¿Imaginas echar sal en con un salero Peugeot, comprarte una máquina de coser Opel o clavar un clavo con un martillo Mazda? Pues todo eso es o ha sido posible. No todas las marcas automovilísticas nacieron para fabricar coches, algunas llegaron tras intentarlo con bicicletas y motocicletas, otras lo hicieron por el empeño de gobiernos, algunas por inversión en nuevos sectores de negocio y otras por simple casualidad. Lo cierto es que, para contar con la fortaleza con la que se asientan en el mercado hoy día, han tenido que superar todo tipo de vaivenes, crisis económicas e incluso ser protagonistas en las dos Guerras Mundiales.
Hablar de automóvil es hablar de Henry Ford y de la marca del óvalo que fundó. Fue el creador de la cadena de producción y es considerado el origen de la segunda revolución industrial. Sin embargo, su destino era otro. Sus padres tenían una granja y le habían señalado a él como heredero de las tierras para seguir con las plantaciones. Por suerte para el mundo automovilístico, él tenía otros objetivos en la vida.
Siendo aún pequeño, su padre le regaló un reloj y a los 15 años ya tenía fama de buen relojero, después estuvo trabajando en la compañía eléctrica Edison y posteriormente en la compañía de tractores Westinghouse. ¿Podemos imaginar hoy día lo que habría supuesto para la industria de la automoción, y la industria en general, que el ideólogo de la cadena de montaje se hubiera conformado con alguno de los puestos que ocupó antes de fundar Ford con 40 años?
Otro de los grandes protagonistas de la automoción es Mercedes-Benz, no en vano se le señala como el inventor del automóvil. Pero lo cierto es que su origen están en tres personas que iniciaron sus andaduras de forma separada y a las que el tiempo unió para dar lugar a una de las empresas más prestigiosas del mundo. Estos eran Gottlieb Daimler, Karl Benz y Emil Jellinek, y ninguno se llamaba Mercedes.
El nacimiento del vehículo se le debe a Karl Benz, quien buscaba una máquina que sustituyera a los caballos de los carruajes y al transporte en bicicleta. Éste patentó en 1879 el primer coche e hizo la primera prueba en 1876 con un automóvil de solo tres ruedas. Por otro lado estaban Gottlieb Daimler junto a su socio Wilhelm Maybach, quienes tras conocer cómo funcionaba el motor de petróleo comenzaron a fabricar motores y posteriormente coches. Sus primeras creaciones gozaron de gran éxito aunque estaba más centrado en producir motores que vehículos carrozados.
El tercer protagonista entró tiempo después. Emil Jellinek, empresario de éxito y aficionado al automovilismo, nombraba a todos sus vehículos Mercedes en honor a su hija. Un día se topó con un anuncio en una revista, compró un vehículo a Daimler y comenzó a competir y cosechar victorias. Sin embargo, el resultado no le era del todo satisfactorio. Decidió pedir una serie de medidas con el compromiso de comprar 36 coches más si el resultado era el esperado. Tal fue el éxito y el reconocimiento de sus coches, que entró en el consejo de dirección de Daimler y éstos comenzaron a vender sus modelos como Mercedes-Daimler. La crisis de Alemania de 1926 y los problemas económicos de la compañía de Benz llevó a pedir la fusión con Mercedes-Daimler, para dar lugar a la actual Mercedes Benz, aunque la empresa matriz se sigue llamando Daimler.
Por su parte Mercedes, la niña que dio nombre a la marca, falleció antes de cumplir 40 años, tras dos matrimonios frustrados y en la pobreza. Lamentablemente su vida no estuvo a la altura de su nombre.
FRUTO DE UNA CASUALIDAD
Si hablamos de casualidades, hay que referirse a los orígenes de Skoda. Václav Klement era un joven de 26 años que acudía a trabajar en bicicleta de su localidad natal Mlada Boleslav (Imperio Austrohúngaro por entonces). Tras una avería de su bici pidió al fabricante las piezas que necesitaba para repararla, pero escribió en checo y el fabricante era alemán, por lo que le respondieron que no entendían su petición y no le enviaron las piezas. Tal fue el enfado ante esto que decidió montar su propio taller de bicicletas, junto con su amigo Václav Laurin. El éxito les llegó pronto y se decidieron a fabricar sus propias bicicletas, después motocicletas y más tarde automóviles, que llegarían en 1905. A día de hoy, solo queda preguntarse ¿qué habría sucedido si Klement hubiera recibido las piezas para su bicicleta, o si no se le hubiera averiado?
Otra casualidad, o desgracia, fue la llevó a Karl Abarth a fundar la marca de coches a las que dio su apellido. En sus inicios este austríaco, que posteriormente tomaría la nacionalidad italiana y se cambiaría el nombre por Carlo, fue un excelente piloto de motos y consiguió cinco títulos europeos de velocidad, funciones que alternaba con las de ingeniero. Pero un fuerte accidente en Linz le hizo abandonar el mundo de las dos ruedas y comenzar a competir en sidecar, donde también consiguió excelentes resultados.
Poco a poco abandonó su faceta de piloto y se centró en la de ingeniero. Sobre la base de coches de calle desarrolló vehículos de competición con notable éxito. De aquí, solo tuvo que fundar su propia compañía de automóviles en 1949, aunque su labor estuvo centrada principalmente en carrozar vehículos y formar versiones deportivas de coches de calle. Pronto comenzó su relación con Fiat, la cual terminaría por adquirirla.
