Los neumáticos son uno de los elementos de seguridad activa más importantes del automóvil y su buen estado garantiza un desplazamiento sin complicaciones ni accidentes. Para conseguirlo, el conductor tiene que actuar con la suficiente antelación y poner especial cuidado en su conservación y mantenimiento. Se deben vigilar tanto la profundidad del dibujo como la presión, especialmente en verano.
La época estival suele coincidir con el gran desplazamiento de vacaciones con la familia al completo, y el coche se carga al máximo de su capacidad para realizar un viaje prolongado bajo elevadas temperaturas.
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La temperatura es un factor muy importante para los neumáticos. No solo influye la provocada por la estación más cálida, sino también el calor generado en la fricción constante de las ruedas con el asfalto durante los viajes prolongados.
El estado de los neumáticos
Antes de emprender las vacaciones es recomendable vigilar el estado de los neumáticos y verificar que no presenten daños y su desgaste no sea excesivo. De lo contrario, puede haber problemas de estabilidad al frenar o con el asfalto mojado. Y un mal estado puede ser, además, motivo de denuncia si el surco del dibujo baja de 1,6 milímetros. Esto supone 200 euros de sanción.
Lo aconsejable es cambiar las cubiertas cuando las ranuras de la banda de rodadura alcancen los tres milímetros de profundidad o bien aparezcan los testigos de límite de desgaste en la goma.
La presión de los neumáticos del coche en verano
Otro factor al que se deber prestar atención antes del viaje estival es la presión. Cada modelo de coche requiere unos valores determinados de inflado, que vienen indicados en el manual de mantenimiento. Aparecen también en una pegatina que suele estar situada en el quicio de la puerta del conductor.
Y son valores que no deben alterarse, puesto que están calculados para que el neumático conserve sus propiedades en un rango determinado de condiciones. No obstante, en algunos modelos el fabricante indica cuánto hay que aumentar la presión en el caso de circular con el coche a plena carga, con todas sus plazas ocupadas más el peso del equipaje.
Muy importante es verificar estos valores con un manómetro que indique la cifra con precisión. Si no son correctos, el calor excesivo incrementará proporcionalmente los peligros de deterioro de la estructura del neumático y acelerará el desgaste de la goma que lo recubre. Un neumático con poca presión se calienta en exceso y puede reducir su vida útil hasta un 20%. Es decir, en lugar de durar unos 40.000 kilómetros habrá que sustituirlo a los 32.000.
Por el contrario, una presión excesiva también perjudica a la cubierta, provocando un aumento anormal de la temperatura y un deterioro irregular y acelerado de la banda de rodadura.
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