Un barco hundido lleno de coches pone las baterías bajo sospecha

El reciente incendio y posterior hundimiento de un buque que transportaba automóviles vuelve a poner el acento sobre el peligro que esconden las modernas baterías de litio.

Después de arder a la deriva durante quince días, el carguero portacontenedores Felicity Ace se hundió en mar abierto frente a las costas de Portugal. Los equipos de rescate lograron salvar a la tripulación y comenzaron a remolcarlo hacia la costa, pero nada pudieron hacer para extinguir el fuego que terminó por desestabilizar el buque y provocar su irremediable hundimiento.

Las causas del naufragio no están claras, pero el hecho de que el Felicity Ace transportara 4.000 automóviles de gama alta desde Alemania hacia los Estados Unidos hizo sospechar de las modernas baterías de litio como un probable origen del incendio. Los modelos de Audi, Porsche y Bentley que transportaba entre otros pertenecen a una nueva generación electrificada, ya sea parcialmente en los de motor híbrido como en los 100% eléctricos, y recurren en su funcionamiento a baterías de ión litio de gran potencia, sobre todo en las mecánicas híbridas enchufables y en las que son eléctricas puras.

¿Por qué arden las pilas de litio? Las modernas baterías contienen en su interior sustancias inflamables, en concreto un electrolito compuesto por sales de litio y plásticos que, bajo ciertas condiciones, pueden inflamarse. Principalmente existen tres causas para que esto ocurra de forma espontánea: una sobrecarga eléctrica generalmente producida por utilizar un cargador inadecuado; un cortocircuito en alguna de las celdas debido a un daño mecánico sufrido por ejemplo en una colisión y una sobrecarga térmica achacable a una fuente de calor externa y que incluso puede desencadenarse por una larga exposición al sol.

Peligroso pero poco frecuente

Las baterías de última tecnología almacenan una gran cantidad de energía en un espacio muy reducido, son muy sensibles a las condiciones de temperatura externas y en una situación como las anteriormente citadas pueden experimentar en su interior lo que se conoce como thermal runaway (aceleramiento térmico) provocando que se incendien o incluso exploten.

Baterías
Módulos de batería de un Porsche Taycan.

Apagar este tipo de incendios resulta más complicado que los habituales ya que los componentes de las baterías arden durante horas e incluso se reactivan una vez controlados porque entre los gases resultantes también desprenden el oxígeno necesario para la combustión.

Sin embargo, a medida que el parque de coches eléctricos ha ido creciendo exponencialmente en muchos países, las estadísticas demuestran que estos incendios son muy raros en los automóviles y casi siempre debidos a una negligencia por parte de los propietarios.

Pero como cualquier nueva tecnología, el riesgo potencial está aún por evaluar y el problema trasciende más allá del automóvil. Desde hace tiempo ya son conocidos los casos de incendio o explosión de las pequeñas pilas de teléfonos móviles, muchas debidas a un temprano defecto de fabricación, y la potencial amenaza se ha ido extendiendo a otras diversas aplicaciones de la nueva electrificación como patinetes, bicicletas, motos o numerosos electrodomésticos que utilizan el mismo sistema para almacenar energía.

Comentario aparte por su mayor trascendencia merecen los numerosísimos incidentes de este tipo registrados por la aviación en la última década y en los que las pilas de litio, ya fueran pertenecientes a la propia aeronave o transportadas en la bodega de carga, han causado graves accidentes que, en algunos casos, han provocado considerables pérdidas humanas. Se trata de incendios imposibles de controlar a bordo de un avión en vuelo y que, para impedir que se repitan, han obligado a las autoridades de aviación civil a prohibir el transporte comercial de cargamentos de pilas de litio en las bodegas de las naves de pasajeros.

Las sospechas de que el naufragio del Felicity Ace, que causó una pérdidas valoradas en 358 millones de euros, fueron provocadas por una batería son fundadas. Pero lo más seguro es que jamás se pueda confirmar porque las pruebas yacen ahora a 3.000 metros de profundidad bajo las aguas del Atlántico. El suceso, sin embargo, ha reavivado la polémica sobre la seguridad de uso y almacenaje de las baterías, un desafío añadido que los próximos años deberá afrontar esta ya imprescindible tecnología.

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