La revolución que cambiará nuestras vidas está a punto de comenzar. Desde los trayectos urbanos del día a día, a los del fin de semana y vacaciones, todo nos ligará al mundo del enchufe, que se convertirá en uno de los ejes de nuestra cotidianidad, o al menos, de nuestra movilidad.
El cambio afectará a la forma de movernos y viajar, empezando por las cargas en el domicilio, que será la gasolinera personal. Y siguiendo con las de los viajes. Pero llevará su tiempo, porque implican una gran transformación por realizar. Por ejemplo, en los hogares: cada poste de carga doblará la potencia de luz contratada. Mientras sean pocos no habrá riesgos, pero si se disparan los vecinos electrificados, la acometida general del edificio se puede saturar. Y según aumente el número de las casas, el fenómeno se trasladará en cascada a manzanas, barrios, distritos y toda la ciudad.
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Lo mismo sucede con las recargas de los viajes, que habrá que reservar con antelación para evitar quedarse bloqueado a la espera de algún poste de carga libre, especialmente en desplazamientos masivos, como puentes y vacaciones de Semana Santa y verano. Además, exigirá a gasolineras y estaciones de servicio transformarse en áreas de recreo, e incluso especializar su oferta con actividades específicas para grupos de clientes, ya sean infantiles para familias, o gastronómicas, musicales, de fitness y hasta de chill out, que amenicen la espera de todo tipo de viajeros.
Son solo pinceladas de los retos que plantea este proceso de transición a 10 años vista. Al menos mientras se despliegan de forma masiva los cargadores ultrarrápidos y llega la carga inalámbrica, también en ruta, incluso sobre el asfalto sin tener que parar. Así que no parecen recomendables las prisas con tanto trabajo por realizar.
El impulso final a la electrificación
Por convicción o por obligación, pero no hay alternativa. El proceso de electrificación del automóvil, tras casi una década a trompicones, acelera hacia la madurez. Las polémicas sobre el sí o el no son historia y solo se discute el ritmo. Y es que entre la apuesta de China, acuciada por la contaminación salvaje de sus megaciudades, y la nueva norma europea de emisiones de CO2 del automóvil, ni las zancadillas de la administración Trump han frenado su implantación. Así que la industria se ha subido al tren de las baterías sin posibilidad de elección.
El banderazo de salida de esta carrera será el 1 de enero de 2020, y el primer examen importante llegará a final de ese mismo año, acompañado, salvo sorpresas, de multas millonarias. A grandes rasgos y con matices, los fabricantes que superen las emisiones medias de 95 g/km de CO2 en sus gamas, deberán pagar 95 euros por gramo de más y unidad vendida. Es decir, quien matricule un millón de coches en Europa pagará 95 millones de euros por cada gramo extra. Y como salvo Tesla (que son cero en su gama eléctrica) y Smart (89,8 g/km), no cumple nadie, el resto, empezando por Toyota (99,9), sobrepasan el límite con claridad (120,5 g/km de media en 2018), y muy pocos se librarán de las multas, que podrían superar los 1.000 millones de euros en algunos casos.
Las multas del CO2
Vender eléctricos a pérdida
Al menos la Comisión Europea ofrece una salida para reducir esas cifras astronómicas: matricular eléctricos. Y es que cada coche de baterías vendido puntúa doble y elimina las emisiones de dos modelos de combustión. «2020 será el año de los eléctricos, porque para vender muchos SUV habrá que compensarlo con otros de bajas emisiones», afirma Mikel Palomera, director de Seat España. Y añadía: «Puede ser rentable venderlos sin beneficio o con alguna pérdida, si compensa el ahorro en las multas. Pero no será algo generalizado, porque cada marca o grupo priorizará los mercados donde le resulte más rentable o le interese más hacerlo».
Otra consecuencia de la nueva norma es una más que previsible subida de precios de los modelos convencionales a partir de enero, sobre todo los de mayor consumo y emisiones, para compensar las sanciones. Y ese aumento de tarifas reducirá el diferencial con los eléctricos, que serán más competitivos.
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