La apuesta del Gobierno chino respecto a los coches con bajas emisiones ha dado sus frutos. Las autoridades han aplicado unos beneficios fiscales que han impulsado las ventas de una forma espectacular y, para este año, las previsiones se han tenido que revisar al alza.
Según datos revelados por la agencia Bloomberg, durante el mes de julio se vendieron en China un total de 486.000 vehículos de este tipo, incluidos los eléctricos puros, híbridos enchufables y también los de pila de combustible. Se trata de un resultado excepcional que supera lo esperado y hace pensar que el presente año China acabará rebasando en esta categoría la barrera de los seis millones de matriculaciones.
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El crecimiento de los coches electrificados en China parece imparable y va muy por delante del resto de los países del mundo. En 2021 se vendieron en aquel mercado 2,9 millones de vehículos de este tipo, lo que hacía pensar que en 2022 se alcanzaría un total de 5,5 millones. Una cifra espectacular que, sin embargo, ante el avance del mercado, se queda corta y será superada con creces a la vista de los resultados registrados en aquel país durante el primer semestre.
La intervención del Gobierno
El auge sin parangón de los eléctricos en China se explica por las importantes exenciones fiscales que han aplicado las autoridades tras el parón de ventas provocado por la pandemia.
Sin embargo, estas ventajas oficiales concedidas a los coches eléctricos contrastan con las crecientes trabas impuestas a los fabricantes extranjeros. Las marcas foráneas encuentran cada vez más dificultades para operar en aquel mercado, en el que deben asociarse obligatoriamente a compañías locales.
Carlos Tavares, consejero delegado de Stellantis, así lo ha manifestado y denuncia la excesiva y creciente politización, que tensiona los negocios en aquel país. Tanto es así que, durante la presentación de los resultados semestrales de la compañía (34% de subida en el beneficio neto), declaró su intención de reducir la presencia industrial del grupo en el país asiático.
De hecho, la propia Stellantis ha puesto fin a su acuerdo con el grupo local Dongfeng para la producción de modelos Jeep en China. Una decisión en parte debida a los pobres resultados de la marca en 2021 (menos de 220.000 coches vendidos), pero también por la creciente tensión sociopolítica global, que hace peligrar las inversiones de las compañías extranjeras en Asia.
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