios por Estados Unidos, durante el que quedó fascinado por la floreciente industria del automóvil, compra un viejo Chevrolet y lo desmonta para después reconstruirlo.
Y lo hizo a su manera, aprovechando el motor del Chevrolet pero acoplándolo en un chasis Ford y rematando su obra de ingeniería con una carrocería De Soto. Este sería el AA, primer coche fabricado por la compañía Toyota Motor Company, fundada en 1937 en la ciudad de Nagoya después de haber cambiado el apellido Toyoda por Toyota, nombre que resulta más sencillo de escribir usando los ideogramas japoneses.
La filosofía del Jidoka y el Kaizen
Precisamente este marcado pragmatismo acompañaría desde entonces las decisiones de Kiichiro, que empezó a aplicar en su empresa las estrategias y los métodos de Henry Ford, mejorándolos y perfeccionándolos con ideas propias de inspiración oriental.
Como resultado, establece en su fábrica el Toyota Production System (TPS) inspirado a su vez en los principios del Jidoka, equivalente al just-in-time aplicado en las industrias occidentales, y del Kaizen o filosofía de la mejora continua. Un sistema diseñado para alcanzar la máxima producción con los suministros existentes pero reduciendo al mínimo los costes por el almacenamiento de componentes.
La historia ha demostrado que no se equivocaba. Aunque entretanto a su empresa y a él mismo les aguardaban no pocos sobresaltos y dificultades.
En esa década se produjo la invasión de China por parte Japón, y Toyota se convirtió en el proveedor oficial de camiones para el ejército imperial. Un contrato que garantizó una producción a gran escala y enriqueció mucho a la empresa. Sobre todo, con la llegada de la II Guerra Mundial, una larga campaña durante la cual el ejército nipón siguió equipándose con los vehículos militares fabricados por Toyota.
Pero en 1945 llegó la derrota bélica y Kiichiro Toyoda, comprometido como estaba con la causa imperial, dimitió de sus funciones y traspasó la dirección a uno de sus primos. No obstante, años después sería esa misma experiencia en el desarrollo de vehículos militares la que devolvería el esplendor a la empresa.
La invención del Land Cruiser
En los años 50, y durante la guerra de Corea, el ejército de Estados Unidos encargó a los fabricantes japoneses el urgente suministro de 5.000 vehículos ligeros para combatir contra Corea del Norte. Y el resultado fue el nacimiento de un mito entre los todoterreno, que más tarde sería conocido como el Land Cruiser.
Toyota, decidida a ganar el concurso de licitación, presentó un prototipo basado en unos de sus camiones, el BJ. Y para no dejar cabos sueltos respecto a su eficacia, emprendió con su nuevo 4×4 la ascensión al Monte Fuji, el más alto de Japón. Una proeza que quedó registrada en los anales del automovilismo cuando el piloto de pruebas Ichiro Taira consiguió ascender hasta los 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, el punto más alto donde había llegado nunca un vehículo sobre las faldas del volcán sagrado de Japón (3.776 metros).
La actividad de Toyota ha ido desde entonces extendiéndose a prácticamente todos los mercados del mundo, con presencia industrial en los cinco continentes. Y ha marcado hitos inapelables como los 50 millones de Corolla vendidos en el transcurso de sus 12 generaciones durante los 55 años de existencia de este modelo polivalente. Un dato que le hace ser el coche más vendido de la historia.
A pesar de su longevidad, la empresa japonesa sigue en la vanguardia de la tecnología, como demuestra el haber protagonizado el inicio de la revolucionaria electrificación del automóvil gracias al mundialmente popular Prius, un compacto de motor híbrido. O, como ha ocurrido más tarde, liderar el próximo paso hacia el hidrógeno con el Mirai, una berlina con mecánica de pila de combustible.
Innovaciones y avances que, un siglo después, siguen estando bajo el mando de un Toyoda: Akio, que es bisnieto de Sakichi y nieto de Kiichiro, y en la actualidad preside el grupo Toyota Motor Corporation, con sede principal en la ciudad japonesa de Aichi.
Incluso el logotipo se queda en la familia porque se compone de tres óvalos enlazados que forman en su centro una T, representando la inicial del apellido Toyoda. Un símbolo que se eligió mediante un concurso entre 200 proyectos diferentes presentados en 1989 para conmemorar el 50 aniversario de la marca de automóviles.
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