El elemento del coche que ya contamina más que los tubos de escape

Las recientes mejoras de los motores térmicos y el aumento de peso de los vehículos lo han convertido en el mayor emisor de partículas.

Cambiar neumaticos
El desgaste de los neumáticos genera gran cantidad de partículas sólidas.

El final de los motores de explosión ya está decidido. A partir de 2035 no se podrán vender coches que lleven mecánicas de este tipo, incluidos los de tecnologías híbridas.  

No obstante, las progresivas mejoras para ajustar al máximo el consumo y así hacerlos más limpios, han conseguido en los últimos años reducir drásticamente las emisiones expulsadas por el tubo de escape tras la combustión de los combustibles fósiles. 

Menor cilindrada de los motores (downsizing), inyección directa de combustible, distribución variable, catalizador, válvula EGR o filtro de partículas son solo algunas de las innovaciones que se han ido incorporando paulatinamente a los motores para disminuir al máximo sus emisiones contaminantes, cada vez más restringidas por la legislación europea. 

La contaminación de las partículas sólidas

Pese a la importante reducción en los consumos, y por ende de las emisiones, registradas respecto a los motores más antiguos, los de tecnología diésel fueron señalados por los legisladores y la opinión pública a causa de la emisión de partículas sólidas, especialmente dañinas para la salud por su acumulación en el entorno de las grandes urbes.  

Un problema que, sin embargo, los fabricantes ya solventaron de forma temporal mediante la adopción de un sistema de depuración a base de urea (AdBlue) en la última generación de motores de gasóleo. Con ello, los coches diésel han conseguido unos años más de plazo antes de desaparecer definitivamente y, desde la aplicación de la norma Euro6, se han equiparado en cuanto al conjunto de sus emisiones a los de gasolina

Pero ahora, cuando ya se ha decidido el final de los motores tradicionales, el foco se ha centrado en otro componente del automóvil que, según un estudio, estaría generando 100 veces más partículas sólidas contaminantes que los motores de combustión de último desarrollo.  

Problema invisible

El informe ha sido publicado por el organismo independiente Emissions Analytics, especializado en la medición de las emisiones nocivas. Y en su contenido, apunta a los neumáticos como el nuevo problema a resolver en el campo de la contaminación provocada por los automóviles. 

Esta nueva fuente de polución no es la única, porque hay otras piezas de desgaste en el coche como son los frenos que también dejan un rastro indeseado en el medio ambiente. El rozamiento mecánico que se produce en ambos casos libera la mayor parte de partículas microscópicas nocivas y microplásticos que contaminan los océanos, como acaba de revelar un reciente estudio de la universidad estadounidense de Yale. 

Los neumáticos y los frenos generan la mayor parte de las partículas finas nocivas.

Se trata de un dato revelador que se refrenda con el análisis de la consultora británica Emissions Analytics, que cifra a nivel global los residuos liberados anualmente por los neumáticos en casi 5,5 millones de toneladas de las llamadas partículas finas, es decir, de menos de 2,5 micras de diámetro y que solo son detectables a la vista mediante un microscopio electrónico. 

Los eléctricos, más contaminantes

Estos pequeñísimos fragmentos de material desprendido de los neumáticos pueden afectar negativamente a la salud al penetrar directamente en los pulmones por inhalación, pero también siguen el curso de la cadena trófica ya que una gran cantidad de ellos acaba en los océanos, afectando a los animales y las plantas marinos.  De hecho, la futura norma de contaminación Euro7 ya tiene previsto limitar este tipo de emisiones y los fabricantes ya están desarrollando soluciones para evitarlas.

Los responsables del estudio también alertan de que la electrificación del transporte, destinada a eliminar definitivamente las emisiones de gases contaminantes, no solo resulta ineficaz frente al problema de las partículas sólidas, sino que lo agrava. Y la razón es que los vehículos eléctricos, más pesados y más contundentes al acelerar, liberan a la atmósfera un 20% más de partículas finas que los de mecánica tradicional al desgastar con mayor rapidez sus neumáticos. 

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