Después de haber sido presentado y de protagonizar infinidad de debates, ha llegado el momento de subirse a bordo para responder a la siguiente pregunta: ¿cómo va el BMW iX3?
La primera respuesta es que este coche, con el que la marca bávara recupera la Neue Klasse y comienza una era, no es apto para todos los conductores: sobre todo para los más analógicos y, quizás, para los más nostálgicos.
Más información
La razón es sencilla: el BMW iX3 es pura tecnología y esto se traduce en una inversión de tiempo considerable para familiarizarse con él y aprender todo lo necesario para poder exprimir lo que ofrece al conductor. Por ejemplo: las salidas de aire ya no se pueden ajustar manualmente, sino que se hace desde la pantalla, y lo mismo sucede con los modos de conducción.
Al acceder a su habitáculo, una de las primeras sensaciones es que todo es innovador en el BMW iX3. En el centro de todo se encuentra lo que la marca denomina ‘Heart of joy’: este cerebro central integra los sistemas de dinámica, infoentretenimiento, asistencia al conductor y climatización del vehículo.
Todo está controlado por cuatro potentes procesadores que se comunican mucho más rápido que los cableados tradicionales. De esta manera eliminan el sistema CAN bus, que es el estándar de la industria. El resultado es un control del vehículo más coordinado, más sensible y el tiempo de reacción es mínimo.
La pantalla del BMW iX3 (de 17,9 pulgadas y con los laterales en diagonal) tiene un funcionamiento sencillo y rápido, pero, a veces, no es muy intuitiva: esto se puede traducir en una curva de aprendizaje más larga en determinados casos. Otro ejemplo: es más fácil presionar el botón del asistente de voz para pedirle que seleccione uno de los modos de conducción que hacerlo a través de esta pantalla.
Mezclando tecnología y conducción
La conducción no es impermeable a este tsunami de tecnología. El BMW iX3 deja que el conductor retire las manos del volante durante largos periodos de tiempo a velocidades de hasta 130 km/h. No obstante, hay permanecer alerta y preparado para intervenir si es necesario.
El asistente de mantenimiento de carril es otro buen ejemplo de ello: es mucho menos intrusivo que antes y, además, cuenta con una cámara que comprueba si el conductor presta atención para ayudar al coche a decidir cuándo asistirle o cuándo frenar. Permite, también, cambiar de carril automáticamente: el conductor sólo tiene que confirmarlo con una señal ocular.
Algo semejante ocurre con el asistente de aparcamiento, que mapea continuamente posibles lugares para estacionar. Cuando encuentra uno, simplemente hay que presionar el botón P del volante con el pulgar izquierdo y la pantalla mostrará el lugar al que se dirigirá el BMW iX3. Si al conductor le parece bien, bastará con indicarlo con el botón OK y el coche ocupará ese sitio. Es curioso, pero no parece práctico para grandes ciudades.
El BMW iX3 desde el punto de vista del conductor
Los asientos pueden ser de dos tipos: la unidad de prueba estaba equipada con los más deportivos, los de la línea M, que recogen a la perfección el cuerpo y son realmente cómodos.
El volante del BMW iX3, achatado por arriba y por abajo, es otra de esas cuestiones que va sobre gustos: puede tener dos radios verticales o diagonales, como era el caso. La botonadura central no está unida a la circunferencia por una cuestión de ergonomía: con esta disposición, los controles están más cerca de los dedos pulgares.
Sí es práctico el Panoramic Vision, la proyección que surge en la parte baja de la luna delantera: sustituye al cuadro de instrumentos y hace que el head-up display sea totalmente prescindible. En la parte izquierda ofrece toda la información necesaria para el conductor, mientras que la de la derecha acoge los widgets personalizables como las RPM, la altura, la temperatura, etc.
Cómo va el BMW iX3
Tras la necesaria clase de tecnología, llega el momento de arrancar: no hay botón porque basta con poner la palanca de cambios en posición ‘D’. Junto a ella hay varios controles físicos para el volumen, el freno de mano eléctrico, los warning o el desempañado de las lunas.
Lo que más llama la atención del BMW iX3 es su naturalidad. Desde los primeros kilómetros, es fácil darse cuenta de que la marca ha refinado la dinámica del coche que, en ningún momento, resulta artificial o recargado. Es revolucionario por dentro, pero al volante resulta familiar.
Se mueve con cohesión: su arranque es suave y controlado, mientras que la aceleración es progresiva, lineal y está bien dosificada. El BMW iX3 comienza la ruta (de cuatro horas en total) en el modo de conducción Personal, donde se puede configurar casi todo según los gustos del conductor: lo único que no se puede tocar es el motor.
El Sport modifica la dirección, la respuesta al volante, el sonido y los gráficos de la pantalla. El Eficiente reduce la respuesta del acelerador para maximizar el ahorro (aumentando la autonomía indicada en hasta un 25%). Y el Silencioso suprime todo el ruido artificial y presenta pantallas con el contenido mínimo.
Para afrontar las carreteras de curvas de la primera parte de la ruta, la elección fue el modo Sport: la dirección es más firme, pero tampoco se perciben grandes cambios en el agarre. El BMW iX3 se conduce bien y se muestra como un coche ágil, que toma las curvas con confianza: su paso es limpio y controlado.
El refuerzo estratégico y la caja estructural de la batería proporcionan una carrocería y un chasis extremadamente rígidos. Esto ayuda a que la suspensión controle bien los movimientos permitiendo los balanceos que son naturales.
Suaviza los badenes y baches con precisión, es firme a baja velocidad y mantiene la compostura en las carreteras más rotas. Evita, también, la sensación de flotabilidad y desconexión que a veces se experimenta en los SUV eléctricos.
La mayor parte de la desaceleración del BMW iX3 la gestionan los motores en lugar de los frenos: la frenada regenerativa hace que esta maniobra sea suave, sin tirones ni sacudidas. Se pueden seleccionar tres niveles a través de la pantalla: la adaptativa requiere cierto tiempo para acostumbrarse a que está ahí y que, cuando el conductor levanta el pie del acelerador, entra en acción con decisión. La conducción con un único pedal, por cierto, se activa cambiando al modo B.
Autonomía y consumo del BMW iX3
El BMW iX3 monta un esquema mecánico de 469 CV y 645 Nm de par motor: la energía necesaria se la proporciona una batería de 108,7 kWh. Con esta capacidad, el SUV eléctrico promete una autonomía oficial de hasta 805 kilómetros.
¿Qué ocurre en la vida real? El primer tramo de la ruta duró un par de horas y media y sus 110 kilómetros transcurrieron, en su mayoría, por vías secundarias: al aparcar la batería del BMW iX3 estaba al 75% y tenía una autonomía de 673 kilómetros.
El segundo tramo estuvo compuesto por carreteras secundarias y autopista, pero la mayoría de los kilómetros se recorrieron por esta vía. Después de 90 minutos y 120 kilómetros más, el BMW iX3 acabó con 343 kilómetros de autonomía: su batería estaba al 48%.
En cuanto al consumo oficial, BMW señala que se mueve en una horquilla de 15,1-17,9 kWh/100 km, pero en la prueba no fue posible acercarse a esas cifras. En la primera parte el consumo fue de 22 y en la segunda de 22,7 kWh/100 km.
El BMW iX3, en definitiva, es un coche que promete algo al conductor: siempre se mantiene en la dirección indicada. Es cierto que el precio (desde 69.900 euros) es un punto de fricción, pero si esto no es un problema para el conductor… podrá conducir un coche que se erige como la revolución silenciosa que definirá el futuro de la marca durante los próximos años.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram
Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.
