La necesidad de cumplir con las exigencias de emisiones contaminantes de los vehículos obliga a los fabricantes a montar dispositivos cada vez más efectivos en esta tarea. Junto al catalizador y el filtro de partículas, el AdBlue es un elemento esencial para alcanzar los niveles perseguidos en el caso de los motores de gasóleo.
El AdBlue está presente en la mayor parte de los modernos diésel, aquellos que deben cumplir la normativa Euro 6. Su capacidad de reducir los gases contaminantes es evidente, sin embargo algunos usuarios encuentran inconvenientes mecánicos y económicos a este sistema homologado de serie por los fabricantes.
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¿Qué precio tiene el Adblue?
En primer lugar, supone un coste añadido para la utilización del vehículo. El consumo medio para un turismo o vehículo comercial ligero está entre uno y tres litros por cada millar de kilómetros recorridos, con un precio actual del litro de AdBlue de 0,60 euros. Aunque se trata de un gasto reducido, ciertos conductores (sobre todo los profesionales) no están dispuestos a asumirlo, al tener que añadirlo al ya elevado precio de los combustibles.
Por otro lado, como cualquier dispositivo mecánico, el sistema de inyección de AdBlue está sometido al riesgo de averías, que en este caso no son infrecuentes. Se pueden producir en los conductos de la urea (su base principal), la bomba que la impulsa, el depósito que la aloja o en la unidad de gestión electrónica que mantiene en correcto funcionamiento el dispositivo.
¿Se puede anular el AdBlue?
Ante tales condicionantes es posible plantearse la anulación del sistema de AdBlue. Se trata de una práctica relativamente habitual entre profesionales del transporte, especialmente en camiones, y también entre conductores de coches diésel que realizan un gran número de kilómetros con su vehículo.
La mayoría de los modelos diésel con AdBlue admiten esta manipulación, que se realiza a través de la alteración del programa de gestión del motor. Existen talleres (desde luego no oficiales de las marcas) que utilizan sus máquinas de diagnosis para anular el sistema, enviando a la centralita la instrucción de que el motor no dispone de un sistema de aditivos.
El precio de este trabajo ronda unos 300 euros, aunque el primer inconveniente al respecto es que se trata de una modificación ilegal. La manipulación o anulación de cualquier sistema diseñado y homologado para reducir las emisiones está prohibida, así que la responsabilidad al respecto es exclusiva del usuario. El mecánico debería informar siempre al cliente de esta situación, para que pueda decidir finalmente concretarla o no.
Los vehículos de transporte profesional están sometidos a controles por parte de la Guardia Civil para confirmar el correcto funcionamiento de estos sistemas y otros anticontaminantes. En este caso, es más frecuente recurrir a un dispositivo emulador específico que, instalado en el camión, evita la necesidad de utilizar AdBlue (cuando se agota, la centralita llega a detener el vehículo). Es menos probable que un conductor particular se enfrente a esta vigilancia, aunque existe otra posibilidad evidente de que la trampa sea localizada.
¿Qué ocurre al pasar la ITV?
La manipulación del sistema de AdBlue puede ser identificada en el momento de pasar la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), aunque no necesariamente. El motor emitirá más NOx pero, en general, no lo suficiente para ser detectado en las mediciones correspondientes. Además, al alterar la programación de la centralita se envía una orden falsa de que el sistema tiene el AdBlue suficiente y así no aparece mensaje alguno al respecto.
Sin embargo, en ciertos casos puede ocurrir que las emisiones superen los límites establecidos para ese vehículo y sean detectados por el operario. Y, por si fuera poco, con los recientes controles a través del puerto OBD del vehículo resulta mucho más sencillo localizar este tipo de alteraciones, con lo que el coche en cuestión no superará la ITV.
Los riesgos de la manipulación
SI el vehículo se encuentra en garantía, en cualquier revisión en un taller oficial se detectará una manipulación que supondrá la pérdida de esta. Y si el coche ya no disfruta de esta protección mecánica, lo indiscutible es que estará emitiendo mayor contaminación, con los efectos nocivos para el medio ambiente y las personas (muy evidente en el caso del NOx) que son ya sobradamente conocidos.
Por último, la alteración de estos sistemas se encuentra prohibida por la legislación nacional y europea contra el cambio climático. Incumplir esta normativa puede acarrear sanciones económicas, que en el caso de conductores profesionales y empresas llegan a alcanzar los 20.000 euros.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.