En verano se exige un mayor esfuerzo a la mecánica, ya sea por los viajes de vacaciones como por las condiciones de calor extremo que se están manifestando con mayor frecuencia en esta época estival.
El aceite del motor es una pieza clave para que el motor funcione correctamente y no se produzcan averías. Su función es doble, ya que se encarga de disminuir el rozamiento entre las partes móviles, evitando que se desgasten con celeridad, y también contribuye a evacuar el calor interno generado por los motores de explosión circulando por su interior.
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Así, unos cambios de aceite periódicos garantizan que el motor se conservará en buen estado a lo largo de los kilómetros. Pero también conservarán intactas las prestaciones del vehículo y contendrán el consumo de combustible en sus niveles óptimos.
Lubricantes sintéticos
Lo más aconsejable para evitar problemas con el lubricante del motor es seguir de manera escrupulosa el plan de mantenimiento recomendado por el fabricante.
Aunque como norma general, los motores diésel requieren un cambio de aceite entre cada 7.000 y 10.000 kilómetros recorridos según estos se hayan realizado por ciudad, con numerosos arranques en frio, o por carretera, con mejores condiciones de refrigeración.
Por su parte para las mecánicas de gasolina, bastante menos exigente con el lubricante, este periodo se alarga cada 10.000 o 15.000 kilómetros. Aunque volviendo
No obstante, los motores más modernos, ya sean diésel o gasolina, solo necesitarán cambiarlo cada 15.000 o 30.000 kilómetros al funcionar con lubricantes sintéticos más avanzados y duraderos que los tradicionales, de origen mineral.
Testigo luminoso
Ante la duda, hay varios síntomas que indican claramente que hay que reponer el aceite. Si se detectan en el motor bruscos ruidos de golpeteo al acelerar, humo negro en el tubo de escape o un fuerte olor a aceite quemado, serán señales inequívocas de que el lubricante puede haberse degradado y necesita ser repuesto.
Asimismo, los coches disponen en el cuadro de instrumentos de un testigo luminoso que alerta de una falta de presión en el circuito de lubricación o bien de que el nivel del aceite en él contenido ha disminuido por debajo de lo recomendable y la mecánica está en peligro.
En cualquiera de ambos casos, lo más recomendable es pasarse por el taller y realizar un cambio de aceite antes de que la situación se agrave.
Se trata de una operación de mantenimiento indispensable, en la que se suele sustituir también el filtro de aceite y suele costar una media de 90 euros. Desembolso muy necesario que prolongará la vida del motor y evitará a la mecánica sufrir costosas averías.
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