Las etiquetas de la DGT van a cambiar, y no será la última vez. El sistema que clasifica los vehículos según su impacto en la calidad del aire y les otorga alguna (o ninguna) de las cuatro etiquetas medioambientales existentes (B, C, ECO y Cero) ha cumplido cinco años.
Es inminente el proceso para revisar dicha clasificación, pero no será hasta 2021 cuando los cambios entren en vigor. El calendario está recogido en el Plan de impulso de la cadena de valor de la industria de la automoción que el Gobierno presentó en junio.
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Como sucedió en su creación, a la DGT le corresponde liderar y coordinar el proceso, que oficialmente se denomina “actualización”, aunque en él participarán muchas más partes interesadas. En la comisión interministerial que se debe formar estarán representados “desde la industria del automóvil a ecologistas y asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico”, concretan desde la DGT.
¿Habrá nuevas etiquetas?
Desde este organismo, responsable de la seguridad vial, no se han dado a conocer, por el momento, las líneas maestras de la reforma. ¿Habrá nuevas etiquetas medioambientales, perderán los microhíbridos la ECO?
Lo que sí existen son varios indicios, directos e indirectos, de cuál podría ser el camino a seguir con las nuevas etiquetas de la DGT. El primero es la justificación que se da en el propio plan, donde se dice que “la evolución tecnológica es una realidad y los nuevos vehículos que incorporan estas innovaciones deberían ser catalogados dentro de las posibilidades que ofrece el etiquetado actual, o bien añadiendo nuevas etiquetas”. Se reconoce así que las mejoras paulatinas para reducir partículas y gases contaminantes han hecho que el sistema vigente se quede desfasado.
Y es que ha llovido mucho, normativamente, desde septiembre de 2015, momento en el que se aplicó a todos los vehículos ligeros la norma Euro 6. Con los años, se han hecho actualizaciones cada vez más exigentes (6c, 6d-temp y 6d-ISC). Pero, del lado de las etiquetas, a los vehículos de propulsión tradicional –únicamente con un motor diésel o gasolina– les corresponde la misma, es decir, la C (verde), independientemente de la versión de la normativa que cumplan.
¿Todos los híbridos son igual de eficientes?
Tal vez no sea lo más justo ni lo mejor para fomentar la transición hacia una movilidad más limpia, pero en su momento se prefirió simplificar en la creación de las etiquetas de la DGT. Este criterio explica que los híbridos ligeros o microhíbridos se beneficien de la distinción ECO, ya que recurren a la electrificación para mejorar, ligeramente, la eficiencia. Sin embargo, y aquí encontramos una segunda pista, en el Ministerio de Transición Ecológica saben que esa tecnología (cualquier tipo de hibridación, incluso) no equivale de forma matemática a menores emisiones y consumos. Hay que afinar más.
El plan de impulso al sector del automóvil contempla incentivos a la compra que, en el caso de los turismos, se gradúan –sean híbridos (ECO) o no (C)– en función de si el coche pertenece a la categoría energética A o B de consumo relativo establecida por el IDAE, dependiente del citado Ministerio. Es más, otro de los requisitos para recibir ayudas es que emitan menos de 120 gramos de CO2 por kilómetro. Y hay híbridos convencionales que superan ese límite y sólo llegan a una etiqueta energética B; en general, cuanta más potencia, más difícil es no pasarse de la raya. Sin embargo, obtienen la etiqueta ECO de la DGT.
A este panorama hay que sumar el factor legal: si bien la normativa en vigor Euro 6d-ISC sólo es obligatoria desde el pasado 1 de enero para las nuevas homologaciones, en 2021 se aplicará a todos los coches nuevos vendidos la Euro 6d-ISC-FCM. Es el comienzo de una nueva etapa que tiene como horizonte rebajar las emisiones medias de cada fabricante por debajo de los 95 g/km de CO2 en los próximos años.
Mucho antes de eso, como muy tarde el próximo mes de diciembre, la DGT debe consensuar una propuesta sobre el nuevo etiquetado y remitirla al Gobierno que la aplicará a partir de julio de 2021. Queda por ver si tendrá carácter retroactivo en algún caso, aunque también podría suceder que solo se cree una nueva etiqueta reservada para las mecánicas más recientes y menos contaminantes. Será después cada Ayuntamiento el que, como hasta ahora, fije las ventajas y limitaciones asociadas a las etiquetas de la DGT.
¿Cómo conseguir la etiqueta ECO o Cero?
Bien sea por sus necesidades de movilidad o por conciencia medioambiental, hay personas que quieren una etiqueta mejor que la que tenía su vehículo al salir de fábrica. Tienen dos opciones: la conversión a GLP (gas licuado del petróleo) o la electrificación.
La primera alternativa es mucho más conocida y resulta muy sencilla en casi todos los casos, aunque sólo para motores de gasolina. Una transformación de este tipo puede completarse “en un día y medio”, asegura Javier Molina, gerente de Autogas Prins Madrid.
“Hay gente que lo hace por ahorro, pero también por las ventajas de la etiqueta ECO”, reconoce. El precio del GLP está protegido en Europa hasta 2025 y actualmente en España tiene un precio medio aproximado de 0,65 euros por litro, algo que ayuda a amortizar el coste de la reforma (entre 1.500 y 3.000 euros en función del motor y el sistema de gas elegido).
Además, si el vehículo es Euro 4 (de 2006 en adelante), pasará de tener la etiqueta C a la ECO. La transformación es viable incluso en coches Euro 3, según confirma Molina, aunque en ese caso se quedan con la etiqueta B.
En cambio, electrificar un coche usado implica mucha burocracia y dinero, al menos por el momento. La mejor opción es la transformación en serie de modelos. De esta forma, el coste de las pruebas técnicas necesarias para la homologación se reparte entre varios compradores. Demanda no falta.
“Mi trabajo por la mañana es decir a cuatro o cinco personas que no compensa hacer reformas individuales de sus coches”, confirma A.D. Sánchez, fundador de Elektrun Cars. Esta empresa centra su trabajo poner de acuerdo a grupos de usuarios para transformar un modelo determinado, por ejemplo el Smart fortwo o un Mini clásico. A continuación, se diseña y se homologa el kit de electrificación específico.
En cuanto al coste, “a partir de 20 unidades, puede oscilar entre 14.000 y 16.000 euros”. El montaje es bastante rápido: “En cuatro días podemos electrificar un vehículo”, asegura este experto. La autonomía, actualmente, ronda los 130 kilómetros.
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