¿Comprar un coche eléctrico supone un ahorro a largo plazo?

Un vehículo a pilas supone un desembolso inicial mayor, pero, ¿compensa a largo plazo con las ayudas y el ahorro en combustible?

Estudio Accelerating the EVolution
El coche eléctrico es más barato en su uso, pero no tanto como dicen algunas marcas.

El sector del automóvil se encuentra inmerso en un proceso de electrificación con cada vez más opciones de hibridación que, eventualmente, debería llevar a la hegemonía del coche eléctrico. Aunque parece que es el futuro de la industria, a día de hoy los modelos a pilas todavía despiertan interrogantes debido a múltiples aspectos, como la escasez de puntos de recarga o su elevado precio.

Las ayudas públicas palian en parte este problema, como las anunciadas hoy por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dentro del plan para relanzar la industria automovilística tras la crisis del coronavirus.

De los 3.750 millones de euros destinados a relanzar el sector, 100 estarán dedicados a incentivar la compra de coches de energías alternativas y eléctricos, lo que supone un incremento presupuestario en comparación con la intención anterior que era de 65 millones de euros.

Más allá de eso, las marcas de vehículos de cero emisiones argumentan que, por sus características, a largo plazo un coche a pilas puede suponer un ahorro. ¿Es una realidad?

El desembolso inicial

Se trata del primer escollo al hablar de este tipo de vehículos, puesto que, a igualdad de potencia, nivel de equipamiento y tipo de vehículo, un eléctrico es considerablemente más caro que un modelo de combustión interna. Ello se debe, sobre todo, a la tecnología empleada en su desarrollo y a los componentes que se utilizan. Destaca especialmente el coste de las baterías, un elemento crucial para rebajar el precio de estos automóviles a medio plazo.

Basta con echar un vistazo al mercado para comparar modelos similares y ratificar esta realidad. Un ejemplo claro es el del Hyundai Kona, cuya versión de cero emisiones de acceso, con 136 CV, cambio automático y nivel de equipamiento Klass arranca en los 35.050 euros, mientras que un diésel con idéntico acabado, cambio y potencia parte de los 24.890 euros. También se puede ver en el caso de Mini, cuyo recién llegado Cooper SE Eléctrico, con 184 CV, cuesta desde 33.950 euros, mientras que el Cooper S de 192 CV arranca en los 30.950 euros.

Los propios fabricantes admiten esta barrera a la intención de compra de un eléctrico, pero también afirman que, al margen de ello, todo son ventajas para los cero emisiones.

Las ayudas a la compra

En España ya se buscó incentivar la compra de vehículos limpios con los planes Movea y Movalt. Este aportaba a los compradores ayudas de entre 500 y los 18.000 euros, en función del tipo de automóvil (gas, híbrido, eléctrico, etc.) y de su tamaño. El posterior plan MOVES proponía el año pasado cuantías similares, de hasta 5.500 euros, por ejemplo, destinados a la compra de vehículos ligeros eléctricos.

El Plan MOVES II, dedicado al mismo fin y con un presupuesto previsto de 100 millones de euros, sigue esta senda. A falta de conocer los detalles definitivos, esto supondrá una ayuda a la compra de los coches eléctricos de hasta 4.500 euros por turismo, a los que se añadirán 1.000 euros de descuento obligatorio de los fabricantes. El precio del vehículo a comprar no podrá superar los 45.000 euros.

Ayudas fiscales

No es el único incentivo para la adquisición de un coche eléctrico, puesto que también cuentan con numerosas ventajas fiscales.

La primera es que no pagan impuesto de matriculación, algo de lo que solo están exentos los modelos de gasolina y diésel que homologan unas emisiones de CO2 de 120 g/km o menores. En los turismos que superan dicha cantidad, el gravamen aumenta en función de las emisiones:

  • Entre 120 y 160 g/km: 4,75%
  • Entre 160 y 200 g/km: 9,75%
  • Más de 200 g/km: 14,75%

Esto hace que en modelos de gran potencia y alto rendimiento la balanza del precio se iguale e incluso se incline a favor de los eléctricos. Pongamos como ejemplo un Tesla Model 3 Gran autonomía, con tracción integral y 351 CV, que arranca en los 58.700 euros. Un BMW M340i xDrive berlina de 374 CV puede considerarse su rival directo, pero su nivel de emisiones (entre 159 y 167 g/km) le sitúa en el segundo tramo impositivo, lo que grava su precio con un 9,75% y lo eleva hasta los 74.720 euros.

A esto se suman otros descuentos, como el de aparcamiento en zonas de estacionamiento regulado (SER), que es gratis para el coche eléctrico, o el de un 75% en el pago de peajes de autopistas (de hecho, hasta este año no pagaban nada)

Costes de uso

En los costes de utilización es donde las marcas quieren hacer ver que el coche eléctrico gana la partida al tradicional de combustión. Algunas de ellas, como es el caso de Tesla, incluso facilitan calculadoras virtuales que, en función del kilometraje anual, muestran cuánto dinero va a ahorrar en combustible el potencial cliente.

Se parte de la premisa de que el repostaje de gasolina o diésel es más caro que el coste que supone recargar una batería eléctrica para recorrer la cantidad equivalente. En el caso de la compañía estadounidense, toma una media de 0,22 euros por kWh y un precio medio de combustible de 1,35 €/l de gasolina súper, por lo que haciendo 12.000 kilómetros al año estima un ahorro de unos 940 euros.

Opel hace un cálculo similar, comparando el Corsa-e de 136 CV con el gasolina de 130 CV. Este homologa un gasto de 5,6 l/100 km, lo que para hacer 12.000 kilómetros anuales y calculando un precio medio de 1,55 €/l de gasolina, arroja un coste de 1.041 euros al año. En cambio, la variante a pilas, con un coste medio de 0,17 €/kWh, con el mismo kilometraje al año solo implicaría un gasto de 204 euros.

Sin embargo, hay que tener en cuenta varios factores a la hora de hacer los cálculos. Por un lado, el precio de los combustibles no es fijo, varía en el tiempo y también entre la gasolina y el diésel, siendo este último más barato, por lo que el ahorro real es menor. Además, con la situación actual, sus precios son incluso más bajos de lo normal (lejos delos cálculos al alza de los fabricantes de eléctricos), lo que reduce aún más el margen.

En segundo lugar también hay que señalar que la tarifa eléctrica tampoco es siempre la misma y su coste varía. Se puede tener contratada una fija u otra variable que permita contratar ciertos horarios a un precio menor, que si fueran aprovechados para la recarga del vehículo podrían suponer un ahorro adicional. Pero también hay que tener en cuenta que mientras que la recarga convencional tiene un coste más barato, utilizar un sistema de carga rápida, que es el más aconsejable a la hora de recargar un vehículo eléctrico por el ahorro de tiempo que implica, es más caro.

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