El mundo de la bicicleta y la motocicleta ha estado en el origen de varias compañías. Soichiro Honda, fundador de Honda, era empleado de una fábrica de bicicletas y un apasionado de la mecánica. Un día, en casa de un amigo vio un motor sobre una mesa, y cogió la idea de montar pequeños motores en las bicicletas que solía manejar. En plena posguerra en Japón tuvieron un gran éxito para poco a poco ir ampliando el mercado hasta llegar a Estados Unidos. Los coches no llegarían hasta el final de década de los cincuenta.
La surcoreana Kia fue otra que tenía como origen el mundo de las bicicletas, aunque la compañía también estaba metida en la fabricación de piezas de acero. Solo era cuestión de tiempo que fabricara su primer automóvil.
Por su parte, Jaguar tiene sus inicios en el mundo del sidecar. Hablamos de los inicios del siglo XX y de una empresa que se llamaba Swallow Sidecars, pero Williams Lyons, su fundador, siempre quiso adentrarse en el mundo del automóvil. El primero fue el SS100, presentado en 1934, al que siguieron otros. La llegada de la segunda guerra mundial y la homonimia entre la denominación de sus vehículos y el nombre del cuerpo especial del ejército nazi (las SS), llevó a la compañía a cambiar el nombre de la empresa para decantarse por Jaguar por la belleza en el andar del felino y su figura estilizada.
AMPLIACIÓN DE NEGOCIO
Llega un momento en el devenir de una compañía en el que quiere ampliar sus fronteras económicas y apostar por nuevos campos. Dos fabricantes bien diferentes a día de hoy tuvieron sus orígenes en las máquinas de coser.
Adam Opel fundó su compañía en 1862 y el éxito le hizo explorar nuevos nichos de negocio. Lo intentó con las bicicletas y siempre desestimó el de la automoción. Sin embargo falleció en 1895 y fueron sus hijos los que solo dos años después compraron Anhaltische Motorwagelfabrik. Sus primeras creaciones no fueron de calidad y cesaron en su producción para comenzar a vender vehículos de Renault y Darracq. Fue sobre la base de éstos sobre los que comenzaron a producir nuevos vehículos, ya con un nivel de calidad oportuno para la época, lo que supuso su despegue en el mundo automovilístico.
La segunda fue Aston Martin. Dos de los trabajadores de la fábrica de Singer en Londres, Lionel Martin y Robert Bamford, solían competir en carreras por los alrededores de la capital londinense. Sin embargo, no terminaban de estar contentos con los coches que manejaban. Finalmente se decidieron a fabricar uno ellos partiendo de cero. Llegaron los ansiados éxitos y con éste la comercialización de los vehículos que comenzaron a construir.
La historia de Peugeot se remonta a casi 300 años atrás, cuando nació Jean-Pierre Peugeot, un industrial francés que comenzó su actividad económica con una tintorería, una almazara de aceite y una fábrica de molinillos de café. A partir de aquí y a través de varias generaciones de la propia familia, la actividad se fue diversificando y entrando en nuevos terrenos económicos. Fueron sus hijos Jean-Pierre y Jean-Fréderic Peugeot los que fundaron la sociedad Peugeot Hermanos que es considerada hoy día el origen de PSA. En 1885 Armand Peugeot fue el encargado de crear Peugeot Cycles, que se dedicaría a la fabricación de bicicletas, las cuales aún se producen, y solo cuatro años después se lanzó a la aventura de fabricar automóviles, un invento que aún estaba en ciernes pero en el que vio un interesante futuro. A día de hoy aún se pueden ver varios productos de características muy lejanas al automóvil con el nombre de Peugeot y el símbolo del león, como son saleros, pimenteros o herramientas de bricolaje.
Su hermana en PSA fue fundada por André Citroën. Éste se decidió a fundar la marca del doble chevron tras tener durante la primera guerra mundial una fábrica de obuses. Finalizada la contienda se decidió a construir coches según la manera organizativa que había impuesto Henry Ford en sus fábricas.
Mitsubishi era una de las principales compañías de transporte marino a finales del siglo XIX en Japón. Pero con la llegada del XX fue el momento de ampliar el negocio e invertir las ganancias, por lo que creó un banco, una entidad financiera y un conglomerado industrial entre los que encontraban Mitsubishi Motors, que era la compañía automovilística; Mitsubishi Atomic Industy, dedicada a la energía nuclear; Mitsubishi Chemical, la mayor empresa química japonesa; Mitsubishi Electric, dedicada a la informática, electrodomésticos y componentes electrónicos; y Nikon, compañía de material fotográfico.
Mitsubishi Motors nació para la creación de motores de avión que, cómo no, también fueron empleados durante la segunda guerra mundial, aunque ya antes había comenzado a fabricar coches. Fueron las necesidades del país, tras la segunda guerra mundial, las que ampliaron sus creaciones a camiones, furgonetas, tractores, etc.
Toyota, dominador de la industria de la automoción en los últimos años, tiene su origen en la industria textil. Kiichiro Toyoda contaba con un rentable negocio de telares lo que le llevó a viajar por medio mundo para cerrar nuevas operaciones. Fue en uno de esos viajes a Estados Unidos cuando se convenció de que debía apostar también por el mundo del automóvil. Así, creó en 1936 la Toyota Motor Co, con la consiguiente alteración de su apellido, destinado a tener una mejor sonoridad.
Mazda surgió de la transformación en 1920 de una compañía previa que se dedicaba a los derivados del corcho en una nueva que producía herramientas y maquinaria pesada, de nombre Toyo Cork Kogyo Co, y que estaba dirigida por Jujiro Matsuda. Pese al nuevo objeto de la compañía, el propietario siempre tuvo fijación por la automoción, y comenzó a crear algunos prototipos de motocarros y pequeños camiones, aunque el impulso de la compañía lo viviría tras la II Guerra Mundial cuando sus vehículos se hicieron muy necesarios para la reconstrucción del país.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram